Publicado: mayo 10, 2025, 2:23 pm
La nutrición tiene un papel cada vez más relevante para la población, al menos mucho mayor que en décadas anteriores, y la comunidad médica se ha percatado. Así, crea contenidos en redes sociales y es una invitada habitual a los platós de televisión, consciente del altavoz necesario para llegar al gran público. Más allá del tipo de nutrición, es importante hablar también de las horas a las que ingerimos las comidas, tal y como ha resaltado el nutricionista Luis Zamora en el programa Ahora Sonsoles.
La gastronomía de cada país está indefectiblemente marcada por los horarios. Sabemos que si vamos más allá de los Pirineos, tendremos que acostumbrarnos a comer a partir de las 12 del mediodía y a no cenar más tarde de las siete de la tarde. En este sentido, el ritmo español es muy diferente y eso puede pasar factura a nuestro organismo. Analizar estas consecuencias es el objetivo de la crononutrición, disciplina que estudia cómo la alimentación afecta al reloj biológico o ciclo circadiano.
Tanto los horarios, como los tipos de comidas y sus cantidades, van a desarrollar unos efectos u otros en el organismo. En este sentido, Luis Zamora ha apuntado que la hora puede tener consecuencias en aspectos tan importantes como el riesgo de accidentes cardiovasculares, así como en la regulación del azúcar en sangre. Ambos casos concentran una buena parte de las enfermedades más prevalentes en España, de ahí el interés de estos consejos marcados por la crononutrición.
¿Por qué desayunar a las 8 de la mañana?
Es la propuesta de este nutricionista, quien asegura que a esta hora es cuando «las hormonas están preparadas y el cortisol está en su punto álgido». Si lo cumplimos, lo más lógico es que sobre las 12 del mediodía tengamos hambre de nuevo, pero mejor que regalarnos un almuerzo copioso para aguantar la mañana será aguantar hasta la una y media de la tarde: el momento «perfecto» para comer. La razón, es cuando hay «menos pico de azúcar» y menos resistencia a la insulina.
Y si el desayuno y la comida se adelantan, la idea es también hacerlo con la última comida del día. Aquí el nutricionista parte de estudios de la crononutrición para relacionar cenas tardías también con mayor riesgo cardiovascular. Su propuesta son las nueve de la noche como límite máximo, recomendación que el organismo también agradecerá a la hora de conciliar el sueño, ya con la digestión hecha y en un ambiente relajado. Las tres pautas son, para Luis Zamora, «un seguro de vida».