Publicado: noviembre 15, 2025, 5:23 pm
En la lucha contra el cáncer son muchos los tratamientos que van surgiendo, siendo la inmunoterapia uno de los más novedosos, aunque también hay otros alternativos como por ejemplo los basados en la luz LED. Ahora las terapias siguen avanzando y la ciencia ya apunta a un grupo de bacterias para poder destruir tumores sin depender de la respuesta inmune, abriendo una nueva era en la medicina oncológica.
No es algo nuevo. La idea de usar bacterias para tratar el cáncer no es una nueva: ya en 1868 el médico alemán Busch observó que algunos pacientes con cáncer experimentaban remisiones tras infecciones bacterianas. Posteriormente, William Colby desarrolló tratamientos basados en bacterias que sentaron las bases de la inmunoterapia moderna.
Sin embargo, estas terapias tradicionales requieren un sistema inmune funcional, lo que es un grave problema para los pacientes que se encuentran inmunodeprimidos a causa del cáncer.
La actualidad. Un estudio publicado en Nature Biomedical Engineering presentó una innovadora estrategia «libre de fármacos» que utiliza un grupo de bacterias para combatir el cáncer, rescatando esta vieja idea de las bacterias contra el cáncer.
Este tratamiento no solo ha demostrado una potencia eficacia antitumoral, sino que lo ha hecho logrando una remisión completa del tumor y lo más importante es que se ha mantenido durante años en modelos de ratón, incluso en aquellos inmunodeprimidos.
Lo más relevante, es que el hecho de que una bacteria nos ayude con esta enfermedad se ha conseguido sin necesidad de usar ingeniería genética que altere su ARN. Y además, sin generar toxicidad sobre el organismo. A priori son todo ventajas.
Un dúo bacteriano. Las protagonistas de esta terapia es un grupo bacteriano llamado AUN, compuesto por dos bacterias específicas: Proteus mirabilis (apodada A-gyo) y Rhodopseudomonas palustris (UN-gyo). Y es que aunque todos podemos tener en mente que las bacterias son malas para los humanos, la realidad es que nos ayudan (y mucho) empezando por todas las que están en nuestro intestino.
Cuando este dúo de bacterias se administró directamente a la sangre a ratones con tumores, los resultados fueron drásticos: remisión completa del tumor y supervivencia prolongada. Y no era magia.
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¿Cómo funciona? Es la pregunta obligatoria tras ver los resultados en es estudio. Los investigadores explican que estas bacterias lo que hacen en resumidas cuentas es bloquear la llegada de oxígeno y nutrientes a los tumores, lo que provoca literalmente su asfixia. Y es que un tumor no es más que un conjunto de células que cuentan con un metabolismo avanzado. Al momento de quitarles su alimento acaban muertas.
En esencia, estas bacterias pueden llegar al tumor y entrar a su interior, como si de un caballo de Troya se tratara. Al llegar provoca que se formen coágulos de sangre muy pequeños y únicamente en los vasos sanguíneos que van hacia el tumor. De esta manera, los coágulos de sangre bloquean el paso de sangre y, por tanto, su fuente de alimento.
Transformación de la bacteria. Las bacterias AUN no son agentes pasivos, sino que son actores dinámicos que cambian su comportamiento al detectar el cáncer. De esta manera, el estudio observó que la bacteria A-gyo sufre una «maravillosa transformación fibrosa».
Este cambio no es aleatorio. Se activa específicamente cuando la bacteria se encuentra con «oncometabolitos«, señales químicas emitidas por las células cancerosas. Esta forma de «enjambre», altamente móvil, junto con las toxinas y hemolisinas que secreta el consorcio, parece ser la responsable de la destrucción vascular tumoral sin afectar al resto de células sanas.
Un tratamiento seguro. Usar bacterias vivas como terapia puede sonar arriesgado, pero el estudio dedica gran parte a demostrar la seguridad y el control de la AUN. Lo primero que se ha visto es que las cepas de las bacterias tienen un perfil no patogénico único.
Además, para lograr una respuesta completa del 100% y evitar la letalidad de una dosis alta única, los investigadores desarrollaron un régimen de «doble dosis»: una primera inyección a dosis baja, seguida días después por una dosis alta. La dosis baja «prepara» al cuerpo, consumiendo neutrófilos agresivos y mitigando el riesgo de un síndrome de liberación de citoquinas severo.
Mirando al futuro. Aunque los experimentos se realizaron en ratones, la terapia se probó contra líneas celulares de cáncer humano en modelos de xenoinjerto. Se utilizaron en este caso células de adenocarcinoma de colon, cáncer de ovario y cáncer de páncreas humanos. Los resultados en este caso fueron muy claro: todos los tumores probados desaparecieron con éxito en los modelos de ratón, sin efectos secundarios muy graves.
De esta manera, estamos ante una terapia que no necesitaría a priori ningún tipo de fármaco y que se puede autogestionar. Los autores del estudio apuntan que este enfoque puede revolucionar la terapia contra el cáncer, pero todavía queda mucho camino que recorrer.
Imágenes | CDC
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La noticia
Llevamos 150 años creyendo que las bacterias son un arma contra los tumores. Y al fin hemos descubierto cómo
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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