Publicado: septiembre 21, 2025, 10:23 pm
Erika, la viuda del activista conservador estadounidense Charlie Kirk, ha confesado que lleva consigo una medalla ensangrentada que llevaba su marido en el momento de su asesinato.
En una entrevista concedida a The New York Times, la mujer explica algunos detalles de la jornada que ha sacudido a la opinión pública en Estados Unidos, algunos con todo lujo de detalles.
Por ejemplo, que lleva consigo una medalla de San Miguel que Charlie Kirk llevaba en el momento de su asesinato y que los médicos le habían quitado cuando intentaban cortar la hemorragia. Según el Times, el colgante aún conserva restos de sangre del activista.
Erika Kirk, una antigua miss Arizona, dice que la noche antes de su muerte rogó a su marido que usara un chaleco antibalas, a lo que el activista se negó, diciendo que contaba con fuertes medidas de seguridad en su intervención en Utah.
La mujer explicó que cuando llegó a Utah, el sheriff la recibió en el hospital. Ella quiso ver el cuerpo, pero el oficial se lo desaconsejó: la bala, explicó, le había destrozado el cuello a Kirk. «Con el debido respeto», dijo Erika, «quiero ver qué le han hecho a mi esposo».
«Tenía los ojos entreabiertos. Y tenía una media sonrisa cómplice, como la de la Mona Lisa. Como si hubiera muerto feliz. Como si Jesús lo hubiera rescatado. Llegó la bala, parpadeó y estaba en el cielo», dice Erika Kirk al The New York Times.
Preguntada por el destino del presunto asesino, Tyler Robinson, Erika dice: «Mucha gente me ha preguntado: ‘¿Sientes ira hacia este hombre? ¿Quieres pedir la pena de muerte?’. Seré sincera. Le dije a nuestro abogado que quiero que el Gobierno decida esto. No quiero la sangre de ese hombre en mi historial. Porque cuando llegue al cielo, Jesús me dirá: ‘¿Ojo por ojo? ¿Así es como lo hacemos?’. ¿Y eso me impide estar en el cielo, estar con Charlie?», sentencia.
Erika Kirk dice que ha hablado dos veces con Donald Trump tras el suceso: «Charlie era como un hijo para él», dice. «Y cuando el presidente me dijo: ‘Dinos cómo podemos apoyarte’, le dije: ‘A mi esposo le encantaba conversar con usted y utilizarlo como su asesor para todo tipo de cosas. ¿Podríamos seguir así?’. Y él respondió: ‘Por supuesto'». Según Erika, el tono del presidente «era suave y acogedor. Se notaba que quería abrazarme«, concluye.
