Publicado: septiembre 4, 2025, 11:58 am
Los relatos de las tragedias tienen siempre dos caras. La de Bernarda Augusto, una cocinera de 57 años que trabaja a pocos metros de la parada del funicular de la Gloria, es la de alguien que se salvó del dramático descarrilamiento ocurrido este miércoles en Lisboa. Ella podía haber sido otra pasajera del elevador, que usa a diario para subir y bajar la empinada calzada de piedra que la lleva al restaurante donde prepara bitoques y otros platos portugueses desde hace dos décadas. “He pasado una noche de angustia, me dormía y me despertaba a cada rato. A cada minuto me decía que podía haber sido yo. Siempre bajo en el elevador, pero ayer me fui por otro lugar”, relata mientras prepara los menús para el almuerzo.