Publicado: junio 5, 2025, 4:23 pm
Nuestro cerebro es capaz de recordar con absoluta claridad qué comida nos ha provocado una intoxicación alimentaria, y la desagradable sensación que puede llevar acompañada de malestar estomacal y/o vómitos. A pesar de que la reacción causa-efecto no es inmediata, hay una parte de nuestro cerebro que retiene esa sensación, y provoca un rechazo posterior hacia ese alimento.
Esta afirmación, que ya era conocida por una gran parte de los ciudadanos, tiene ahora una base científica a raíz de un estudio llevado a cabo por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Princeton (Estados Unidos). Publicada en la revista Nature, esta investigación revela que existe un ‘centro de memoria’ en el cerebro donde se alojan ese tipo de recuerdos sobre aversión alimentaria.
Cuando hemos sufrido intoxicación, nuestro cuerpo rechaza el alimento
Después de padecer una intoxicación alimentaria por haber ingerido determinado alimento en mal estado, lo ‘natural’ es que nuestro cuerpo, cuando vuelve a enfrentarse a él, lo rechace. Los científicos saben que esto sucede, pero hasta ahora no tenían claro por qué ni dónde sucedía esta aversión.
Esta relación causa-efecto sucede porque el cerebro tiene la capacidad de identificar y guardar el recuerdo de ese alimento que ha causado el daño (en este caso la intoxicación). El estudio de la Universidad de Princeton ha identificado, mediante un estudio en ratones, cuál es ese lugar dentro del cerebro en el que sucede esta ‘fijación’ que va a provocar un rechazo posterior seguro.
Así pues, se ha averiguado que una sola experiencia desagradable de este tipo, genera automáticamente en roedores ese aprendizaje. De la misma manera, las personas recuerdan una experiencia de intoxicación sufrida y es algo bastante común. Sin embargo, los investigadores tenían un duda importante relacionada con la causa-efecto en la que transcurría un gran lapso de tiempo. Es decir, comemos algo que nos hace daño, pero no es inmediato, sucede horas después. Entonces, ¿cómo lo asociamos de una forma tan clara?
Así se ha desarrollado el estudio científico
Los investigadores de este nuevo estudio, mezclaron unos sobres de polvos azucarados de sabor a uva, a los que añadieron una sustancia que provocaba el vómito en los roedores.
Christopher Zimmerman, principal autor del estudio, quiso desentrañar los mecanismos cerebrales detrás del aprendizaje para evitar alimentos nauseabundos dando a los ratones un nuevo sabor que nunca habían probado: Kool-Aid de uva. «Los roedores aprendieron inmediatamente que, al meter la nariz en una zona concreta de la jaula, recibían una gota de Kool-Aid; media hora después recibieron una inyección que les causó una enfermedad temporal similar a una intoxicación alimentaria«.
Cuando los científicos les volvían a ofrecer unos días después el mismo alimento, los ratones lo evitaban. «El gran hallazgo parte de que hemos averiguado que esa asociación entre la ingesta y el daño posterior (intoxicación) se produce en una zona del cerebro que se llama la amígdala central«.
¿Qué es la amígdala central y cómo actúa ante una intoxicación?
La amígdala central mencionada por Zimmerman es un pequeño grupo de células en la parte inferior del cerebro «que están involucradas en el aprendizaje de las emociones y el miedo. Esa amígdala también procesa información del entorno, los olores y los sabores«.
Esta zona del cerebro en la que se forman los recuerdos aversivos sobre los sabores, la amígdala central, se reactiva cuando existe enfermedad del intestino. Es como si el cerebro grabara la ingesta como algo a evitar en el futuro, y de ahí que se produzca ese rechazo cuando algo nos ha sentado mal y volvemos a enfrentarnos al alimento.
Referencias
Andrés Molero-Chamizo, Guadalupe Nathzidy Rivera-Urbina. ‘Effects of lesions in different nuclei of the amygdala on conditioned taste aversion’. Exp Brain Res. 2017 Nov;235(11). National Center for Biotechnology Information. Consultado online en https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28861596/el 4 de mayo de 2025.