Publicado: diciembre 16, 2025, 3:15 am

Si hay un trabajo verdaderamente duro, este es el del empleado en un matadero. Sobre todo porque a las intensas condiciones físicas y mentales, se le añadieron durante muchos años unas condiciones laborales muy precarias, en las que abundaba el fraude y la explotación, y que ahora el brote de peste porcina africana (PPA) que ha aparecido en el monte de Collserola (Barcelona) vuelve a hacer aflorar con un ERTE para 458 trabajadores en cuatro mataderos de la comarca de Osona. En los mataderos, salas de despiece y elaboración de productos cárnicos —especialmente en los primeros, donde la gran mayoría de trabajadores son inmigrantes con necesidades económicas acuciantes y muchas veces poco o nada organizados sindicalmente, sin dominio del idioma ni conocimiento de sus derechos— las grandes empresas del sector en toda España usaban las figuras de la falsa cooperativa y los falsos autónomos, hasta que la presión de los sindicatos y las multas de la Inspección de Trabajo obligaron a desmantelar el fraude, ya antes de la pandemia. Desde entonces el sector, explican los sindicatos, ha cambiado mucho y las empresas generalmente cumplen con la legalidad. Pero la precariedad sigue siendo alta y persisten prácticas dudosas.
