Publicado: septiembre 5, 2025, 5:23 pm
Informe especial escrito por Daniel Abascal. Desde hace varios años, los distintos gobiernos del mundo han estado compitiendo cada vez más en la atención y el cuidado de sus ciudadanos pertenecientes a las últimas generaciones Z y Alfa, concretamente los nacidos entre 2007 y 2025, es decir, quienes aún no han alcanzado la mayoría de edad (18 años). Sin embargo, en Sudán este grupo de edad está siendo sometido a la muerte, la destrucción y a la falta de salud y alimentación desde el estallido de la guerra en abril de 2023.
En lugar de crecer en un entorno estable en términos de salud, educación, nutrición y seguridad, millones de niños sudaneses ven arrebatados sus derechos más básicos, comenzando por el derecho a la vida. Con la entrada del conflicto en su tercer año, en abril pasado, el número de niños que necesitan ayuda humanitaria se ha duplicado, pasando de 7,8 millones a principios de 2023 a más de 15 millones en la actualidad.
Estas cifras, presentadas por UNICEF, revelan la magnitud de la tragedia y sitúan la crisis de Sudán como una de las mayores emergencias humanitarias y una de las peores crisis de desplazamiento infantil en el mundo. Más de 30 millones de personas necesitan ayuda humanitaria este año, la mitad de ellas niños. El principal obstáculo sigue siendo la negativa del ejército sudanés a aceptar las llamadas al diálogo para alcanzar una solución pacífica.
Con unos 15 millones de personas desplazadas dentro y fuera de Sudán, más de la mitad son niños, y un tercio de ellos menores de cinco años. En las zonas donde podría haber retornos, las minas sin detonar, el difícil acceso a servicios básicos y el hambre generalizada ponen en riesgo la vida de los niños, mientras las tasas de vacunación siguen cayendo.
Una de las peores emergencias educativas
La organización Save the Children ha difundido cartas escritas por niños de Nilo, Mar Rojo y Gadaref, en las que piden paz y la oportunidad de volver a aprender, en un país que atraviesa una de las peores emergencias educativas del mundo, con 17 millones de niños fuera de la escuela.
Desde el inicio de la guerra en abril de 2023, cientos de edificios escolares han sido dañados o destruidos, y más de 3.200 escuelas (el 17% del total) han sido usadas como refugios. Aun así, los sueños de los niños persisten: muchos de ellos, desplazados y sin acceso a clases durante más de dos años, siguen expresando su deseo de ser médicos, maestros y otras profesiones, compartiendo sus aspiraciones a través de dibujos y mensajes difundidos junto a niños de fuera de Sudán.
La ONU advierte que Sudán podría convertirse en la peor emergencia educativa del mundo tras más de dos años de conflicto, que ha dejado a más de 30 millones de personas —más de la mitad de la población— necesitadas de asistencia humanitaria, incluidos unos 15 millones de niños.
Alrededor del 90% de los niños en edad escolar (unos 19 millones) carecen de educación formal, y solo en 2023 un millón abandonó la escuela, según UNICEF. Los estudiantes de secundaria no han podido realizar sus exámenes desde 2023, lo que ha dejado a dos promociones sin titulación, precisamente los que pertenecen a las generaciones Z y Alfa.
Reclutamiento de niños como soldados
A esta triple carencia —salud, educación y alimentación— se suma una violación aún más grave: el reclutamiento y uso de niños como soldados en las batallas entre Darfur y Kordofán.
Si bien estas prácticas se limitaban antes a zonas como Darfur, Nilo Azul y Kordofán del Sur, el actual conflicto ha extendido las violaciones graves a más de la mitad de los 18 estados de Sudán, según UNICEF. Se han documentado asesinatos, mutilaciones, secuestros, y ataques contra escuelas y hospitales, siendo Darfur, Jartum y Al Jazira los estados con mayor número de violaciones en los últimos dos años.
El Observatorio Nacional de Derechos Humanos de Sudán publicó el 24 de agosto nuevas imágenes que documentan el reclutamiento forzoso de niños por parte del ejército y sus milicias aliadas. Ante la pérdida masiva de combatientes, milicias como las Brigadas Al-Baraa bin Malik (brazo armado de los Hermanos Musulmanes en Sudán, lideradas por Al-Misbah Abu Zeid Talha) y las Fuerzas Escudo de Sudán (dirigidas por Abu Aqla Keikel) recurrieron a sistemas organizados de captación infantil en escuelas, campamentos de verano y lugares de culto, donde se les inculcaban consignas ideológicas extremistas antes de enviarlos al frente.
Niños de entre 10 y 17 años fueron reclutados, y muchos que sobrevivieron a heridas o a la muerte terminaron registrados como prisioneros. Paradójicamente, pertenecen a la misma generación Z y Alfa, que en otras partes del mundo disfruta de la era digital.
La respuesta del mundo
La Comisión Europea de Asilo ha documentado esta situación, recordando que, aunque Sudán ratificó en 2005 el Protocolo para la Prohibición del Uso de Niños Soldados y cuenta con leyes internas que lo prohíben, el gobierno de Kamel Idris —nombrado por el jefe del ejército, Abdelfatah al-Burhan— ha incumplido sistemáticamente estos compromisos.
Como prueba, el propio ministro de Educación del gobierno militar, Al-Tihami al-Zein, reconoció que los alumnos que participen en la guerra junto al ejército o las milicias afines quedarán exentos del pago de matrículas en todas las etapas de la educación pública. La medida generó un rechazo masivo dentro y fuera del país.
La Comisión Europea también señala que el ejército mantiene alianzas con grupos armados en Darfur, Jartum y Al Jazira —como el Movimiento de Liberación de Sudán de Minni Minnawi, el Movimiento Justicia e Igualdad y las Brigadas Al-Baraa bin Malik—, todas ellas acusadas de reclutar niños.
Según redes de derechos humanos sudanesas, el ejército ofrece dinero a los menores bajo la figura de «voluntarios» o «movilizados». Muchos tienen apenas 15 o 16 años y reciben unos 1.000 dólares junto con un arma. Además, algunos niños son utilizados como espías a cambio de unos 10 dólares por misión.
Estados Unidos también ha denunciado estos abusos. El informe del Departamento de Estado sobre trata de personas en Sudán señala que el gobierno no ha investigado ni procesado a responsables por el reclutamiento de menores y ha abandonado los mecanismos de control para impedir que el ejército siga utilizándolos.
Ante estas cifras y testimonios estremecedores, es posible recordar al gobierno de Pedro Sánchez la resolución del Parlamento Europeo de marzo pasado sobre la crisis política, humanitaria y de derechos humanos en Sudán, especialmente las violaciones de los derechos de la infancia. España puede impulsar en la UE sanciones contra los responsables militares implicados en el reclutamiento infantil, como Abu Aqla Keikel, líder de las Fuerzas Escudo de Sudán y cercano al general Abdelfatah al-Burhan.