Publicado: julio 13, 2025, 7:00 am
Fueron más de seis décadas las que Victoria de Inglaterra estuvo al frente del reinado, cerca de las siete que estuvo Isabel II. Con 18 años heredó el trono, que le perteneció hasta que falleció con 81 años, conformando durante esos más de 63 años lo que se conoce como la era victoriana.
Pero, además de contribuir como monarca a que fuese un período de grandes cambios sociales, políticos e industriales en el Reino Unido, Victoria de Inglaterra sentó las bases de una de las tradiciones más representativas de la familia real británica. Una tradición que nada tiene que ver con política o monarquía, sino con su amor por los animales.
La conexión de la familia real británica con los perros se ha terminado convirtiendo en algo histórico. Según la revista Paris Match, la tatarabuela de Isabel II tuvo más de 88 perros a lo largo de su vida y desde pequeña mostró su fuerte afinidad con ellos.
Las mascotas de Victoria de Inglaterra
La revista francesa desvela que la primera mascota conocida de la que fue monarca durante la era victoriana fue un Cavalier King Charles Spaniel llamado Dash. Falleció en 1840 y Victoria del Reino Unido mandó a que lo enterraran en el parque del castillo de Windsor y añadiesen una emotiva inscripción en su honor.
Ese mismo año, la reina se casó con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo y Gotha, que compartía su amor por los animales y se llevó a Inglaterra a su galgo Eos, que estuvo presente con ellos incluso en su luna de miel.
Victoria de Inglaterra continuó desde ese momento ampliando su colección de mascotas con perros de razas poco comunes para aquella época en Reino Unido y, en 1845, dio la bienvenida a Deckel, su primer perro salchicha y no el último, pues incorporó otros ejemplares de la misma raza, entre ellos Waldman VI, su favorito.
Pero en las décadas de 1860 y 1870 la reina Victoria empezó a decantarse por su raza favorita, los collies de pelo liso, de los que tuvo más de 88, destacando Sharp, su favorito, con quien aparece en numerosas fotografías.
En 1861 llegaba por primera vez a Reino Unido un Pekinés que, como no podía ser de otro modo, fue un obsequio a la reina Victoria, que lo llamó Looty. Pero, entre la colección de la monarca también había fox-terriers, bassets, spitz, épagneuls, lévriers, skye-terriers y loulous de Poméranie.
Esa relación con los perros sigue vigente en la familia real británica. La reina Isabel II también mostró gran amor por el animal que se consideran el mejor amigo del hombre, en concreto por los corgis y los dorgis. Su hijo, Carlos III de Inglaterra continúa la tradición y sigue rodeado de perros en la corte.
El chenil real de Windsor
Tal era la colección de la reina Victoria que, durante su reinado, mandó a construir un chenil real en Windsor, cerca de Adelaide Cottage. El refugio para perros tenía un aforo de hasta 55 perros y estaba completamente equipado con nichos calefaccionados y jardines privados para cada pareja de canes, comodidades muy poco habituales para la época.
Dentro del chenil tenía un apartamento decorado con retratos de sus perros favoritos, algunos incluso con mechones de pelo de los propios canes incrustado en los marcos.
El compromiso de la reina por la protección animal
El amor de Victoria de Inglaterra por los perros fue más allá, lo que la llevó a promover la protección animal en el Reino Unido. Desde que se convirtió en jefa del Estado en 1837, la tatarabuela de Isabel II fue madrina de la Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals (RSPCA), una organización benéfica de bienestar animal, la más antigua y grande del país.
Décadas más tarde, también patrocinó el refugio canino de Battersea, donde la actual reina Camilla adoptó a sus mascotas, Jack Russells Beth y Bluebell en 2011 y Moley en 2025.