Publicado: junio 22, 2025, 6:23 am
Los bombardeos iniciados por Israel contra Irán el pasado 13 de junio que han desembocado en una guerra sin precedentes entre las dos mayores potencias de Oriente Medio tienen detrás varios objetivos. Por un lado, el que Israel puso sobre la mesa los primeros días como justificación de su agresión: acabar con el programa nuclear iraní. Y por otro, el que con el paso de los días han hecho públicos los líderes israelíes: derrocar la República Islámica de los ayatolás. Este último es un objetivo que persigue también la oposición iraní en el exilio y que bajo el Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI), uno de los grupos más antiguos de oposición al régimen de Teherán, ha pedido esta semana desde el Parlamento Europeo que «el pueblo de Irán y la resistencia organizada» aproveche el contexto actual para «derrocar al régimen».
La presidenta del CNRI, Maryam Rajavi, describió la situación actual como un «capítulo nuevo clave» para su país y las dinámicas de la región. Sobre todo tras el derrocamiento del régimen de Bachar al Asad en Siria, que la oposición iraní apunta como un ejemplo de como internamente se puede acabar con un régimen que parece fuerte desde fuera. «La crisis ha engullido a la dictadura clerical. Esto es una realidad visible para todos y especialmente a los que han visto lo que ha pasado en Siria», dijo ante un grupo de eurodiputados.
«El problema iraní, en su conjunto, va mucho más allá del programa nuclear del régimen. En esencia, la cuestión de Irán es el conflicto fundamental entre el pueblo iraní y su resistencia, por un lado, y la dictadura religiosa, por el otro», ha asegurado. La alternativa política, añadió, «no puede ser impuesta desde arriba» sino que debe partir del pueblo iraní y su resistencia organizada. «No queremos dinero ni armas, lo que siempre hemos querido es resistir, igual que los europeos hicisteis contra el fascismo», dijo Rajavi, que apenas mencionó a Israel durante la ponencia. La Unión Europea ha insistido estos días que un cambio de régimen en Irán no forma parte de su posición común sobre el conflicto en la región e insistió en que la diplomacia debe prevalecer para lograr una paz duradera y no la acción militar, después de que Estados Unidos se esté planteando implicarse en el conflicto junto al Estado hebreo.
Los problemas del CNRI para organizar a la disidencia
El Consejo Nacional de Resistencia de Irán es una coalición política que dice buscar «el fin de la dictadura religiosa y promover un Irán libre y democrático». El CNRI asegura aglutinar a la oposición iraní en el exilio desde el año 1981. En ese año, la organización que más peso tiene en el CNRI, los Muyahidines del Pueblo de Irán (MEK), dejaron de apoyar a los ayatolás, pese a que hasta entonces habían combatido en el mismo bando contra el derrocamiento del sha, Mohammad Reza Pahleví.
El MEK, una organización de inspiración marxista e islamista, fue considerada un grupo terrorista por Estados Unidos y Europa durante años, ya que como parte de la oposición al régimen de los ayatolás, luchó junto a Sadam Hussein durante la invasión de Irak. Años en los que se les acusó de numerosos abusos y violaciones de derechos humanos. Con el tiempo, este grupo pasó a difuminarse en el CNRI y en enero de 2009 dejó de estar en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. Estados Unidos siguió los mismos pasos en septiembre de 2012 tras forzar que el MEK renunciara públicamente a la violencia.
De hecho, fue el MEK el que a principios de siglo sacó a la luz las instalaciones nucleares secretas, lo que se ha considerado por el régimen de los ayatolás y parte de la población como una traición por dar información al enemigo. Para Daniel Bashandeh, analista político especializado en Irán y Oriente Próximo, fue precisamente ese apoyo a Saddam y la colaboración con EEUU la que provocó el descrédito por parte de la población iraní. «No cuentan con legitimidad y están alejados de la realidad de Irán», explica Bashandeh, que agrega que la ideología que tienen, «una especie de teología de la liberación sin clerecía», es «ajena al Irán de hoy».
Según explica a 20minutos Juan Carlos Pastor, doctorando en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro La política exterior de Irán, el CNRI tiene «cierto poder en el exterior, concretamente en los núcleos donde reside la población exiliada o la diáspora (Estados Unidos, Francia y Reino Unido)», pero es «complicado pensar que un organismo que está estrechamente ligado a intereses extranjeros tenga mucho arraigo en la población iraní, especialmente en las menos urbanas». «Solo tendrían éxito si la población iraní acepta que la solución venga de fuera y no de dentro del país», agrega.
La aparición de Reza Pahlaví, hijo del sha
Otra de las figuras mediáticas de la oposición iraní —aunque sin vínculos directos con el CNRI— es Reza Ciro Pahlaví, teórico heredero del último sha de Irán. Pahlaví, de 64 años, pidió este martes en un video difundido en redes sociales que el pueblo iraní protagonizara un «levantamiento», aprovechando el proceso de «colapso» de la República Islámica. Además, aseguró que tenía un plan para establecer un gobierno nacional y democrático y que el actual líder, el ayatolá Ali Jameneí, «se estaba ocultado en la clandestinidad como una rata asustada».
Pahlaví, quien reside en Estados Unidos, aseguró que «el aparato represivo del régimen se está desmoronando” y que «solo falta un levantamiento nacional para acabar con esta pesadilla de una vez por todas». «Ahora es el momento de alzarse; el momento de recuperar Irán», declaró. Pahlaví pidió a los iraníes no temer una posible guerra civil ni un escenario de inestabilidad, al asegurar que desde la oposición ya disponen de «un plan para el futuro de Irán y su prosperidad». «Estamos preparados para los primeros cien días tras la caída, para el período de transición y para el establecimiento de un gobierno nacional y democrático, por y para el pueblo iraní», detalló.
Juan Carlos Pastor asegura que, como ocurre con el CNRI, la figura de Pahlavi «tiene repercusión» en ciertos ambientes en el extranjero, «pero dentro de Irán la mayoría de movimientos sociales no están orientados a cambiar una teocracia por una nueva monarquía, sino a lograr consolidar un sistema democrático». En el mismo sentido se expresa Bashandeh, que afirma que «si bien Pahlavi apoya a Israel y EEUU, el apoyo de estos países no es mutuo». «En caso de llegar al poder sería visto como un títere impuesto por estos dos países«, agrega.
Oposición interna, entre la lucha y defenderse de Israel
La situación interna de Irán ha provocado en los últimos años importantes protestas: desde las desatadas por el asesinato por parte de la llamada ‘policía de la moral’ a Mahsa Amini por no usar su hiyab correctamente, hasta las producidas por la difícil situación económica. Detrás de todas ellas hay un descontento social que ha creado de manera más o menos organizada un levantamiento en el que el régimen ha respondido con represión y muertes.
Aunque es precisamente esto lo que tratan de azuzar desde el exilio e incluso el propio Gobierno de Israel durante sus bombardeos, el odio al enemigo exterior está siendo usado a su favor por parte de las autoridades iraníes. «Está por ver hasta qué punto la República Islámica puede gestionar la estabilidad interna y sus ataques a Israel. Sobre todo, en caso de que EEUU finalmente decida entrar», explica Bashandeh. El analista cree que «por el momento no hay fisuras internas en el régimen» que pueda hacer un golpe palaciego y «el foco está puesto en la agresión», pero todo dependerá de «el tiempo que dure» esta situación.
No obstante, en caso de que Israel y EEUU decidan acabar con Jamenei, como ha dejado caer el propio presidente estadounidense, Donald Trump, esta semana, «la cuestión clave será cómo se configure un nuevo poder interno capaz de garantizar la estabilidad», dice el analista. Aquí, la «llave la tendrá el Pasdarán», como se conoce a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica. «Cualquier cambio político tendría que darse desde dentro de Irán. La experiencia de Iraq nos enseñó que los cambios desde fuera pueden ser devastadores para la población y su desarrollo político», sentencia.