Publicado: octubre 7, 2025, 10:30 pm
Desde aquel agosto de 2020 en el que le diagnosticaron un cáncer de mama metastásico, Raquel Campoy, de 44 años, ha pasado “por muchos altibajos y recaídas”, dice. Ahora, está estable, pero la enfermedad no se ha ido. Sigue ahí. Y cada revisión médica es un momento de “muchísimo miedo y estrés”, cuenta. A su lado, Raquel Juárez, de 49, asiente serena. Ella lleva desde 2014 con ese mismo diagnóstico: “Vives continuamente con incertidumbre, en espera”. Estos tumores no tienen cura y a ellas solo les queda agarrarse muy fuerte a su única tabla de salvación: la ciencia. “Esta enfermedad no se cura y los avances son tan importantes que son vitales”, se explica Campoy: “Esto es como una escalera, y los peldaños son la investigación y los nuevos tratamientos. Lo importante es que no se acaben, pero tenemos compañeras que están en el último escalón. Después es caer al vacío”.