Publicado: abril 30, 2025, 1:23 am
La guerra de Vietnam terminó poco más de seis meses antes de morir el dictador Francisco Franco. Coincidió con mi quinto de bachillerato cuando ya quería ser periodista. Mi obsesión por los sellos, mis viajes con la mente a los países que se iban rejuntando en mi colección filatélica y mi deseo de viajar de verdad influyeron para decidirme por el periodismo.
Con quince años iba cada día al instituto con un periódico debajo del brazo. Confieso que era deportivo, pero era el único estudiante con aquella curiosa costumbre que se gastaba sus ahorros en el quiosco y, además, era el mejor informado sobre deportes. En el verano de 1975 empecé a comprar periódicos de información general y me leía todo lo que salía en la sección Internacional.
Y ahí empecé a seguir a un grupo selectivo de periodistas, muchos de los cuales habían trabajado en la guerra más televisada de la historia, la guerra que sí que nos contaron. Eran mis vacas sagradas. A algunos los conocí muchos años después. Con otros hice grandes amistades que se mantienen hasta hoy con los que siguen vivos.
Mi generación vivió aquella guerra como niños, crecimos y estudiamos en el instituto y en la universidad con las guerras de Líbano y Afganistán, aprendimos el ABC del periodismo en Centroamérica y nos hicimos un nombre en los Balcanes. Después, las guerras nos han perseguido por todos los continentes o nosotros hemos querido ver con nuestros ojos esa sorprendente habilidad del ser humano por destrozar y matar.
El dream team del periodismo español que cubrió la guerra de Vietnam estaba formado por Miguel de la Quadra Salcedo, Diego Carcedo, Javier Pérez Pellón, Luis María Ansón, Luis Calvo, Eugenia Serrano (la única mujer), Fernando Sánchez Dragó, Pedro Maria Herrero, Fernando Mújica, Juan Ramon Martínez, Manuel Leguineche, César Pérez de Tudela, según recordaba Inmaculada Gómez Mardones en un reportaje en 1985.
Fueron enviados especiales de Televisión Española, ABC, Arriba, La Gaceta del Norte, Pueblo, Nuevo Diario, Madrid. La mayoría de los diarios ya han desaparecido. Estamos hablando de una época pre-democrática del periodismo español. Diarios que no se amoldaron bien a la transición y desaparecieron poco después.
Hasta Arturo Pérez Reverte era demasiado joven para cubrir aquella guerra tal como recordaba en una columna que le dedicó a Fernando Mújica, “hermano de guerra, hermano de sangre”, cuando murió en 2016: “Fernando era valiente y flemático. También era cinco años mayor que yo, y por eso siempre le envidié dos guerras para las que llegué tarde: la de los Seis Días y la de Vietnam”.
En el Museo de los Vestigios de la Guerra de Saigón (llamada oficialmente Ciudad Ho Chi Minh desde 1975), hay una sala dedicada a los fotógrafos internacionales y vietnamitas muertos en la guerra de Vietnam gracias a la iniciativa de Horst Faas, fallecido en 2012, editor gráfico de Associated Press en Vietnam y ganador de dos premios Pulitzer. En el libro Requiem, publicado en 1997, publicó imágenes de todos los fotógrafos muertos durante aquella cobertura, incluidos los que documentaron lo ocurrido desde el lado comunista.
Parte de la colección fotográfica se muestra permanentemente en el impresionante museo de Saigón que es visitado por casi todos los extranjeros que visitan Vietnam y por centenares de miles de vietnamitas cada año. Aparecen imágenes escabrosas sobre las violaciones de los derechos humanos de los soldados estadounidenses.
Coincidiendo con el cincuenta aniversario del fin de la guerra que se conmemora este 30 de abril, los vietnamitas se fotografían con banderas de su país entre la chatarra bélica que se ha podido recuperar de los campos de batalla y que muestra sin fisuras el poderío militar de Estados Unidos durante una guerra que acabó con una histórica derrota.
Muchas fotografías son muy conocidas porque las hicieron fotógrafos muy famosos como el británico Larry Burrrows, que trabajaba para Life, el francés Henri Huet de la Associated Press, Gilles Caron, Dickey Chapelle, Dana Stone, Kyoichi Sawada. Algunos de ellos murieron o están desaparecidos.
Entre los desaparecidos destaca Sean Flynn, hijo del actor Errol Flynn. Pudo ser capturado y ejecutado por un grupo de jemeres rojos camboyanos cuando atravesaba la frontera entre Vietnam y Camboya en abril de 1970. En 1984 fue declarado legalmente muerto. En 2010, se encontraron restos humanos en la zona donde se perdió su rastro. Pero los forenses descartaron que se tratase de él.
El excéntrico fotógrafo de Apocalipse Now, encarnado por un grandísimo Dennis Hopper, pudo estar influido por la personalidad de Sean Flynn o ser el arquetipo de fotógrafos como Tim Page, Don McCullin o Patrick Chauvel,que se debatían entre la atracción por la guerra y la necesidad de mostrar un documento humanista de la tragedia.
135 fotógrafos murieron en la guerra de Vietnam, entre ellos 76 vietnamitas y 19 camboyanos, 16 estadounidenses, 12 franceses, 4 japoneses y varios de Australia, Austria, Inglaterra, Alemania, Suiza, Argentina y Singapur.
La libertad de movimiento y el acceso a las zonas más conflictivas dadas por el ejército de Estados Unidos permitió una de las coberturas más excepcionales de la historia. La idea de ganarse a la prensa provocó que el flujo constante de imágenes deteriorase la imagen del ejército más poderoso del mundo entre sus propios ciudadanos y la opinión pública mundial. William Westmoreland, comandante de las fuerzas estadounidenses y de sus aliados en la Guerra de Vietnam entre 1964 y 1968, aseguró que se perdió la guerra contra la prensa, no contra el Vietcong.
Todo el país está repleto de banderas. Cada noche los puentes y los principales edificios se iluminan de colores. Los vietnamitas acuden en masa a visitar los museos de la guerra y los principales emplazamientos históricos de aquella guerra que supuso millones de muertos y un desastre económico que duró décadas.
Cincuenta años después del fin de aquella guerra y de la unificación, la República socialista unitaria marxista-leninista unipartidista, que lleva cuatro décadas coqueteando con el capitalismo y que ha conseguido unos niveles de crecimiento económico espectaculares, se prepara para conmemorar con grandes desfiles aquella victoria histórica que es vivida con gran orgullo por sus ciudadanos.