Publicado: junio 1, 2025, 8:07 am
¿Elegir FP es renunciar a la universidad? ¿Es el bachillerato la única vía hacia una carrera universitaria? La respuesta es un rotundo ‘no’ en ambos casos. El sistema educativo ha cambiado, la sociedad ha evolucionado y lo que antes eran caminos casi excluyentes hoy tienen más puntos y puentes en común de lo que muchas personas imaginan. En este nuevo contexto, cada vez más estudiantes combinan ambos caminos a lo largo de su vida. Es una realidad respaldada por leyes, por datos y por nuevas fórmulas educativas que apuestan por lo mejor de los dos mundos. Tal como explica Joaquín Aldás, investigador del Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) y codirector del U-Ranking que promueve la Fundación BBVA, «la legislación actual permite que cualquier estudiante de FP de Grado Superior acceda directamente a la universidad (Ley Orgánica 3/2020 de 29 de diciembre) sin necesidad de tener que realizar la EBAU obligatoriamente, aunque sí se puede hacer de forma voluntaria para subir nota (hasta un máximo de 14). Esta posibilidad, recogida en el Real Decreto 659/2023, es clave para entender la nueva fluidez entre ambas vías». Además, «existe un reconocimiento mutuo de créditos entre la FP y la universidad cuando hay relación entre el ciclo cursado y el grado universitario. Es decir, un estudiante de FP no parte de cero si accede a un grado relacionado. Y aunque menos habitual, también se está explorando el camino inverso: estudiantes universitarios que, tras terminar una carrera con baja inserción laboral, optan por complementar su perfil con una FP técnica», explica Aldás. Uno de los grandes catalizadores de esta convergencia ha sido la formación dual. En FP ya es obligatoria una parte práctica en empresa, pero muchas universidades están empezando a incorporar este enfoque dual a sus propios grados, inspiradas en el modelo alemán en el que la La implicación de todos los agentes es muy alta: las cámaras de comercio asesoran a las empresas que imparten la formación, comprueban el equipamiento de las empresas y organizan los exámenes. Los sindicatos y las asociaciones de empleadores negocian el nivel de remuneración que reciben los jóvenes durante su formación y participan en la redacción de normas para la formación en las empresas. El Estado financia y supervisa el sistema de centros de formación profesional y apoya a los jóvenes desempleados o desfavorecidos que buscan una plaza de formación profesional. Según Cristina María Torres Muñoz, directora del Centro de Estudios de Formación Profesional de la UCJC, casi el 40% de las universidades españolas tienen ya alguna titulación dual, donde la empresa participa en el diseño del currículum y la formación se realiza de forma alterna entre el aula y el entorno laboral. Este enfoque, según los expertos, mejora significativamente la empleabilidad de los titulados, al permitirles desarrollar tanto conocimientos académicos como habilidades prácticas desde el inicio. «De hecho. Hoy en día ya se están diseñando itinerarios integrados entre FP y universidad que permiten al estudiante obtener ambas titulaciones en menos tiempo y con contenidos conectados -explica Torres Muñoz-. Por ejemplo, se puede cursar un ciclo superior de Marketing y, tras dos años, incorporarse a un grado universitario del mismo ámbito, con reconocimiento de módulos ya cursados. En cinco años, el alumno puede tener una doble titulación (FP + Grado). Estos modelos ofrecen muchas ventajas: mayor empleabilidad, formación práctica y teórica, y una adaptación más dinámica a los cambios del mercado. Es la formación «360 grados» que muchas empresas demandan hoy». En la concreción del diseño de itinerarios formativos, con un título de Técnico Superior en FP es posible matricularse en cualquier carrera universitaria. No obstante, en la práctica, los itinerarios formativos entre FP y universidad están influenciados por la familia profesional del ciclo, que tendrá preferencia en ciertas ramas de conocimiento universitarias. A pesar de los avances, aún existen barreras burocráticas, curriculares y sociales que dificultan la plena integración entre la FP y la universidad. Estas barreras incluyen diferencias en los criterios de convalidación de créditos y la falta de conexión entre los sistemas educativos y el mercado laboral. La disparidad de normativas entre comunidades autónomas también representa un desafío importante. Para mejorar la integración de la educación superior en España, Torres Muñoz considera que es necesario abordar las barreras de manera integral mediante la reducción de los costes asociados a la educación, mejora de las infraestructuras y servicios de apoyo, flexibilización de los planes de estudio y la simplificación de los trámites administrativos, «además es vital el fomento de una cultura de inclusión y equidad que permita a todos los estudiantes, independientemente de su situación socioeconómica o personal, acceder y permanecer en la educación superior», afirma. En cuanto a los consejos de los expertos para estudiantes de 4º de la ESO que en estos días deciden entre bachillerato y FP, Joaquín Aldás los resume en dos claves: información y autoconocimiento: «Información: para acceder a la universidad, si ese es definitivamente el objetivo, se puede acceder tanto por la vía del bachillerato como por la vía de la formación profesional de grado superior. En el caso de hacer bachillerato, hablamos de dos años más la EBAU, mientras que en el otro de cuatro años (dos de grado medio y dos de grado superior), sin que sea necesaria la EBAU. Eso sí, que no sea necesaria la EBAU no debe hacer olvidar que en muchos grados universitarios la nota de corte supera el 10 que es el máximo que puede obtenerse mediante la media de las notas de la FP, por lo tanto, es muy probable que sea necesario realizar la fase voluntaria. Autoconocimiento: ¿Se tiene claro qué grado quiere hacerse porque hay una fuerte vocación? La vía del bachillerato es más directa. ¿No se tiene claro, ni siquiera se sabe si se quiere o no cursar un grado universitario?: la Formación Profesional da grandes expectativas de inserción laboral y tiempo para decidir. Si llegado el momento, a los cuatro años, se ve con claridad el deseo de seguir estudiando, las puertas de la universidad están abiertas, pero si no es así, el mercado de trabajo es más accesible que tras el bachillerato, además con fuertes primas de inserción y salariales respecto a la enseñanza obligatoria». No hay que olvidar que el camino del bachillerato hacia la FP está siempre abierto también si la experiencia no funciona y al acabar el bachillerato se tiene dudas sobre acceder o no a la universidad, de hecho Aldás explica que, aunque se ha reducido en las últimas modificaciones legislativas y hay diferencias entre comunidades autónomas, suele ser superior el porcentaje de plazas de la formación profesional de grado superior reservadas para estudiantes de bachillerato que para los egresados de los grados medios. Roi Álvarez es director del Colegio Guzmán el Bueno de Madrid en el que los alumnos de 4º de la ESO deciden en estos días qué camino tomarán, ya que este centro imparte las dos modalidades. «Es una de las primeras grandes decisiones académicas, de esas que dan cierto vértigo y es verdad que dentro de la importancia que tiene, debe quedar claro que cualquier opción es muy buena siempre que se tenga claro que se continuará estudiando -explica-. Como resumen muy sencillo que en nuestro centro damos como base, y que suele aclarar bastante, recomendamos estudiar bachillerato siempre que no se tenga claro una profesión o sector concreto profesional, y siempre evitamos que los alumnos decidan ir a un grado medio como medida de huida del bachillerato, siendo en nuestra experiencia un gran error». Ávarez precisa que «si algún alumno tiene claro a qué dedicarse, aunque sea a nivel universitario, empezar a especializarse en una FP de grado medio es una grandísima opción teniendo, además, un camino seguro hacia la universidad, de mucha especialización y con experiencia profesional»·. Por la contra, considera que «todo lo que sea no tener una profesión concreta o estar muy orientado a ciertas especialidades profesionales (fisioterapia, algunas ingenierías.) que no tienen algo muy relacionado en FP continuar con los estudios de bachillerato puede ser la mejor alternativa pues, además, es seguir en un formato ya conocido por los alumnos». Por su parte, Cristina María Torres Muñoz considera que la colaboración entre la formación profesional (FP) y la universidad ofrece a los estudiantes una oportunidad única para iniciar una trayectoria académica integrada que combina lo mejor de ambos mundos. «Al optar por modelos educativos que integran la FP y la universidad, los estudiantes pueden adquirir tanto habilidades prácticas como conocimientos teóricos, lo que les proporciona una formación completa y versátil». Considera que este enfoque no solo fortalece su preparación académica, sino que también mejora significativamente su empleabilidad, ya que los graduados están mejor equipados para satisfacer las demandas del mercado laboral actual. La combinación de experiencia práctica y formación teórica facilita una transición más fluida al mundo laboral, aumentando las oportunidades de empleo y permitiendo a los estudiantes adaptarse rápidamente a los cambios y desafíos del entorno profesional».