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La contracultura Gen Z no huele a tabaco ni a copas, sino a café y cenas tempranas

Publicado: agosto 19, 2025, 10:23 am

La contracultura Gen Z no huele a tabaco ni a copas, sino a café y cenas tempranas

Cenar a las siete de la tarde, o incluso antes, era hasta hace poco un gesto asociado a turistas del norte de Europa o a jubilados que sorprendían a los camareros por su puntualidad. Pero esa postal costumbrista se está transformando. Una nueva generación, la Z, ha convertido la cena temprana en un acto de modernidad: reservan mesa a las seis, piden mocktails en lugar de cócteles y, en paralelo, reinventan hasta las fiestas con café.

Cenando temprano. Según un reportaje de The Times, los restaurantes londinenses registran un crecimiento de las reservas a las 18:00 de un 11% respecto al año pasado, y la nueva hora media nacional para cenar es 18:12. Lo que antes era un turno vacío ahora está lleno de comensales jóvenes que buscan tranquilidad, trenes a tiempo y un ambiente donde la conversación se escuche mejor que la música de fondo.

Una tendencia que ya estaba asentada en Estados Unidos. Según The Wall Street Journal, los restaurantes sirven al 10% de sus clientes entre las 14:00 y las 17:00, el doble que en 2019. Broadway adelanta funciones a las siete de la tarde y los cines han sustituido estrenos nocturnos por matinés. Incluso en Nueva Orleans, donde las fiestas solían empezar a la una de la madrugada, los conciertos ahora terminan antes de las once.

¿Por qué esta prisa por cenar? Lo que comenzó como una anomalía pospandémica se ha convertido en un cambio estructural. “Quienes teletrabajan suelen empezar y terminar antes, lo que, naturalmente, lleva a cenar más temprano”, ha explicado la profesora Lucia Reisch, de la Universidad de Cambridge, en The Times. El confinamiento rompió rutinas y permitió a muchos replantearse los horarios. La idea de llegar a casa a las nueve de la noche después de cenar empezó a perder atractivo.

Para los restauradores, este giro cultural abre un nuevo frente. El chef Joe Laker, en su local Counter 71 de Shoreditch, Londres, lo ha resumido así en el mismo medio: “Muchos de nuestros huéspedes ahora viven más lejos que antes. Quieren cenar temprano para no tener que correr para coger el último tren”. Su menú de £50 a las seis de la tarde no es solo un cambio gastronómico, sino un símbolo de accesibilidad: alta cocina sin la exigencia de un cierre tardío.

Bienestar antes que bullicio. El movimiento no se explica solo por la logística. Hay una conciencia creciente de que comer tarde afecta al cuerpo. Según Vogue, la Generación Z está popularizando el ayuno intermitente en su versión 12/12, con un rango ideal de cena entre las 17:30 y las 19:00. El Dr. Joseph Antoun lo ha explicado como una cuestión circadiana: “Ese lapso le da al cuerpo tiempo para digerir antes de que se active la reparación celular nocturna”.

La cena temprana no solo es digestiva: es preventiva. “Salir a comer se está convirtiendo en una forma de socializar sin sacrificar otros objetivos”, ha apuntado Linda Haden, de Lumina Intelligence, en The Times. Eso se traduce en hábitos visibles: más batidos y menos cócteles en las mesas, rutinas de skincare antes de dormir y entrenamientos matutinos sin resaca.

Menos alcohol, más café. La Generación Z, como ha subrayado Business Insider, se relaciona de manera distante con el alcohol. Prefieren experiencias “sobrias” y bebidas funcionales. No es casualidad que las raves también estén mutando. Como hemos explicado en Xataka, en ciudades como Madrid o Barcelona triunfan las coffee raves: fiestas matutinas en cafeterías convertidas en clubes donde los jóvenes bailan con capuchinos en la mano.

Lo que en otras épocas era sinónimo de rebeldía —el exceso, el blackout, la resaca— ahora se sustituye por un acto igual de contracultural: mantenerse lúcido, bailar al amanecer y conectar con los demás sin necesidad de sustancias. “No quería renunciar a la diversión de salir, pero tampoco quería seguir girando en torno a algo que me enfermara”, confesaba Lauren Brenc, fundadora de The Oracle Project, en un reportaje sobre estas fiestas.

Un consumo con conciencia. El trasfondo de esta transformación es más amplio que un cambio de horario. Según un informe de Capgemini, el 73% de los consumidores de la Generación Z prioriza productos sostenibles, frente al 64% global. La cena temprana es solo una pieza más de un estilo de vida donde se cuidan la salud, el planeta y el bolsillo.

En otras palabras, el descanso, la dieta, el deporte y la gestión del dinero se han convertido en pilares del día a día. Comer antes es, en ese sentido, estratégico: menos gasto en copas posteriores, más horas de sueño y más energía al día siguiente.

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Mesa para las seis. “Cenar a las 18:00 indica el final de la jornada laboral. No se trata solo de comer, sino de recuperar tiempo”, ha detallado el analista Peter Backman a The Times. En ese gesto aparentemente simple —pedir mesa a las seis de la tarde— la Generación Z está reformulando la relación entre trabajo, ocio y salud.

La cena temprana, que antaño se asociaba con turistas nórdicos y jubilados, se convierte ahora en símbolo de modernidad. No es solo un cambio de menú ni de reloj: es un reflejo de cómo los jóvenes reescriben sus formas de socializar, cuidarse y proyectar el futuro.

Imagen | Unsplash

Xataka | La Gen Z se ha desentendido tanto del vicio que está celebrando raves diurnas con café y «sound healing»

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La noticia

La contracultura Gen Z no huele a tabaco ni a copas, sino a café y cenas tempranas

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Alba Otero

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