Publicado: abril 27, 2025, 10:03 am
Tener nociones suficientes para gestionar correctamente las finanzas es cada vez más necesario y a la vez más difícil porque el mundo también se complica desde el punto de vista económico. Para que un país tenga una buena cultura financiera se debe comenzar a trabajar ya en edades tempranas e instituciones como la Comisión Europea o la OCDE recomiendan a los países europeos que incluyan en sus currículos escolares la educación financiera, algo que todavía no ocurre en España. No obstante, se está avanzando con el Plan de Educación Financiera y también son cada vez más entidades las que trabajan con niños y adolescentes en los centros educativos. Tal y como recuerda Elisa Chuliá, profesora de Sociología de la UNED e investigadora de Funcas, atendiendo a los datos que proporcionan las dos fuentes de datos más completas de las que disponemos, la Encuesta de Competencias Financieras (ECF) del Banco de España a población española entre 18 y 79 años, y el módulo sobre competencias financieras de las pruebas PISA (OCDE) a estudiantes de 15-16 años (2023), «la cultura financiera de la población española no ha avanzado sustancialmente en los últimos años». La ECF mide los conocimientos financieros fundamentalmente mediante tres preguntas generales sobre la inflación, el interés compuesto y la diversificación del riesgo. En la ECF de 2021 solo la mitad de los entrevistados acreditó conocer estos tres conceptos financieros básicos», indica la docente. En cuanto a los resultados que obtuvieron los estudiantes españoles en las pruebas PISA de 2022, «sus competencias financieras se sitúan por debajo de la media de la OCDE y, lo que resulta más desalentador, empeoraron ligeramente respecto al anterior informe, elaborado en 2018», resalta Chuliá. A pesar de estos datos, la profesora de Sociología recuerda que medir la cultura financiera no es una cuestión sencilla, tanto porque el mismo concepto incluye diferentes dimensiones (conocimientos, valores, decisiones y comportamientos habituales y puntuales, etc.), «sino también porque las preguntas clásicas que se utilizan para medirla y compararla internacionalmente ofrecen información escasa y fragmentaria». Además, la escasa periodicidad de las grandes encuestas sobre educación financiera dificulta un seguimiento pormenorizado de las variables clave. Desde CECA, la asociación de cajas de ahorros y bancos, hablan de una «sensible mejora» en los últimos años de los conocimientos financieros de los españoles. «No obstante, aún queda mucho por avanzar y sigue existiendo una gran necesidad de concienciar a la población sobre la importancia de adquirir conocimientos financieros para tomar decisiones informadas», explica Alberto Aza, portavoz de CECA. La evidencia demuestra que las personas con bajo nivel de educación financiera son más propensas a la quiebra, «mientras que las que cuentan con niveles adecuados son capaces de planificar a largo plazo, tienen resuelta la jubilación, mantienen unos niveles de endeudamiento bajos y un ahorro suficiente para hacer frente a situaciones adversas», resalta. Y menciona el último informe de la Comisión Europea que sitúa a España entre los países con menor cultura financiera: el 30% carece de nociones básicas en esta materia. Recuerda que la falta de conocimientos financieros afecta de manera más notable a los jóvenes, las personas mayores, las personas en riesgo de exclusión social y a las que tienen un bajo nivel educativo, «de ahí la necesidad de desarrollar programas de formación específicos dirigidos a estos colectivos». Laia Moreno Maillo, responsable de Formación/Educación Financiera de la Fundación ICO, sí que cree que en líneas generales en España «hay una mayor cultura financiera y, sobre todo, cada vez hay una mayor conciencia de la importancia de la misma». Consciente de las diferencias en la situación y en la probable evolución de distintos sectores de la población (por edad, por nivel de estudios, por género y otros) resalta que gracias a esa mayor conciencia y a todas las iniciativas en marcha «esas diferencias deberían reducirse paulatinamente». Una cultura financiera que es «una herramienta personal y social de gran valor». Dota a las personas de mayor seguridad: «seguridad en sí mismas y frente al mundo en que viven, cada vez más complejo, al tiempo que les abre oportunidades de crecer y prosperar; y dota a las sociedades de una mejor capacidad de respuesta ante las crisis y los cambios, haciéndolas menos vulnerables», resalta la responsable. La Fundación ICO tiene el compromiso de seguir impulsando, desde su ámbito de actuación, toda iniciativa que aporte valor en esta materia, «de forma especial aquellas dirigidas a la educación financiera en las escuelas y entre los mayores de 65 años». Recuerdan que llevar a cabo esta formación «es una responsabilidad compartida y, sin duda, las instituciones públicas tienen un papel importante en ello, como se está demostrando con iniciativas como el Plan de Educación Financiera, en el que colabora la Fundación ICO, y que está liderado por el Ministerio de Economía, Banco de España y la CNMV», resaltaMoreno Maillo. También habla del papel que juegan las familias, «fundamental que tengan conciencia de la relevancia de contar con educación financiera en las decisiones del día a día». Es consciente de que no todas las familias están en condiciones de dar a los niños y niñas a su cargo la educación financiera deseable, al no tener los conocimientos suficientes. «En este punto surge otro de los motivos de la importancia de la educación financiera: su carácter ‘igualador’; y por eso somos muchas las instituciones públicas y privadas que trabajamos con el objetivo de acercar la educación financiera a todos los distintos colectivos», puntualiza. La investigadora de Funcas señala que aunque disponer de conocimientos financieros no es una condición suficiente para adoptar decisiones financieras prudentes y razonables, «por pura lógica, sí cabe afirmar que esos conocimientos favorecen ese tipo de decisiones». En general, la investigación sobre educación y cultura financieras indica la existencia de una relación positiva entre el nivel de conocimientos financieros, por un lado, y comportamientos más reflexivos y ponderados de gestión del dinero, por otro. «Hay que tener en cuenta que la cultura financiera no sirve solo para obtener más rentabilidad del propio dinero, sino también para proteger a los usuarios de los servicios financieros, porque las estafas y fraudes financieros lamentablemente hoy están a la orden del día», resalta Chuliá. Desde una perspectiva macroeconómica, los expertos coinciden en que «la estabilidad financiera de una economía también depende, y mucho, de la cultura financiera de quienes integran los hogares y las empresas», añade. Cree que el reto general que tiene España en este campo «es el de aumentar esa cultura financiera en el conjunto de la población. Pero también es importante reducir las brechas existentes que se han puesto de manifiesto en muchos análisis: las mujeres, los jóvenes y los grupos con rentas bajas aparecen como los colectivos con menos cultura financiera». Otro reto importante es también el de «evaluar los diferentes programas de educación financiera que se desarrollan, con el fin de conocer su eficacia, y en función de este conocimiento seguir ofreciéndolos o interrumpirlos». Teniendo en cuenta los datos anteriormente mencionados «parece que no se está aprovechando suficientemente la amplia oferta de educación financiera disponible a través de los planes de educación financiera que desde 2008 lanzan, cada cuatro años, el Banco de España y la CNMV, así como también a través de numerosas iniciativas de instituciones privadas». Alberto Aza habla de la necesidad de comenzar con la educación financiera desde edades tempranas y «mantenerse a lo largo de todas las etapas educativas, aunque de manera especial durante la adolescencia, una etapa clave para desarrollar hábitos y actitudes responsables en la gestión del dinero». Sin embargo, la educación financiera sigue siendo, «literalmente, la asignatura pendiente de nuestro currículo escolar. Su enseñanza debería considerarse tan esencial como las Matemáticas o la Lengua», opina el portavoz de CECA. En el actual contexto de digitalización financiera generalizada «es fundamental que los jóvenes de hoy en día refuercen sus competencias financieras», apunta Aza. CECA ve con preocupación cómo este segmento de la población, altamente familiarizado con las nuevas tecnologías, ha empezado a contratar digitalmente productos financieros sin tener, en muchos casos, los conocimientos necesarios para tomar decisiones financieras bien fundamentadas. «Esta brecha entre habilidades digitales suficientes y conocimientos financieros deficientes los convierte en un colectivo especialmente vulnerable: suelen asumir riesgos sin valorar adecuadamente sus consecuencias además de estar más expuestos a ciberfraudes y estafas piramidales». Precisamente las nuevas tecnologías han permitido acercar a los ciudadanos los productos y servicios financieros, «al mismo tiempo que han puesto a su disposición multitud de aplicaciones para ayudarles a gestionar de manera más eficaz sus finanzas personales y fomentar prácticas financieras saludables». afirma el portavoz de CECA. Además, «la digitalización también ha facilitado y diversificado como nunca hasta ahora el acceso a la información especializada y a la formación en materia financiera», añade. Por ejemplo, los programas de educación financiera impulsados por las entidades de CECA en 2023 generaron más de 33.7 millones de accesos digitales, «una cifra que difícilmente hubiésemos alcanzado mediante formatos presenciales». Cabe recordar que desde la pandemia «estamos viendo que las personas mayores abrazan cada vez con más confianza las nuevas tecnologías y esto aplica también al uso de la banca digital», indica Alberto Aza. Sin embargo, es un colectivo que tienen menos habilidades digitales y «ello puede suponer un obstáculo a la hora de acceder con normalidad a los servicios financieros».