Publicado: septiembre 24, 2025, 6:23 am
El momento televisivo más esperado esta semana en EE.UU. no llegó hasta este martes al filo de la medianoche, bien entrada la mañana del miércoles en España. Casi una semana después de su cancelación por presiones del Gobierno de Donald Trump , Jimmy Kimmel y su ‘late night’ -el formato clásico de humor, entrevistas, música y sátira política- recuperaron su lugar en la parrilla de la cadena ABC. «Mi programa no importa. Lo que importa es que podamos vivir en un país donde se nos permita tener un programa como este», dijo Kimmel durante su monólogo inicial, en el que mezcló humor, críticas por lo ocurrido, agradecimientos al apoyo recibido y emoción. A Kimmel se le saltaron las lágrimas al hablar de Charlie Kirk , el referente trumpista asesinado este mes, y del que hizo unos comentarios en su programa que provocaron una oleada de críticas en sectores conservadores. Eso llevó después a las presiones de las autoridades a la cadena ABC y a su compañía matriz, Disney, para suspender el programa. El lunes, después de que la cancelación provocara un debate sobre la libertad de expresión, Disney anunció que Kimmel regresaría la noche siguiente. «Quiere dejar algo claro, porque es algo importante para mí como humano: nunca fue mi intención menospreciar el asesinato de un joven», dijo sobre Kirk, que tenía 31 años cuando le dispararon un tiro en el cuello en una conferencia con estudiantes en una universidad de Utah. «Compartí un mensaje en Instagram el día que fue asesinado, enviando amor a su familia y pidiendo compasión y lo decía de verdad». Dos días después del asesinato, en el monólogo de sátira política con el que inicia sus programas, dijo que la «banda MAGA» -en relación a los seguidores de Trump- estaban tratando de retratar al sospechoso del asesinato como «cualquier cosa que no sea uno de ellos« y que estaban utilizando el crimen para «apuntarse tantos políticos». El comentario enfureció a muchos sectores trumpistas, que consideraron que Kimmel trataba de engañar sobre la motivación política del sospechoso, Tyler Robinson , que creció en un hogar conservador, pero que había mostrado una inclinación hacia ideas izquierdistas en los últimos tiempos. «Mi intención no era culpar a ningún grupo específico por las acciones de alguien que parece ser una persona trastornada» , dijo Kimmel en su regreso. «Pero entiendo que algunos creyeran que fue inoportuno o confuso o ambos, y entiendo por qué están enfadados aquellos que creían que yo apuntaba con el dedo». Kimmel, recibido con ovaciones sonoras por el público de su programa, convertido en un símbolo de los ataques a la libertad de expresión por parte de Trump, dio gracias a mucha gente en su regreso. Pero en especial lo hizo hacia las figuras conservadoras que criticaron su cancelación, desde el comentarista Ben Shapiro al senador Ted Cruz, al que Kimmel ha criticado hasta la saciedad. «Hace falta coraje para criticar a esta Administración, ellos lo hicieron y merecen reconocimiento», dijo. Los principales objetivos de su crítica fueron el propio Trump y Brendan Carr, el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, en sus siglas en inglés). Carr fue quien amenazó a la cadena ABC para que parara los pies a Kimmel. «Pueden hacerlo de la manera fácil o de la difícil», dijo Carr. Ambos, como recordó Kimmel, se declararon grandes defensores de la libertad de expresión. Pero ahora Carr ha estado amenazando a la cadena de un cómico crítico para forzar su despido y Trump, en medio de la polémica de Kimmel, llegó a decir que habría que quitar la licencia a las televisiones críticas con él. La segunda vez que se emocionó Kimmel fue al hablar de Erica, la viuda de Charlie Kirk. En su funeral del pasado fin de semana, dijo que perdonaba a la persona que mató a su marido. «Me llegó mucho. Espero que si hay algo que podamos llevarnos de esta tragedia sea eso, no esto», dijo en referencia a su cancelación. El retorno de Kimmel no fue completo, no se le pudo ver en todos los hogares de EE.UU. Dos de las principales compañías que controlan canales locales afiliados a ABC, Nexstar y Sinclair, mantuvieron su boicot al presentador. Estas compañías están en la primera línea de fuego de las represalias de los reguladores. Ellas son quienes ostentan las licencias que Carr y la FCC podían retirar si no se emprendían acciones contra Kimmel. Nexstar fue la primera que dio el paso . Poco después de que Carr lanzara sus amenazas, anunció que retiraría el programa de su parrilla. Nexstar tenía mucho más en juego que las licencias: una operación de fusión con una rival, Tegna, que requiere del visto bueno de los reguladores. Poco después, Sinclair dio el mismo paso. Entre ambas acumulan cerca del 20% de las licencias de televisión local en las que se emite la programación de ABC. Carr ha negado que sus amenazas fueran la razón de la cancelación del programa de Kimmel, pese a las evidencias de que fue así. Y pese al aplauso inmediato que le dedicó por ello Donald Trump, que le calificó de «tipo duro» y «patriota ». El lunes, un día antes del regreso de Kimmel a la pequeña pantalla, Carr aseguró que la cancelación tenía más que ver con las audiencias de su programa, un argumento que no parece de gran peso. Y, el martes, pocas horas antes de la emisión, echó la culpa de la cancelación a Disney y a las cadenas locales. Y le echó el muerto a los demócratas, que han aprovechado el episodio para cargar contra la Administración Trump como un ataque a la libertad de expresión. Carr les acusó de «convertir al Gobierno en arma arrojadiza para silenciar a los que discrepan». La realidad es que en la cancelación de Kimmel llovía sobre mojado. Dentro de un contexto de represalias por parte de Trump contra sus rivales políticos y de purgas internas en su Gobierno, los ataques a los medios no eran nuevos. Pocos días antes de la cancelación de Kimmel, Trump interpuso una demanda por difamación de 15.000 millones de dólares contra ‘The New York Times’, y otra similar unas semanas antes contra ‘The Wall Street Journal’, ambas por informaciones sobre su relación con el malogrado financiero Jeffrey Epstein. Y algunas semanas antes, otro presentador de ‘late night’, Stephen Colbert, también crítico con Trump vio cómo su cadena, CBS, anunció que esta sería su última temporada en el aire. Ocurría en medio de otra demanda por difamación de Trump contra su cadena y poco antes de que la compañía que controla la CBS, Paramount, cerrara una operación multimillonaria para la adquisición de otra compañía que requeriría aprobación de las autoridades. Se intuyó que la salida de Colbert era una pieza que se cobraba Trump. En aquel momento, el presidente de EE.UU. celebró el adiós de Colbert y pronosticó que Kimmel sería, como fue, «el siguiente». Antes de la emisión, Trump criticó el regreso de Kimmel, atacó su talento, le declaró como un «brazo del Partido Demócrata» y amenazó con demandar a la cadena ABC. El presidente de EE.UU., como Carr, ha dicho que el problema de Kimmel es que tiene muy poca audiencia . «Bueno, esta noche tengo mucha», respondió desde su programa el presentador, consciente de que más que nunca la gente estaría pegada al televisor para ver su regreso. «Ha hecho todo lo que ha podido para cancelarme y, al contrario, ha forzado a millones de personas a ver el programa», celebró Kimmel.