Publicado: agosto 21, 2025, 3:23 am
Kick nació en 2022 con la promesa de ser la «alternativa libre» a Twitch . Un espacio donde los creadores de contenido podÃan emitir sin las restricciones que imponÃan otras plataformas y, además, con condiciones económicas más ventajosas: hasta un 95% de los ingresos de las suscripciones van a parar al bolsillo de los ‘streamers’. Tres años después, la imagen pública de Kick dista mucho de ese ideal. Hoy la red australiana, con sede en Melbourne, está en el centro de la polémica por su permisividad hacia contenidos violentos, su relación con el mundo de las apuestas y la acumulación de casos de acoso, humillaciones y toxicidad. La tragedia de Raphaël Graven —conocido en internet como Jean Pormanove—, un creador francés que murió el pasado lunes en directo tras dÃas de maltrato retransmitido en la plataforma, ha vuelto a poner el foco en la ausencia de filtros de Kick. El vÃdeo de su muerte fue un directo que duró varios dÃas: en total 289 horas. Murió mientras dormÃa. «¿JP?», le pregunta en varias ocasiones uno de los participantes. Le lleva una botella de agua. Cuando se da cuenta de que no reacciona apaga la cámara. En las imágenes previas, se ve como este y otro hombre le asestan golpes y le insultan. Pero el de Pormanove no es un caso aislado: en los últimos meses la compañÃa ha tenido que lidiar con emisiones de menores en situaciones de riesgo, que normalizaban el consumo de drogas o el juego, e incluso retransmisiones de agresiones fÃsicas. Al final del dÃa, estos usuarios acaban siendo bloqueados de la plataforma pero, durante el tiempo que están retrasmitiendo -que pueden llegar a ser semanas-, dejan una mancha imborrable en la red social. «Kick se vendió como el lugar donde todo estaba permitido, y eso es un arma de doble filo», explica MarÃa Delgado, profesora de Comunicación Digital en la Universidad de Barcelona y experta en redes sociales. «Si no estableces lÃmites claros, conviertes la plataforma en un escenario donde los creadores más extremos son premiados por generar polémica, aunque sea a costa de la dignidad o la seguridad de las personas». En el caso de Pormanove, unas 10.000 personas seguÃan la retransmisión en la que falleció. Pero más de 100.000 observaron como Jack Doherty estrellaba su McLaren a 200 km/h mientras leÃa el chat; o 60.000 vieron a Vitaly agredir a un anciano hasta dejarlo hospitalizado. La polémica viene de serie. Kick está financiada en parte por los fundadores de Stake.com, una casa de apuestas online, y desde el inicio fue criticada por dar un lugar protagonista a los contenidos de casinos y tragaperras en lÃnea, accesibles sin controles de edad sólidos, contribuyendo a normalizar la ludopatÃa entre los jóvenes, según los expertos. «Las plataformas no son neutrales», advierte Delgado. «Al permitir y monetizar contenidos abusivos, Kick manda un mensaje implÃcito: lo importante no es la salud de la comunidad, sino maximinar el tiempo de visionado. Eso alimenta un ecosistema tóxico, donde la humillación y el exceso se convierte en espectáculo». Además, Kick ha servido de refugio para figuras expulsadas de Twitch por conductas inapropiadas, como el español Simón Pérez, sancionado en el resto de plataformas por consumir cocaÃna y diversas drogas mientras apuesta en casinos online. Para Delgado, esto refuerza la sensación de que la plataforma se ha convertido en un «vertedero digital» donde todo vale. «Lo preocupante es que ese tipo de contenidos no solo quedan impunes, sino que generan ingresos y audiencia. Al final, el mensaje que recibe la comunidad es que la transgresión es rentable», añade la experta. Por su parte, Kick asegura a ABC que ha reforzado sus equipos de moderación y ha endurecido sus reglas contra el acoso y la violencia, pero su aplicación sigue siendo errática.