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Internet se ha vuelto un lugar tan hostil que hay gente tomando decisiones drásticas: volver a MySpace

Publicado: noviembre 1, 2025, 3:23 pm

Internet se ha vuelto un lugar tan hostil que hay gente tomando decisiones drásticas: volver a MySpace

En un hilo del subreddit r/Millenials de Reddit, un usuario llamado Blue_Bi0hazard contaba que se había apuntado a SpaceHey, un curioso clon de MySpace, y estaba feliz por dos cosas. La primera, por la personalización que ofrecía esa nueva red social. «No puedo soportar las redes sociales actuales», explicaba. «Apenas hay personalización todo es gris y simplificado. Recuerda cómo era MySpace o Tumblr: allí realmente sentías que tu perfil te representaba».

La segunda, por cómo el algoritmo se ha apoderado de todo: en SpaceHey, explica, «tu feed es cronológico, en lugar de lo que Facebook o Twitter creen que deberías ver, además de los malditos anuncios». 

Esas críticas no son nuevas, y desde hace algún tiempo han provocado una singular revolución internáutica. Pequeñas comunidades están volviendo a usar clones de MySpace como SpaceHey, o de GeoCities, como NeoCities, y aunque su alcance es limitado, son el síntoma de algo muy preocupante. 

Más allá de la nostalgia

Detrás de esos gestos, aparentemente nostálgicos, se dibuja algo más profundo. No solo el deseo de regresar a un diseño retro, sino el de plantear una especie de reivindicación digital. Un «quiero volver a tener mi rincón» en un mar de feeds que ya no nos pertenecen y sobre los que no tenemos control. 

El retorno a MySpace, o mejor dicho, a algo que lo evoca —como SpaceHey— es en realidad un acto crítico y de rebeldía. Es un gesto que dice «estoy harto de que la internet actual me convierta en consumidor antes que en usuario, de que todo lo que hago esté supeditado al algoritmo, a la suscripción y a los anuncios». Y es entonces cuando esa vuelta a esos refritos del pasado cobra ese otro sentido. El de una protesta más o menos silenciosa. 

Hace veinticinco años abrir el navegador era como hacer un zapping digital y extremadamente chillón. Los blogs amateurs se intercalaban con foros locales, perfiles con GIFs parpadeantes, contadores de visitas (¡contadores de visitas!) y páginas que no se abrían solos, sino que además tenían música en autoplay. 

Era la internet de los dosmil. GeoCities, LiveJournal, ICQ, Friendster, Blogger y MySpace conquistaban a los usuarios y lo hacían sin apenas algoritmos. Era una internet más hippie, desordenada e impredecible pero llena de personalidad. Los perfiles eran espacios propios, no vitrinas optimizadas para hacer clic. 

Ahora recordamos esa época con cariño y esbozamos una sonrisa al darnos cuenta de que aquella internet estaba llena de defectos. Los tiempos de carga eran mucho más largos, manejar HTML era casi una labor artesanal, y las mezclas de tipografías y diseños solían dar como resultado páginas web estridentes y chillonas. 

Sin embargo, también tenían virtudes. Te dejaban equivocarte sin cobrarte por ello. Te dejaban ser raro sin que tuvieras que pedir permiso. Nadie (o casi nadie) tenía que vender nada, y nadie sabía aún que acabaría vendiéndote a ti (o tus datos). Era la internet como taller, no como galería o escaparate. 

Pero entonces llegó la estandarización. Con Facebook, YouTube, Google o más tarde Instagram y TikTok se nos prometió el orden, la eficacia y la conexión mundial. Internet pasó de ser un territorio propio a una plataforma servicio en la que los perfiles se volvieron uniformes, los timelines idénticos y las reglas impersonales. 

La «enshittification» de internet

Así es como hemos llegado al cansancio digital que muchos experimentan hoy. Se abren 20 pestañas y aparecen los mismos anuncios, los mismos formatos y los mismos gigantes. Internet ya no es tanto un «sitio» como un «medio» en el que solo consumimos, y más que explorar y navegar lo hacemos es acabar siendo víctimas del doomscrolling.

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Aquí entra en juego el concepto «enshittification» («mierdificación», en una traducción libre) acuñado por el escritor Cory Doctorow. Este neologismo, como explicaba recientemente en una entrevista con Vox, nos describe la deriva de muchas plataformas online, aunque es aplicable a todo tipo de empresas: 

«Al principio son fantásticas para los usuarios finales. Luego encuentran formas de retener a esos usuarios (costes de cambio, efectos de red, contratos, DRM) y, una vez que los usuarios están atrapados, la empresa empeora el producto para obtener más valor. A continuación, utilizan ese excedente para atraer a clientes empresariales (anunciantes, vendedores, creadores), los atrapan y empiezan a empeorar el producto también para el lado empresarial. Al final, todo el mundo queda atrapado y la plataforma se convierte en un montón de basura. Esto se puede ver en lugares tan diferentes como Google, Facebook, Uber y Amazon».

En otras palabras: lo que comenzó siendo prometedor se convierte en mediocre, predecible y orientado al beneficio, no al usuario. La mierdificación se manifiesta claramente en la internet actual de diversas formas. Lo hace con suscripciones obligatorias, con algoritmos que deciden lo que ves, con anuncios constantes y con datos que ya no parecen tuyos, sino que te convierten en simple mercancía. Antes uno abría un blog para publicar lo que quería. Ahora el objetivo parece ser ganar clicks o provocar engagement.

Todo ello ha provocado que el usuarios se convierta en público objetivo (target), en consumidor e incluso en un simple dato. Parece que ya no hay tiempo para curiosear, y solo lo tenemos para consumir aquello que los algoritmos nos ofrecen. En Reddit alguien preguntaba si otros sentían nostalgia por la internet de los 2000 y los comentarios eran concluyentes. El primero de ellos, de hecho, lo dejaba claro: «nada parece genuino ya».

Reviviendo MySpace

Ahí es donde entran plataformas como SpaceHey, que apareció en 2020 y que está totalmente inspirada totalmente en MySpace. Su creador, un joven aleman llamado Anton Röhm y apodado «An» en la plataforma, es de hecho el contacto que por defecto se te agrega a tus «amigos» en la plataforma, como en MySpace se te agregaba el de su creador, Tom Anderson. 

Spacehey

Viva la internet desbocada y original.

Como buen clon, los parecidos de SpaceHey y MySpace van mucho más allá. En SpaceHey brilla la personalización, y esa estética de los primeros 2000 es patente en diseños estridentes y chocantes. La red social —que ronda los dos millones de usuarios— no pretende competir con Facebook o Instagram, pero permite a sus usuarios recuperar parte de esa sensación de libertad y control que tenían con MySpace. 

Incluso los propios usuarios reconocen que la experiencia es llamativa y la disfrutan… por un tiempo. Tras esos primeros momentos de reencuentro nostálgico, los usuarios parecen acabar usándola esporádicamente o abandonando completamente la plataforma. No es extraño: yo mismo quise probar la experiencia y me encontré con una comunidad muy joven —adolescentes de 13-15 años, algo que otros han confirmado— que apenas publican. Y sin contenidos, parece difícil que los usuarios vuelvan.

Pero no es solo SpaceHey. Hay otras «islas» de internet que parecen cobijar ese deseo de volver a aquella internet de antes. Si SpaceHey es un clon de MySpace, Neocities lo es de la mítica GeoCities. En esa misma línea está Tilde.club, que lleva 10 años con una propuesta destinada a usuarios con ganas de personalizar sus pequeños rincones web y aprender por el camino. No muchos parecen pasar del registro y de poner algún banner, parece, aunque otros sí sacan provecho de la experiencia.

Aun así en estos sitios uno tiene ese otro lugar en el que experimentar editando HTML, poniendo música automática y en general evitando el tradicional algoritmo. Uno recupera un poco más la autoría de su página web, se expone a los errores  y es dueño del «hágaselo usted mismo», para bien y para mal. La autonomía se convierte en un valor, y en una internet dominada por grandes plataformas, la propuesta es atrayente.

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Pinché en [random]…

Hay también otros elementos destacables en estas plataformas. Aquí brilla más que nunca el descubrimiento por accidente, casi completamente aleatorio. En SpaceHey de hecho fomentan esa serendipia digital, porque en su apartado de navegación («Browse») hay un pequeño enlace en la parte de «Active Users» titulado «[random]». 

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… y esto es lo que encontré.

Si pinchas en él, te llevará a la página en SpaceHey de uno de sus usuarios de forma totalmente aleatoria. Acudir a ese recurso es llamativo, pero lo que seguro que conseguirás es llevarte más de una sorpresa, porque los diseños en SpaceHey no dejan indiferente a nadie… sobre todo cuando nos hemos acostumbrado a que todo más o menos elegante, claro y, en cierto sentido, gris.

Estos sitios están pensados para perderse en la web, de que no todo sea noticia o un tema viral que todo el mundo está compartiendo. De hecho, lo normal es que te encuentres con cosas antivirales. 

Dicho esto, con estas plataformas no se trata de revivir exactamente esa internet de los primeros 2000. Lo que en realidad se busca es imaginar otra realidad digital. Una menos corporativa, menos vigilada, más tuya. 

Quizás el MySpace que añoramos no es una página web, sino una sensación. La de abrir el navegador sin demasiadas expectativas, la de «surfear» por curiosidad, equivocándonos sin que eso suponga un problema. Si algunos están encontrando algo así de nuevo —aunque sea un clon— quizás es una señal de que cuando alguien nos intenta quitar lo bueno de internet, intentamos reclamarlo.

En Xataka | Todas las veces que a lo largo del siglo XX nos imaginamos en Internet 

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La noticia

Internet se ha vuelto un lugar tan hostil que hay gente tomando decisiones drásticas: volver a MySpace

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Pastor

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