Publicado: octubre 6, 2025, 4:23 am
Los últimos movimientos en el mapa de la guerra y las incursiones en cielos de países de la OTAN han reabierto una pregunta inquietante para Europa: ¿hasta dónde pueden volar realmente los drones rusos de largo alcance?. Ante este escenario, la Alianza ha comenzado a levantar , con ayuda de Ucrania, una red que detecte estos aparatos con capacidad operativa para derribarlos. Según los análisis recogidos, las ubicaciones más favorables para lanzar este tipo de drones contra objetivos de la OTAN son tres: el cabo Chauda en Crimea, una base en Briansk y otra en las cercanías de San Petersburgo. Y, según los datos de Ucrania, se estima que la autonomía de vuelo de estos UAV oscila entre 1.800 y 2.500 kilómetros. Una capacidad de vuelo que, según Defense Express, dejaría fuera de su radio de acción a una única capital europea: Lisboa. Desde esos puntos, un Shahed con 1.800 km de autonomía «es suficiente para alcanzar cualquier objetivo en toda Escandinavia, el Báltico, casi toda Alemania, Austria e incluso parte del sur de Italia», detallan. Si la aeronave alcanza 2.500 km, el mapa de riesgo se amplía : «este aumento también convierte en objetivos fáciles a Italia, Reino Unido, Irlanda, Suiza y casi toda Francia». Los analistas recuerdan que el mapa actual no es inmutable. Un segundo escenario contempla el despliegue rápido de nuevas plataformas de lanzamiento en territorios aliados o controlados por Rusia. Tal como señala Defense Express, «en caso de conflicto con el resto de Europa, Rusia podría instalar en pocos meses nuevos centros de lanzamiento dentro de Bielorrusia o incluso en la región de Kaliningrado ». Ese movimiento añadiría unos 700 kilómetros al alcance operativo de los drones, lo que, combinando con la autonomía máxima, «pondría a Madrid, incluyendo la mitad de España a tiro de los ataques del Kremlin », concluye Defense Express. La maquinaria militar rusa no solo ha adoptado los drones: los ha industrializado. Según Foreign Policy, Rusia ha lanzado más de 33.000 drones iraníes Shahed (Geran-2) y sus variantes en lo que va de 2025 , con una capacidad de producción mensual cercana a los 5.000. Y son los responsables de las últimas incursiones en los cielos de Polonia. Se trata de u n vehículo aéreo de combate no tripulado de tipo kamikaze (también conocido como munición merodeadora). El Shahed-136 (Geran-2) está diseñado y fabricado por la Compañía Industrial de Aeronaves de Irán (HESA) , dependiente de la Fuerza Aeroespacial de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica. Cuesta entre 20.000 y 50.000 dólares, pero interceptarlo puede costar diez veces más. En las últimas semanas han ocurrido incursiones y perturbaciones atribuibles a drones en el norte de Europa: varios aeropuertos daneses sufrieron invasiones que interfirieron con sus operaciones; Oslo registró intrusiones similares; y Polonia vivió incursiones durante ataques a gran escala en Ucrania. Estos hechos han puesto de manifiesto lagunas reales en la defensa aérea y han subrayado la eficacia operativa de sistemas relativamente reutilizables frente a sistemas de interceptación costosos. Un reto, el de enfrentarse a una nueva metodología en el combate, al que la OTAN se asoma en un momento crucial. En ese sentido, Ian Bond , subdirector del Centro para la Reforma Europea (CER), explica a ABC que no cree que la OTAN esté lista . «Los únicos que realmente han experimentado este tipo de tecnología en un conflicto son los ucranianos y los rusos», apostilla. El comisario de Defensa de la UE, Andrius Kubilius, advirtió en una entrevista con Sky News que Europa necesita comenzar a prepararse desde ya: «Rusia puede tener alrededor de cinco millones de drones, por lo que necesitamos tener capacidades mayores que esas para prevalecer». El panorama que dibujan los informes marcan la hoja de ruta: se debe evaluar, y conocer, por un lado la rapidez con la que evoluciona la amenaza tecnológica. Por otro, evidencia la urgencia política y operativa de adaptar las defensas colectivas.