Publicado: junio 2, 2025, 12:24 am
Ahora sabemos una escena que se produjo hace miles de años. Ocurrió más o menos así: un neandertal adulto se encontró con un canto rodado de granito cuya forma irregular, rica en cuarzo y hendiduras naturales, posiblemente evocaba para sus ojos algo más que una simple piedra: parecía un rostro alargado. Lo que siguió fue un acto aparentemente mínimo, pero cargado de significación. Dejó la huella humana más antigua jamás conocida, y lo hizo en España.
El arte de los neandertales. La escena la han descrito ahora los científicos y calculan que ocurrió hace unos 43.000 años en lo que hoy es la provincia de Segovia. Según han explicado en el estudio recientemente publicado, el neandertal adulto mojó su dedo en pigmento rojo y presionó con él la piedra justo donde estaría la nariz de ese posible rostro, dejando así la huella dactilar humana más antigua jamás registrada.
El descubrimiento, realizado en 2022 en San Lázaro, se ha verificado a través de un equipo interdisciplinar de arqueólogos, geólogos y forenses, que han concluido que el punto rojizo contiene óxidos de hierro y minerales arcillosos no presentes en la cueva, lo que indica que el pigmento se llevó intencionadamente desde otro lugar.
Arte. A diferencia de una herramienta o utensilio utilitario, la piedra no presentaba señales de uso práctico: su valor era simbólico, estético, o quizás espiritual. El punto de pigmento rojo, sin el cual el objeto no tendría valor arqueológico, marca el paso decisivo entre lo meramente físico y lo cultural: entre la piedra y la idea.
La piedra encontrada
El significado detrás del gesto. Los autores del estudio, publicado en la revista Archaeological and Anthropological Sciences, argumentan que el hallazgo refuerza la hipótesis de que los neandertales poseían una mente simbólica similar a la del Homo sapiens. Para ellos, el acto de seleccionar una piedra por su forma, transportarla, aplicar un pigmento con precisión y probablemente atribuirle un significado es prueba de la existencia de al menos tres procesos cognitivos complejos: la concepción mental de una imagen, la voluntad de comunicar algo mediante símbolos, y la capacidad de atribuir sentido.
Dicha tríada, afirman, es la base misma del arte. En ese sentido, el simple guijarro con un punto rojo puede representar una de las abstracciones de rostro humano más antiguas del registro prehistórico europeo. La singularidad del objeto lo convierte en una pieza difícil de contextualizar: no hay, por ahora, otra igual. Dicho esto, recuerdan que no se puede descartar su dimensión artística. Al contrario: su rareza refuerza su carácter como ejemplo aislado, pero revelador, de la capacidad de los neandertales para proyectar pensamientos e ideas sobre el mundo material.
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Rompiendo prejuicios. Hay más, por supuesto. El hallazgo pone de relieve no solo el acto original de aquel neandertal, sino también la persistente resistencia moderna a considerar a estos homínidos como auténticos creadores de arte. Como explica el arqueólogo David Álvarez Alonso, si se tratara de una intervención humana datada hace apenas 5.000 años, nadie dudaría en clasificar el objeto como arte portátil.
Pero el hecho de que la haya producido un neandertal reaviva un debate que no es estrictamente científico, sino también cultural: el de nuestra resistencia a aceptar que los otros humanos, extintos hace unos 40.000 años, compartían con nosotros no solo herramientas, fuego y estrategias de caza, sino también imaginación, simbolismo y la necesidad de representar. Bajo ese prisma, la piedra de San Lázaro rompe ese tabú con una sola huella. No es un mural, ni un petroglifo, ni siquiera una figurilla: es un gesto único sobre un soporte ordinario, uno que, aseguran, exige una relectura profunda de lo que consideramos «arte» y de quiénes pueden producirlo.
Una ventana. Cuentan los investigadores en su trabajo que la huella de pigmento, interpretada como un acto deliberado, nos obliga a preguntarnos por el proceso mental que condujo a ese instante. Lo primero: ¿qué vio aquel neandertal en la piedra: un rostro, un espíritu o un objeto sagrado? Nunca lo sabremos, pero lo que sí sugiere la intervención es una voluntad de asignar sentido, de destacar, de dejar marca (huella).
Como señala el equipo, la ausencia total de pigmentos en el entorno de la cueva sugiere una intención firme: la piedra fue recogida, transportada y alterada con propósito. Si se quiere también, en su aparente simplicidad, el hallazgo contiene una complejidad que nos obliga a reconsiderar la concepción del ser humano.
Si los neandertales podían mirar una piedra y ver en ella un rostro, y luego intervenirla para que otros lo vieran también, entonces compartían con nosotros algo esencial: la capacidad de trascender lo inmediato y de imaginar lo invisible… mediante un simple signo.
Imagen | D. Álvarez-Alonso et al.
En Xataka | Los neandertales dejaron una honda huella genética en nosotros. El último ejemplo: el sentido del dolor
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La noticia
Hemos encontrado la huella dactilar humana más antigua del mundo. Tiene 43.000 años y alguien la dejó en España
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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