Publicado: noviembre 7, 2025, 12:23 am
Cada año, cuando Apple lanza sus nuevos iPhone, la conversación se repite: que si “ya no innovan”, que si “todo es igual”, que si “solo cambian los colores”. Pero después de varias semanas usando tanto el iPhone 17 como el iPhone 17 Pro Max, puedo decir que esta vez hay más motivos para ilusionarse de lo que parece a simple vista.
Es cierto que no hay fuegos artificiales… aunque yo me lo haya llevado a unos. Pero, ¿con qué móvil hoy en día los hay? El mercado está tan maduro que es difícil sorprender.
Y, más allá del espectáculo, estos iPhone sí brillan: no por un cambio revolucionario o una función que nadie esperara, sino por una evolución silenciosa, práctica y muy bien pensada que mejora la experiencia en cosas que importan, como la pantalla o la batería.
Lo que Apple ha hecho con los iPhone 17 es ajustar las piezas. Pulir, afinar y —por fin— equiparar el modelo base a lo que siempre debió ser: un iPhone completo y redondo. Y al mismo tiempo, reforzar el sentido del Pro Max como ese teléfono que da un paso más en autonomía, fotografía y potencia sostenida.
Así que sí, me han gustado ambos en comparación con la generación anterior. Uno por equilibrado y por fin competitivo, el otro por ser la versión más madura y solvente del formato Pro.
Ahora que el Black Friday está a la vuelta de la esquina, puede que te plantees un cambio de móvil. Te cuento mi experiencia por si lo que buscas es un nuevo iPhone.
Diseño: adiós al titanio, hola al aluminio (otra vez)
Lo primero que llama la atención en esta generación es el cambio de materiales. Apple abandona el titanio en los modelos Pro y apuesta por un cuerpo unibody de aluminio, el mismo material del modelo base. Puede parecer un paso atrás, pero no lo es. El aluminio disipa mejor el calor y eso se nota en el uso prolongado: el iPhone 17 Pro Max apenas se calienta, incluso en sesiones largas de cámara o vídeo.
También hay un cambio de sensación. El cuerpo unibody hace que el teléfono parezca más sólido y suave a la vez, con bordes más redondeados que hacen que se sienta cómodo y equilibrado. Personalmente, me resulta más agradable en mano que el titanio del año pasado, que a veces podía ser algo resbaladizo.
El nuevo diseño ha traído consigo un pequeño detalle curioso: en el modelo Pro blanco, el logo de Apple apenas se distingue. Es tan discreto que, según cómo incida la luz, prácticamente desaparece. Puede gustar o no, pero sorprende en una marca como Apple: aunque suele apostar por una estética limpia y minimalista, tiende a destacar su manzana.
El scratchgate fue tema de conversación cuando salieron al mercado —usuarios quejándose de microarañazos—, pero, en mi caso, llevándolo con funda, no he notado ni una marca. Apple defiende que muchas de esas rayas eran simples manchas superficiales.
Los colores también marcan la diferencia este año. Los modelos Pro, tradicionalmente sobrios, estrenan un naranja butano que ha generado pasiones a partes iguales. En persona es más elegante de lo que parece en fotos y, sobre todo, diferente. Los modelos base siguen apostando por tonos pastel (negro, blanco, lavanda, verde salvia y azul neblina). Yo he probado el verde y me parece el acabado más bonito de la gama.
Pantalla: por fin 120 Hz para todos
Por fin. El iPhone 17 ‘a secas’ llega con tasa de refresco de 120 Hz gracias a la tecnología ProMotion adaptativa (1 Hz–120 Hz). Es una de esas mejoras que no se ven en una foto, pero se sienten al instante: todo fluye, todo responde mejor. Ya no hay saltos, ni esa sensación de que el modelo base va a medio gas.
El panel OLED Super Retina XDR es una delicia. En el modelo base tenemos más pulgadas y más resolución: pasa de 6,1 a 6,3 pulgadas y alcanza la resolución que tenían los Pro el año pasado (2.622 × 1.206 px, 460 ppi). El Pro Max mantiene sus 6,9 pulgadas (2.868 × 1.320 px, 460 ppi).
Ambos alcanzan 1.000 nits de brillo típico, 1.600 nits en HDR y hasta 3.000 nits de pico en exteriores. En la práctica, eso significa que puedes usar el móvil bajo el sol del mediodía sin forzar la vista.
En exteriores, esa diferencia es brutal: no necesitas tapar la pantalla con la mano para leer. Y además, ambos incorporan Always On Display, así que puedes ver la hora o las notificaciones sin encender la pantalla.
En definitiva, la pantalla ya no es lo que separa a los Pro de los «no Pro», y eso cambia mucho las reglas del juego.
Rendimiento: potencia que no se calienta
El iPhone 17 monta el chip A19, mientras que el Pro Max sube al A19 Pro, ambos con CPU de 6 núcleos, Neural Engine de 16 núcleos y GPU con trazado de rayos por hardware. En cifras oficiales, el nuevo chip Pro ofrece hasta un 40 % más de rendimiento sostenido respecto al A18 Pro gracias al sistema de refrigeración por cámara de vapor.
En el día a día, la experiencia es impecable. Todo va tan fluido que parece que el teléfono piensa antes que tú: abrir apps, editar fotos o usar varias cosas a la vez es instantáneo.
Sí hay un matiz: el modelo base puede calentarse un poco con tareas intensas, como largas sesiones de cámara o edición de vídeo. El Pro Max, en cambio, mantiene la temperatura estable incluso tras una hora de uso exigente. Ahí se nota la combinación de nuevo chip y cuerpo de aluminio.
Cámaras: la diferencia está en el alcance
Apple lleva años cuidando sus cámaras y este año no ha querido romper la fórmula. Pero sí la ha pulido.
En el iPhone 17, el salto más notable está en el equilibrio: la cámara principal de 48 megapíxeles (f/1.6) captura fotos muy nítidas, con colores naturales y un rango dinámico que hace justicia incluso en escenas de contraluz. No hay saturación artificial ni sombras empastadas: simplemente se ve bien, sin esfuerzo.
También la ultra gran angular, ahora de 48 megapíxeles, ha ganado en detalle. En fotos de arquitectura o paisajes se nota la mejora y, aunque sigue sin alcanzar la versatilidad de los modelos Pro, su desempeño es más que digno.
Y luego está la cámara frontal, de 18 megapíxeles, que me ha sorprendido más de lo que esperaba. Apple ha añadido el modo Center Stage, que centra automáticamente el rostro en videollamadas o grabaciones, incluso si mueves el teléfono o cambias la orientación. Es una de esas funciones que parece menor… hasta que la usas un par de veces y no quieres volver atrás.
Con el iPhone 17 Pro Max, la historia cambia: aquí las cámaras no solo hacen mejores fotos, sino que te permiten hacer más cosas. Los tres sensores son de 48 megapíxeles y el nuevo teleobjetivo con sistema tetraprisma logra un zoom óptico 4x (100 mm) y una calidad óptica equivalente a 8x (200 mm). En la práctica, eso significa que puedes acercarte muchísimo sin perder detalle. En un concierto, en un viaje o en una calle con buena luz el resultado es impresionante.
Además, en vídeo también hay salto. El Pro Max graba en Dolby Vision 4K a 120 fps y, si te dedicas a crear contenido, puedes usar ProRes RAW o Log con resultados profesionales. La estabilización óptica, el enfoque y el color siguen siendo de lo mejor del mercado. No es una revolución, pero sí una evolución que se nota en cada toma.
En resumen: el iPhone 17 cumple y convence, mientras que el Pro Max brilla y sorprende. Uno está pensado para disfrutar haciendo fotos. El otro, para quien las necesita perfectas.
Algunos ejemplos de las fotos hechas:
Batería: sentimos una autonomía más holgada
La batería es uno de esos apartados donde Apple suele ser conservadora, pero este año el cambio se nota algo más. Quizá no en cifras, pero sí en sensaciones.
En el iPhone 17, con su batería de hasta 30 horas de reproducción de vídeo y carga rápida que llega al 50 % en 20 minutos (con adaptador de 40 W), el salto frente a generaciones anteriores es real. En días poco exigentes, llego al final de la jornada con un 40 % de batería sin tener que pensar en modo ahorro, y a veces incluso al día siguiente.
El Pro Max tiene más nivel. Con hasta 37 horas de vídeo y 33 de streaming, es el iPhone con mejor autonomía que se ha hecho hasta ahora. Dos días completos de uso moderado sin enchufarlo son perfectamente posibles y, en uso intensivo (cámara, navegación, redes, correo, streaming), llega sobrado a la noche.
Aquí también influye el nuevo cuerpo de aluminio, que ayuda a disipar el calor y a mantener la eficiencia del chip A19 Pro, evitando picos de temperatura que antes penalizaban el consumo.
La mayor pega es que seguimos sin una carga ultrarrápida como la de algunos Android.
¿Cuál me compro?
Esta es una pregunta difícil de responder este año. Porque por primera vez en mucho tiempo, el iPhone «normal» no se siente como una versión recortada. El iPhone 17 ya tiene la pantalla ProMotion de 120 Hz, tiene brillo de 3.000 nits, incluye el nuevo chip A19 y una cámara que cumple en el día a día. Y eso cambia mucho las cosas.
Si lo que quieres es un iPhone completo, rápido, con buena cámara y batería para aguantar sin problemas, el iPhone 17 es el modelo más equilibrado que Apple ha lanzado en años. Es el típico móvil que no hace ruido, pero que se aprovecha cada día. Eso, para la mayoría de los usuarios, significa que no hay necesidad real de subir al Pro.
El iPhone 17 Pro Max, en cambio, es otra historia. Es el modelo que eliges cuando lo tuyo es la fotografía, el vídeo o simplemente quieres el más top, sin concesiones. Su autonomía es la mejor que ha tenido nunca un iPhone, el zoom largo marca la diferencia y el rendimiento sostenido es brutal.
No todo brilla, claro.
Lo primero, el precio. Aunque Apple ha mantenido las cifras respecto al año pasado, la diferencia entre el modelo base y el Pro Max sigue siendo alta. Y con un iPhone 17 tan redondo, cuesta justificar el salto salvo que necesites el zoom largo o uses la cámara de forma profesional.
El peso del Pro Max sigue siendo considerable (más de 230 gramos), y aunque el nuevo diseño mejora la ergonomía, sigue siendo un móvil grande y contundente. Si lo usas mucho con una mano, cansa.
También hay pequeños detalles de diseño que no convencen a todos: en el modelo Pro blanco, el logo apenas se ve y, aunque eso da una estética más limpia, resta identidad.
Pero quizás el punto más débil sigue siendo la inteligencia artificial. Apple tiene el hardware preparado, pero el software aún no acompaña. Las funciones de IA están llegando a cuentagotas, mientras otros fabricantes las integran con naturalidad. En pleno 2025, se nota esa ausencia.
La carga rápida es otro aspecto que Apple debería modernizar. Aunque mejora ligeramente, sigue lejos de lo que ofrecen otras marcas, que cargan al 100 % en poco más de media hora. Aquí seguimos necesitando tiempo y paciencia.
Si ya tienes un iPhone 16 o 16 Pro, el salto no te va a volar la cabeza. Notarás mejoras, claro —más brillo en exteriores, un diseño más cómodo, algo más de autonomía—, pero nada que te cambie la vida. Es una evolución más que una revolución.
Ahora bien, si vienes de un modelo anterior, de un iPhone 14, 13 o incluso 12, prepárate: sí notarás el cambio, y mucho.
