Publicado: octubre 20, 2025, 3:16 am
La colaboración de gran formato entre el Taller Coreográfico de la UNAM (TCUNAM) y la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA) ha marcado el Festival Internacional Cervantino 2025, demostrando que el arte clásico puede ser un espejo brutal y sensible de la realidad contemporánea.
La pieza central de esta unión es “Giselle, las que no volvieron”, una reinterpretación del ballet decimonónico, que bajo la dirección coreográfica de la sonorense Melva Olivas y la dirección concertadora del maestro Luis Manuel Sánchez Rivas, traslada la trágica historia de amor y traición a un México lacerado por la violencia de género, que se presentó en el Teatro Principal de Guanajuato los días 17 y 18 de octubre.
De Wilis a Desaparecidas: El arte como denuncia
La versión original de Giselle relata la historia de las Wilis, espíritus de novias traicionadas. En la lectura de Olivas, estas figuras adquieren una resonancia sombría y actual, aludiendo directamente a las mujeres desaparecidas y víctimas de feminicidio en el país, una problemática que la coreógrafa ha sentido la urgencia de llevar a escena.
“Tomamos el clásico de Giselle como una oportunidad para ubicar esta historia en un contexto latinoamericano y específicamente una problemática urgente e importante que se vive en México todos los días,” explica Melva Olivas a El Economista señalando que la historia original «ya tiene toda esta crítica social» que solo fue acentuada. “Al hablar de desapariciones y violencias, a nosotros nos remonta inmediatamente a todas estas mujeres que han sido víctimas”.
En la parte musical, el maestro Sánchez Rivas aclara que se respeta «el texto original» del compositor Adolf Adam, con una excepción: «Tenemos solamente una parte en el primer acto, en la parte final donde se agrega un recurso sonoro extra a la partitura original.» De esta manera, es la coreografía el vehículo principal para «aterrizarnos a la actualidad».
Además subraya la responsabilidad social del arte: “No es posible que en esta época, en este siglo, sigamos teniendo este tipo de problemáticas. Es importante hacer la reflexión como seres humanos, cómo está nuestra evolución como humanidad. Es una responsabilidad del arte no solamente llevar esparcimiento, sino hacer ejercicios de reflexión a través de lo que hacemos.”
El momento más disruptivo y conmovedor ocurre cuando la música se detiene por completo. En un silencio absoluto, la figura de la «madre de Giselle» emerge para pronunciar un desgarrador clamor: «Porqué no te buscan como te mereces, se llama Giselle, búsquenla por favor». Acto seguido, la escena se tiñe de un rojo intenso , una metáfora del dolor que inunda el país, mientras se pronuncian los nombres de innumerables mujeres desaparecidas y asesinadas. La obra se transforma en una oda de protesta, enviando un mensaje firme y desesperado a la sociedad y a las autoridades: «¡Regresen a nuestras mujeres, encuéntrenlas, las queremos vivas!»
Para Olivas, el arte es la herramienta ideal para este llamado de auxilio: “El arte nos permite hablar desde lo sensible, desde las emociones, desde la poética, desde la música, que esta reflexión llegue un poco más profundo, más allá ya de la razón y las cifras y las noticias que vemos todos los días.”
El hito de las compositoras: visión femenina en la creación
La colaboración no se limita a la danza. Este domingo 19 de octubre, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, bajo la batuta del maestro Sánchez Rivas, presentará un concierto «histórico» bajo la premisa de mujeres proponiendo mujeres, titulado «Jóvenes Compositoras».
Este programa incluye el estreno mundial de cinco obras originales comisionadas a un grupo de creadoras de talla internacional: Paulina A. Monteón (CDMX), Melissa Vargas (Colombia), Estrella Cabildo (Veracruz), Sonia Rodríguez (Guanajuato) y Cecilia Pereyra (Argentina).
El maestro Sánchez Rivas, también participa en este proyecto y celebra la iniciativa impulsada por la Coordinación Nacional de Música y Ópera (CNMO), enfocada en descubrir el poder femenino para la creación:
“Yo siempre he creído que el arte es universal, no tiene género, y la creatividad se da tanto en hombres y en mujeres. Lo importante es que nosotros como grupos artísticos estemos totalmente abiertos a darle difusión a todas esas expresiones sin distinción alguna», comentó el director a este medio.
Por su parte, Melva Olivas señala que, si bien las mujeres creadoras siempre han existido, hoy hay un interés palpable en darles foco: “Hay una ventanita que se abre para visibilizar mucho más a mujeres artistas. Es muy enriquecedor estar al frente con otras mujeres. De hecho, en esta producción (Giselle) la iluminadora es mujer, la vestuarista es mujer. Hacemos como un interés de fortalecer las redes entre creadoras y apoyarnos”.
La temporada se presenta como un testimonio del poder del arte vivo para honrar la tradición (la música original de Adolf Adam en Giselle se respeta en gran medida) al tiempo que se convierte en un instrumento de conciencia y justicia social, abriendo camino a las visiones femeninas que están redefiniendo el panorama cultural en México.