Publicado: junio 1, 2025, 6:23 am
Europa, con o sin el pudridero de la UE, está KO. Ha rebasado la línea del colapso. Se podría rebautizar como Europia, que pasa de la utopía ya doblemente imposible a la clásica inopia.
«Indigencia, pobreza, escasez. En la más absoluta ignorancia de algo». La ignorancia es sobre sí misma, Europa ignora su propio sombrajo. Incapaz de reponerse de los nuevos golpes, se relame y los ignora. Tipo Titanic, tipo El mundo de ayer.
Europa, con o sin UE, es el Imperio Austrohúngaro sin Sisi emperatriz. Al irse Londres, Reino Unido, en 2016, la Unión se quedó tan ancha. Al salir Trump por segunda vez, ni se inmutaron las élites.
Pollos sin cabeza o con 27 cabezas galleando en el corral para extraer los últimos granos. Ni el plan Letta ni el plan Draghi ni nada. Aún no los ha leído nadie. La decadencia del subsubcontinente se recuece en la pereza, es un Weimar a lo grande, la grandeur petit de Macron saludando en su periplo colonial.
Ni para regular hay ganas. La IA se ha metido en los campos y pueblos en trance de nada, llega a las conciencias y chupa las últimas aguas y los voltios perdidos. Los centros de datos chupan energía y canciones, Europa apuesta por la precarización de la debacle.
Los pequeños poderes no quieren ceder un palmo de sus parcelitas blindadas, las naciones se reafirman en sus prebendas del XIX. Trump es el caballo de Atila, ni siquiera el jinete. China responde a las locuras restringiendo sus tierras raras y las cadenas de chips y aviones y misiles se paran poco a poco. Y Europa no se mueve, sigue en el lánguido desaparecer, la Nada de Fantasia era un avance, un plan de autodelete.
La obsolescencia programada ha saltado de la industria a las instituciones, a las personas que manda(ba)n, la desidia es la única certidumbre.
Queda el turismo de ruinas y civilizaciones extinguidas con la novedad de que siguen operativas, al menos por los sueldos de los que las ocupan, la burocracia es la última innovación de Europa, que se enrosca en sus inercias y se solaza en conmemoraciones. Rusia, en este modus inoperandi, es parte de Europa, parte díscola, involuntaria, epigonal. El intento fallido de invadir Ucrania por delegación de China indica la posición subsidiaria de esta potencia local.
En el marco de la gran disrupción china, Trump es el ariete de Occidente, que ya ni siquiera engloba o acepta a Europa, remoto confín de imperios póstumos como la propia USA, que aún colea en vano, y la propia China, que no esperaba este abrupto final de la potencia en declive.
La Unión Europea ha firmado su demolición y solo le queda ir pactando el desmantelamiento, cosa que requiere grandes regulaciones que se intentarán prolongar para exprimir la burra ya exangüe (sin sangre, sin fuerza), esa es la esperanza de los que desguazan el invento bajo la apariencia de que quieren mantenerlo. Europia.
La quietud es la barbarie interior de la UE, la inacción que advierte del avance de la entropía, el malaganismo y las proclamas huecas.
Dos guerras infames cercan a la antigua Unión Europea, que aún espera la intervención milagrosa del aliado que ya no existe. No es que USA quiera abandonar a Europa, es que ella misma se ha abandonado.
Largos procesos de resignación y hastío, confort precario y superhéroes exhaustos. Japón se deshace lenta e inexorablemente.
Europa ha tenido unos meses para reaccionar, unos años para ver lo que venía o se iba… El mundo de ayer, y ha optado por el largo adiós, estertor de sueños olvidados.
