Publicado: octubre 10, 2025, 4:23 pm
Lo que empezó como una sucesión de incidentes técnicos y testimonios contradictorios no tardó en hacer temblar los gobiernos del viejo continente, movilizando buques y aviones, y obligando a Berlín a reescribir las reglas sobre cuándo y cómo se puede derribar algo que flota sobre nuestras cabezas. En ese tablero de ajedrez invisible había una pregunta que todos evitaban responder: ¿quién aprieta realmente el botón que lanza esos artefactos, y con qué propósito?
Ahora, Alemania y el resto de Europa parecen estar de acuerdo.
El frente invisible. Lo hemos ido contando. Europa ha entrado en una fase inédita de vulnerabilidad aérea. En apenas unos meses, una oleada de incursiones de drones no identificados (algunos sobre aeropuertos, plantas industriales y centros estratégicos) ha obligado a cerrar espacios aéreos, desviar vuelos y poner en alerta a las fuerzas armadas de varios países.
En Alemania, las interrupciones del tráfico aéreo se han multiplicado un 33% en un solo año, y lo que comenzó como una sucesión de incidentes aislados se ha convertido en un fenómeno continental que muchos atribuyen a una ofensiva híbrida orquestada por Rusia.
Y más. Estas incursiones, sin llegar a constituir un acto formal de guerra, forman parte de una estrategia de desestabilización más amplia que combina ciberataques, sabotaje e intimidación tecnológica para medir la reacción de la OTAN y poner a prueba la capacidad de respuesta europea sin cruzar el umbral de la confrontación directa.
Alemania cambia la doctrina. Hasta hace poco, las autoridades alemanas se limitaban a detectar drones, sin poder intervenir sobre ellos. Sin embargo, la magnitud de las incursiones (que obligaron incluso al cierre del aeropuerto de Múnich y dejaron miles de pasajeros varados) ha forzado un cambio legal de enorme calado. El Gobierno de Friedrich Merz ha aprobado un proyecto de ley que autoriza a la policía federal a abatir drones que violen el espacio aéreo alemán o representen un peligro inmediato, empleando desde disparos cinéticos hasta armas láser y sistemas de interferencia electrónica.
No es un tema baladí. Se trata de la primera modificación sustancial de la ley policial desde 1994, y su aprobación parlamentaria colocará a Alemania al nivel de Francia, Reino Unido, Lituania y Rumanía, países que ya permiten la neutralización activa de aeronaves no tripuladas. El Ejecutivo ha anunciado además la creación de una unidad nacional antidrones que se encargará de neutralizar aparatos de baja altura, mientras que los de mayor potencia quedarán bajo jurisdicción militar.
Entre seguridad y escalada. La aprobación de esta ley refleja un dilema que atraviesa toda Europa: cómo responder a la agresión híbrida rusa sin provocar una escalada bélica. El propio canciller Merz ha reconocido que muchas de las aeronaves interceptadas parecen realizar vuelos de reconocimiento, sin armamento, pero con clara intencionalidad estratégica.
Al mismo tiempo, el ministro del Interior, Alexander Dobrindt, ha subrayado que las operaciones en entornos urbanos deberán regirse por el principio de proporcionalidad para evitar daños colaterales. El temor a que un error de identificación provoque un incidente diplomático o militar mantiene a las fuerzas de seguridad en un equilibrio constante entre la firmeza y la prudencia. Mientras, Alemania moderniza su defensa con sistemas como el Skyranger de Rheinmetall, concebido para neutralizar enjambres de drones en plena guerra híbrida, y estrecha su coordinación con la OTAN ante el riesgo de que la frontera tecnológica se convierta también en frontera política.
El riesgo de la “zona gris”. Los incidentes recientes en Polonia, Estonia y Rumanía (donde drones rusos y cazas MiG-31 han violado el espacio aéreo aliado) han impulsado a la OTAN a revisar sus reglas de enfrentamiento. Los países fronterizos con Rusia, respaldados por Francia y el Reino Unido, han propuesto medidas más agresivas: permitir a los pilotos abrir fuego sin confirmación visual, armar los drones de vigilancia y realizar ejercicios militares en la misma línea fronteriza.
Aunque algunos aliados defienden la contención para evitar un choque directo con una potencia nuclear, otros sostienen que la única disuasión eficaz es la acción visible. Washington ha presionado para flexibilizar las normas de respuesta e incluso ha sugerido que la Alianza debería “disparar a los aviones rusos” que penetren en su espacio aéreo. Dicho de otra forma, el debate ha puesto de manifiesto la tensión entre la cautela europea y el deseo estadounidense de recuperar la iniciativa frente a Moscú, en un contexto en el que la guerra en Ucrania y las provocaciones aéreas rusas amenazan con desbordar los límites de la guerra convencional.
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Europa y el escudo aéreo. La idea la contamos hace poco. Mientras la OTAN afina sus protocolos, la Unión Europea intenta fortalecer su capacidad autónoma frente a los ataques híbridos. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha propuesto levantar esa “muralla de drones”, una red de sensores, radares y armas que proteja el flanco oriental del continente. Bruselas prepara además sanciones y restricciones al movimiento de diplomáticos rusos sospechosos de dirigir operaciones de sabotaje, al tiempo que destina fondos comunitarios a financiar sistemas antidrones en aeropuertos, puertos y centrales eléctricas.
La iniciativa busca no solo reforzar la seguridad física, sino también responder políticamente al intento ruso de sembrar división dentro de la UE. “Rusia quiere dividirnos; nosotros debemos responder con unidad”, ha advertido von der Leyen, subrayando que la defensa frente a la guerra gris no puede limitarse a reaccionar, sino que debe centrarse en la disuasión activa.
Europa en transformación. El desafío de los drones ha obligado a Europa a reconocer que la guerra del siglo XXI no se libra solo con tanques y misiles, sino también con algoritmos, enjambres autónomos y saturación informativa. La ley alemana que autoriza el derribo de aeronaves no tripuladas, la coordinación militar de la OTAN en el flanco oriental y la nueva estrategia europea de defensa aérea forman parte de una misma respuesta: la de un continente que se adapta a un enemigo que no siempre se muestra.
En el espacio difuso de la guerra híbrida, donde un dron civil puede convertirse en arma estratégica y un ciberataque en acto de guerra, la frontera entre la paz y el conflicto se ha vuelto más difusa que nunca. Alemania, epicentro industrial y político del viejo continente, parece haber entendido que la seguridad ya no se mide en batallas, sino en segundos de reacción.
Y mientras la guerra de Ucrania redefine el equilibrio de poder global, Europa ensaya su propio renacimiento defensivo: una transición forzada del pacifismo al pragmatismo, en la que cada dron abatido simboliza no solo un riesgo neutralizado, sino también la conciencia de que la guerra es más «invisible» que nunca.
Imagen | RawPixel, RawPixel, Naturpuur
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La noticia
Europa ha decidido pasar a la acción contra la guerra híbrida de Moscú. Así que Alemania ha iniciado la caza de drones rusos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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