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España quiere demostrar que puede vivir sin nucleares. El problema es que aún está probando cómo

Publicado: octubre 23, 2025, 4:23 pm

España quiere demostrar que puede vivir sin nucleares. El problema es que aún está probando cómo

España vive un momento decisivo en su política energética. Mientras el Gobierno defiende un cierre ordenado de las centrales nucleares y confía en un sistema digital experimental para estabilizar la red, las grandes eléctricas alertan de que la transición está siendo más rápida que segura. En el epicentro de esa tensión está Almaraz, la central extremeña que se resiste a apagar sus reactores y que ha vuelto a dividir a técnicos, políticos y vecinos.

El dilema nuclear. El cierre de la central nuclear de Almaraz en Cáceres está fijado oficialmente para 2027 y 2028, pero el debate sobre su futuro ha vuelto con fuerza. Iberdrola, Endesa y Naturgy acordaron presentar al Ministerio para la Transición Ecológica una solicitud formal para prorrogar su actividad hasta 2030. Lo harán, dicen, por «responsabilidad con el suministro» después de los fallos de tensión registrados en las últimas semanas que «reactivaron el riesgo de apagón»

Las compañías han renunciado, de momento, a pedir rebajas fiscales. Su mensaje es otro: España, argumentan, no está preparada para desconectarse del átomo. «La nuclear es el escudo antiapagones del sistema», señala el consejero delegado de Iberdrola España. Sin embargo, el Gobierno no se mueve. La ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha reiterado el compromiso con el calendario de cierre pactado en 2019, que prevé el apagón nuclear entre 2027 y 2035. Solo si se incumplen tres condiciones: seguridad, garantía de suministro y coste cero para el contribuyente, el Ejecutivo reconsideraría su postura.

Un modelo en pruebas. El núcleo de la polémica no es solo político, sino técnico. El plan del Ejecutivo pasa por sustituir la estabilidad que ofrecen las centrales nucleares y térmicas por un sistema de control digital de tensión y frecuencia basado en las renovables. En teoría, los parques eólicos y solares podrán simular la inercia eléctrica —la capacidad de resistir cambios bruscos de frecuencia— mediante electrónica avanzada. En la práctica, el modelo aún está en fase de pruebas. 

Según Energy News, Red Eléctrica (REE) está desarrollando nuevas herramientas de control para integrar generación no síncrona, pero todavía sin validación completa. Además, los nuevos algoritmos de control digital no se han probado a escala nacional, y su fiabilidad a gran potencia aún no está demostrada. Fuentes del Ministerio de Transición Ecológica citadas por El Periódico admiten que la estabilidad plena del sistema «solo será posible cuando todas las plantas renovables estén sincronizadas digitalmente con el operador», un proceso que —reconocen— «aún llevará tiempo».

La red bajo vigilancia. Consciente de esos riesgos, la CNMC aprobó una modificación de urgencia de los procedimientos operativos (P.O. 3.1, 3.2, 7.2 y 7.4) para reforzar la estabilidad del sistema. En la práctica, son normas que determinan cómo Red Eléctrica debe reaccionar ante variaciones de voltaje y frecuencia, y permiten actuar con más flexibilidad en momentos de riesgo.

Sin embargo, no todo salió según lo previsto. Como explica en sus redes el experto energético Joaquín Coronado, la CNMC detuvo la aprobación completa del P.O. 7.4 al detectar que el nuevo modelo exigía respuestas imposibles de cumplir para muchas centrales convencionales. Varios generadores alegaron que una reacción demasiado rápida podría dañar las máquinas o generar oscilaciones adicionales, algo que la CNMC reconoció en su resolución. El regulador pidió a Red Eléctrica «intensificar la coordinación y flexibilizar temporalmente los requisitos», dejando claro que el problema no era de inercia, sino de velocidad de respuesta.

Un pulso de temporal. La propuesta de las eléctricas de extender el primer reactor de Almaraz hasta 2030 y el segundo hasta 2029, daría tres años adicionales al calendario actual. No obstante, el Consejo de Seguridad Nuclear exige que antes del 1 de noviembre se presente la documentación para iniciar el proceso de desmantelamiento.

En paralelo, la Junta de Extremadura ha anunciado que rebajará a la mitad la “ecotasa” regional si la planta sigue operativa, un gesto que el Ejecutivo central observa con recelo. “Los contribuyentes no pueden pagar más por mantener una central que debía cerrar”, recordaba el delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana, en declaraciones a Canal Extremadura.

Movilización en las calles. Mientras el debate técnico y político se enreda, los vecinos de Almaraz salieron a la calle. El pasado marzo, cientos de personas marcharon bajo el lema “Sí a Almaraz, sí al futuro”, en una protesta respaldada por alcaldes de municipios cercanos y asociaciones del sector nuclear. En sus alegatos defienden su postura a favor de la nuclear por temor a la pérdida de empleos, un éxodo de población y la caída de la economía local. 

Pero no todos comparten ese entusiasmo. Ecologistas en Acción criticó la presencia de autoridades locales en la protesta y pidió acelerar una “transición justa” que genere alternativas laborales. “No se puede seguir atando el futuro de una comarca a una industria que promueve riesgos ambientales y sanitarios”, señaló la organización en un comunicado.

Europa mira a España. Mientras Francia y Bélgica prolongan la vida de sus reactores hasta 2060, España se mantiene firme en el cierre nuclear. El fondo de Enresa para desmantelar las plantas arrastra un déficit de 11.600 millones de euros. Las eléctricas lo citan como prueba de que cerrar antes de tiempo encarece el sistema; el Gobierno replica que alargarlo hipotecaría la transición ecológica. 

La península sigue siendo una “isla energética” con solo un 3% de interconexión con Francia, lo que amplifica cualquier fallo. Y cada vez más expertos repiten lo mismo: el problema no es la rapidez de la transición, sino que la red y las reglas no se están reforzando al mismo ritmo.

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Un futuro aún incierto. Almaraz se ha convertido en mucho más que una central: es un símbolo de la tensión entre la urgencia climática y la seguridad energética. El Ejecutivo insiste en que España podrá sostener su red con tecnología renovable y control digital; los técnicos y las eléctricas piden prudencia.

Mientras tanto, los ingenieros de Red Eléctrica afinan algoritmos, la CNMC aprueba parches regulatorios y los vecinos de Almaraz se preparan para un futuro que, por ahora, sigue dependiendo de sus dos reactores. España quiere encender la luz del mañana, pero el interruptor, de momento, sigue en manos de una central que se niega a morir.

Imagen | ForoNuclear

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La noticia

España quiere demostrar que puede vivir sin nucleares. El problema es que aún está probando cómo

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Xataka

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Alba Otero

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