Publicado: noviembre 8, 2025, 10:24 pm
El sector de la salud, directamente implicado en el bienestar socioeconómico del país, atraviesa un momento crucial en el que se enfrenta al imperativo de ganar eficiencia y mantener la calidad asistencial mientras se somete a una profunda transformación tecnológica. El envejecimiento de la población y el aumento de las patologías crónicas complejas dibujan un escenario lleno de desafíos, pero que también abre oportunidades inéditas de innovación y mejora. España tiene cimientos sólidos para situarse en la avanzadilla, como su elevada esperanza de vida al nacer (81,2 años para hombres y 86,7 para ellas), un indicador claro de la fortaleza del sistema, su liderazgo en ensayos clínicos o la cualificación de sus recursos humanos, un marco de excelencia que debe servir como punto de partida para acometer reformas estratégicas que aseguren el progreso continuo y preparen al país para lo que está por venir. Uno de los cambios decisivos gira en torno a la prevención y la gestión temprana de la enfermedad, lo que implica pasar del tradicional planteamiento reactivo a otro proactivo . Borja Sangrador, socio responsable de Health & Life Sciences de EY España, lamenta que hoy seguimos destinando la mayor parte de los recursos a tratar patologías avanzadas, cuando una parte significativa podría evitarse con programas de prevención más inteligentes: «La medicina preventiva debería ganar mucho más peso, idealmente en torno al 5-7% del gasto sanitario total en los próximos años con un enfoque claro en crónicos, salud mental y enfermedades cardiovasculares». Otra de las áreas sobre las que nuestro país ha de tomar medidas es la atención primaria , el verdadero eje vertebrador de todo el sistema. A juicio del experto, hace falta dotarla de más recursos, de herramientas diagnósticas y de capacidad resolutiva, apoyándola con tecnología que permita identificar a las personas con mayor riesgo. El dato sanitario es, en este sentido, una palanca fundamental. «Necesitamos una interoperabilidad real entre comunidades autónomas para poder anticiparnos, no solo reaccionar», subraya Sangrador, que incorpora a la lista de ‘deberes’ el impulso a modelos de compra «basados en valor, que midan resultados clínicos y de experiencia, no solo precio», lo cual favorecería la innovación real y haría más sostenibles los presupuestos públicos. Al mirar hacia el futuro, la medicina personalizada emerge, sin duda, como una tendencia clara en la que España ya está tomando posiciones. Luis Badrinas, vicepresidente de Barcelona & Madrid Health Hub, recuerda que el Gobierno, a través de su Estrategia de Salud Digital , ha destinado una inversión de 146 millones de euros hasta 2026 para impulsar más de 70 proyectos en todo el territorio. «España, además, cuenta con un ecosistema muy potente de startups que están desarrollando soluciones innovadoras basadas en inteligencia artificial, análisis de datos genómicos y herramientas digitales que permiten adaptar los tratamientos a las características de cada paciente». En particular, comenta que Cataluña se ha consolidado como un referente en este campo, «liderando proyectos que transforman datos en diagnósticos más precisos y algoritmos en tratamientos personalizados». Para conseguir que esta revolución sea económicamente accesible para los sistemas públicos de salud, Badrinas cree que es esencial avanzar en la validación y adopción de estas soluciones digitales, «que muchas veces encuentran barreras regulatorias o de integración», así como «profundizar en la comprensión de las necesidades reales de la población y mantener al paciente en el centro del proceso asistencial». Los logros en salud digital están modificando también el abordaje de las enfermedades raras , ofreciendo nuevas oportunidades donde antes apenas existían opciones terapéuticas efectivas. «La gestión avanzada de datos mediante inteligencia artificial permite a los profesionales sanitarios analizar de forma automatizada información clínica, genómica y de imágenes médicas, identificando patrones asociados a enfermedades poco frecuentes», concreta Badrinas. Ello conlleva una serie de ventajas. «Gracias a estas tecnologías, es posible comparar los datos de un paciente con grandes bases de datos internacionales, detectar mutaciones específicas y establecer correlaciones que facilitan diagnósticos más precisos y rápidos . Esto no solo mejora la eficacia en la toma de decisiones clínicas, sino que también acelera la identificación de posibles tratamientos personalizados o reposicionamiento de fármacos existentes». Si hablamos de fortalezas españolas, Borja Sangrador apunta hacia las biociencias, la nutracéutica y la cosmética, donde existe una cadena de valor muy sólida que conecta la agricultura, la industria alimentaria y la farmacéutica, en línea con la iniciativa ‘One Health’ de la OMS. «Este ecosistema nos da una ventaja competitiva en el desarrollo de ingredientes funcionales, suplementos y productos OTC con una fuerte base científica», dice. España también puede sacar pecho en el MedTech, especialmente dispositivos mínimamente invasivos, dental o cardiovascular: «Contamos con un tejido de pymes innovadoras, capaces de fabricar con flexibilidad y de colaborar estrechamente con hospitales para generar evidencia clínica rápida y relevante». Por otro lado, España es el quinto país del mundo en digitalización del sistema sanitario, solo por detrás de Estonia, Canadá, Dinamarca e Israel. Amelia Martín Uranga, directora de Investigación Clínica y Traslacional de Farmaindustria, señala que el sector farmacéutico es uno de los que se sitúan a la vanguardia del desarrollo de soluciones innovadoras basadas en datos de salud e inteligencia artificial y, en el contexto actual en el que se ha de implementar el Espacio Europeo de Datos de Salud y el Espacio Nacional, «es una magnífica oportunidad para que nos posicionemos entre los países líderes en el uso de datos para investigación biomédica». Donde nuestro país ya ha hecho los deberes es en ensayos clínicos: somos el primer país europeo y para muchas compañías el segundo destino mundial para sus investigaciones tras Estados Unidos, tal y como asegura Amelia Martín Uranga, para quien este liderazgo es fruto del trabajo de las compañías farmacéuticas innovadoras (promueven más del 80% de los ensayos) y de otros elementos que contribuyen a posicionar a España como una potencia frente al entorno: «Fundamentalmente, un sistema sanitario fuerte con unos profesionales excelentes; unos pacientes comprometidos y generosos ; una agencia reguladora proactiva, flexible y pionera, y un modelo exitoso de colaboración público-privada». Bazas que ya generan una huella positiva. «En los últimos años –dice Martín Uranga–, el desarrollo de ensayos clínicos en terapias personalizadas ha cambiado el paradigma de la enfermedad en algunos tumores como el de mama, pulmón, además de otros cánceres hematológicos». Hitos plausibles que invitan a encarar el futuro con optimismo. Desde el punto de vista normativo, se avecinan novedades. «Europa es sensible a modificar la legislación de ensayos clínicos para hacerla más atractiva y así atraer más investigación a la región. Desde la posición de liderazgo de la agencia española en Europa también se está impulsando la adopción de medidas que persiguen acelerar y simplificar los procesos de autorización de ensayos clínicos, en línea con lo que se está demandando por parte de los diferentes agentes públicos y privados para que los pacientes europeos tengan acceso a más ensayos », cuenta Martín Uranga. Además, en España se están abordando el Anteproyecto de Ley de Medicamentos y Productos Sanitarios y los reales decretos de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y de Precio y Financiación, junto con el Anteproyecto de Ley de Salud Digital y el Anteproyecto de Ley para el buen uso y la gobernanza de la IA. «Todas estas modificaciones regulatorias son una gran oportunidad para sentar las bases de un sistema que permita favorecer que España se prepare bien para la innovación de los próximos 20 años, porque las leyes no se cambian a menudo. No podemos olvidar que de la inversión que hagamos desde lo público y lo privado en I+D biomédica, en ensayos clínicos con nuevos tratamientos, dependerán los medicamentos que tengamos en el futuro », inciden desde Farmaindustria. «Por ello –defienden– necesitamos que el nuevo marco normativo impulse una mayor inversión en salud, con una apuesta firme por la innovación biofarmacéutica y por agilizar la disponibilidad de los medicamentos que se autorizan en Europa sin restricciones por territorios». La tecnología es un acelerador con impacto transversal que ayudará a los retos que nuestro país necesita. Afectará, por ejemplo, al desarrollo de fármacos, un proceso que según Farmaindustria, precisa entre diez y trece años , marcado, además, por una alta complejidad, ya que solo uno de cada 10.000 compuestos llegan finalmente al mercado. Pues bien, la inteligencia artificial, junto con el uso de datos procedentes del big data, contribuirá a tomar decisiones más adecuadas durante las fases clínicas del desarrollo del medicamento, lo que aportará eficiencia al propio proceso y más seguridad para los pacientes. Sin embargo, en términos generales, la implementación de la IA en el sector salud en nuestro país presenta importantes sombras. «Aunque España ha mostrado un interés creciente en incorporarla al ámbito sanitario, su posicionamiento sigue siendo limitado frente a los países líderes. La falta de una estrategia nacional robusta, de una inversión sostenida en I+D y de una infraestructura tecnológica adecuada ha generado un ecosistema fragmentado , donde predominan los proyectos piloto aislados y la escasa coordinación entre universidades, hospitales y empresas tecnológicas», indica Juan José Beunza, catedrático de Salud Pública y director de IA-Salud de la Universidad Europea. Mirando al futuro, el catedrático habla de una iniciativa destacada, Delphi-2M , susceptible de adoptarse en España. «A diferencia de la mayoría de los sistemas de aprendizaje automático tradicionales, centrados en refinar diagnósticos actuales o estimar riesgos a corto plazo, es explícitamente prospectivo: no se limita a responder qué tiene un paciente, sino que proyecta qué le ocurrirá», sintetiza. En un sistema sanitario español marcado por el envejecimiento de la población , el aumento de la cronicidad y una presión creciente sobre los recursos asistenciales, esta herramienta puede ser determinante, si bien su implementación enfrenta desafíos. El primero es la fragmentación y heterogeneidad de los datos clínicos. «Los hospitales españoles utilizan sistemas de información distintos, poco interoperables y con criterios dispares de codificación. Sin una base de datos estandarizada, el entrenamiento y la validación de modelos de este tipo se vuelven extremadamente complejos», apunta. El segundo reto es organizativo y cultural: «La adopción de IA requiere cambios en los flujos clínicos, formación específica de los profesionales y una gestión ética del uso de los datos». Finalmente, existe un desafío regulatorio y de gobernanza, ya que la integración de modelos predictivos en la práctica médica exige marcos claros de responsabilidad, supervisión y validación continua. «Delphi-2M supone una oportunidad real para mejorar la eficiencia y la sostenibilidad del sistema sanitario español, pero su éxito dependerá de la capacidad institucional para invertir en infraestructura de datos, fomentar la interoperabilidad y crear un marco ético y regulatorio sólido. Sin estos cimientos, su potencial quedaría limitado a experiencias piloto sin impacto sistémico». El sector se adentra en una nueva era donde la tecnología dejará de ser un mero soporte para convertirse en el motor de la transformación asistencial.
