El telón cae en la taquilla, mientras el streaming se lleva la función - Estados Unidos (ES)
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El telón cae en la taquilla, mientras el streaming se lleva la función

Publicado: agosto 27, 2025, 8:23 pm

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“Antes de la pandemia iba al cine una vez cada 15 días, pero perdí la costumbre. Ahora espero a que las películas lleguen al streaming, salvo que sea un estreno importante para mí, entonces sí prefiero ir al cine”, este es el testimonio de Luis Gómez, un espectador en cuya confesión se resume el cambio de hábitos que atraviesa buena parte del público mexicano. Para muchos, el cine dejó de ser un ritual cotidiano y pasó a convertirse en una experiencia reservada para momentos puntuales, mientras las plataformas digitales se consolidan como la opción dominante para ver películas. Los datos respaldan esa percepción. Según cifras de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica ( Canacine ), en 2024 los ingresos de taquilla cayeron 1.37% respecto al año anterior, al pasar de 15,590 millones de pesos a 15,378 millones.

La ofensiva del streaming

La asistencia también retrocedió, aunque las salas mostraron una recuperación progresiva luego del golpe de la pandemia, en 2024 la racha se rompió. Si se mide en asistencia por habitante, el panorama es claro: el promedio de visitas al año por persona fue de 1.64 veces; en 2019 esta cifra era de 2.77. “La asistencia al cine promedio por habitante no ha logrado recuperarse, y se encuentra por debajo de la asistencia lograda hace 15 años”, cuando alcanzaba 1.68 veces al año, reveló Canacine. A estos números se suma el encarecimiento del boleto, que entre 2020 y 2024 pasó de un precio promedio de 57.69 pesos a 70.80 pesos, de acuerdo con estimaciones de ComScore. Este factor convirtió al cine en un lujo para muchos espectadores. Este incremento no ocurrió en el vacío, sino en un contexto donde la inflación también creció. De acuerdo con datos del Banco de México, este índice pasó de un promedio de 3.15% en 2020 a un 4.21% al cierre de 2024, lo que representa un aumento de más de un punto porcentual. “Cuando voy al cine con mi pareja gastamos en promedio 700 pesos entre las entradas y la dulcería. Antes de la pandemia gastamos como 200 pesos menos y entonces ya me parecía caro. Por eso solo vamos en ocasiones especiales”, comentó Brenda Rodríguez, asistente ocasional al cine. Este espacio que el cine dejó fue aprovechado por plataformas de streaming, que compiten por audiencias y producen cada vez más contenido. El atractivo de éstas no se limita a la amplitud de catálogo o al prestigio de sus producciones, sino que radica en la comodidad. La audiencia puede decidir qué ver, cuándo y cómo, sin traslados ni gastos adicionales. Para quienes ya pagan suscripción, esperar unas semanas por un estreno equivale a ahorrarse el costo de una salida completa al cine. “Si algo va a llegar al streaming al mismo tiempo que al cine o un poco después, no veo por qué gastar doble. No es que no me guste ir al cine, pero por menos dinero del que pago en una salida, puedo invertir en dos o tres mensualidades de streaming”, relató Rodríguez.

Los mexicanos gastan un promedio de 316 pesos al mes en plataformas de streaming, según un estudio de The Competitive Intelligence Unit. Este panorama ha llevado a que algunas personas acusen a las streaming de estar “matando al cine”. Para Ted Sarandos, co-CEO de Netflix, las críticas no tienen sustento. “En realidad, lo estamos salvando”, aseguró en un evento en abril al referirse a cómo la gente prefiere ver películas en casa y cómo la plataforma ha abierto nuevas posibilidades de producción. Expansión consultó a la empresa al respecto y refirió que una muestra de los dichos de Sarandos es desde su llegada hace más de una década, Netflix ha utilizado el lema “Que México se vea”, respaldado con títulos como Una película de policías , BARDO, Falsa crónica de unas cuantas verdades , Ruido , Temporada de huracanes y, más recientemente, Príncipes salvajes y Las locuras . “Con ellos, la plataforma no solo compite en taquilla internacional, sino que coloca al cine mexicano frente a millones de espectadores en todo el mundo”, explicó la firma de streaming. Prime Video optó por una narrativa similar. “Las plataformas están transformando positivamente el panorama cinematográfico en términos de diversidad y alcance. Usamos datos de audiencia para conectar contenidos con públicos que tal vez no los encontrarían por vías tradicionales, pero sin dictar decisiones creativas”, explicó en entrevista Javiera Balmaceda, head of originals, Latin America, Canada, Australia de Amazon MGM Studios. Pero esta comodidad no reemplaza del todo la experiencia cinematográfica. “Me gustan las palomitas del cine, porque las de casa no saben igual, y la pantalla y el sonido no se comparan, algo digno de una ocasión especial” contó Gómez. El cine, entonces, pasa de ser consumo rutinario a convertirse en evento: el estreno de la película favorita, la salida con amigos, la cita romántica. En este sentido, las propias plataformas reconocen que la pantalla grande sigue siendo importante. Balmaceda habló de una estrategia híbrida que combina lanzamientos teatrales con estrenos digitales. En mercados como India o Indonesia, aseguró, este modelo ha dado resultados “extraordinarios”, y en Latinoamérica apunta a una coexistencia más que a una competencia directa.

Bajo esta perspectiva, lo que está en juego no es la desaparición de las salas, sino su redefinición. Con menos funciones llenas y un público más selectivo, el cine corre el riesgo de perder centralidad como hábito cultural. Pero también puede afianzarse como un espacio de experiencias colectivas que el streaming, con todo y sus ventajas, no puede replicar: el murmullo previo a que se apaguen las luces, la risa compartida, el silencio de cientos frente a una misma escena. Las cadenas de cine intentan combatir el escenario con estrategias para recuperar asistencia. Desde promociones para comprar entradas a precios especiales de 29 y 30 pesos, dinámicas 2×1 y combos de dulcería, hasta ciclos de reestreno de películas que fueron taquilleras en su momento. Sin embargo, pese a estos esfuerzos, la respuesta del público no alcanza los niveles previos a la pandemia. A este panorama se suma un cambio cultural en las nuevas generaciones, que son moldeadas por el consumo de videos breves en redes sociales y muestran menor disposición para sostener su atención durante dos horas en una sala oscura. Un estudio global elaborado por Yahoo y OMD Worldwide reveló que la Generación Z pierde la atención a anuncios en tan solo 1.3 segundos. El contraste entre la inmediatez de los “reels” y la experiencia prolongada de ver una película en la pantalla grande plantea un reto adicional para las salas de exhibición Mientras tanto, las plataformas siguen llenando el vacío con inversiones millonarias, estrategias de diversidad contenidos y producciones propias. El espectador, en última instancia, es quien define la ecuación: ir al cine como celebración colectiva o quedarse en casa con la promesa de inmediatez y personalización. Entre butacas vacías y catálogos infinitos, el futuro del cine se juega en ese delicado equilibrio.

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