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El sexo importa

Publicado: abril 30, 2025, 4:23 am

La reciente sentencia en el Reino Unido que define «mujer» en la Ley de Igualdad de 2010 por el sexo biológico es un triunfo del sentido común frente a la deriva woke que se había hecho muy fuerte los últimos años en Occidente. Los cinco jueces han puesto negro sobre blanco lo que la mayoría entiende intuitivamente: el sexo es binario, determinado por la biología al nacer, y no por certificados o autopercepciones. Este fallo, lejos de ser un ataque a nadie, restaura la claridad legal y protege los derechos de las mujeres. El caso, impulsado por For Women Scotland, surge de una disputa en Escocia sobre una ley de 2018 que incluía a mujeres trans en cuotas de paridad. La sentencia desmonta esa interpretación, afirmando que «mujer» y «sexo» en la ley se refieren a la biología, no al género autopercibido. Esto no es un capricho: espacios como refugios, prisiones, hospitales o deportes requieren distinciones basadas en el sexo biológico para garantizar seguridad y equidad.

La fuerza física, la anatomía y las experiencias específicas de las mujeres (menstruación, embarazo, menopausia) son realidades que ninguna transición puede replicar. Ignorarlas no es de izquierdas ni progresista. Es negar la evidencia. Como ha explicado el físico Alan Sokal, en una conferencia en la Fundación Ramón Areces, la ciencia se ha enfrentado siempre a las amenazas de las ideologías religiosas o políticas, pero para hacer buenas políticas públicas no se pueden ignorar los hechos materiales objetivos, o sucumbir a los deseos, anteponiéndolos a la realidad. Los críticos, también en España, han tildado el fallo de «devastador» y «regresivo», argumentando que margina a las mujeres trans. Pero la sentencia no elimina sus protecciones. No se trata de desamparar a esas personas contra la discriminación por reasignación de género. La defensa de sus derechos y el respeto que merecen son irrenunciables en una sociedad de ciudadanos libres e iguales. Lo que hace es evitar que los certificados de reconocimiento de género les otorguen derechos propios de las mujeres biológicas, como acceso a espacios segregados o cuotas específicas. Pretender que una mujer trans es idéntica a una mujer biológica es un salto lógico que ignora las diferencias materiales.

El fallo también expone la hipocresía de cierto activismo woke que actúa, bajo el paraguas del victimismo, de forma inquisitorial e impone dogmas. No se trata de odio, como claman los activistas trans, y aquí ha solemnizado la diputada de Podemos Ione Belarra, sino de ciencia. La biología no es un constructo social, y la ley debe reflejar esa verdad para funcionar. Los derechos de las mujeres no pueden sacrificarse en el altar de una ideología que confunde sentimientos con hechos.

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