Publicado: agosto 5, 2025, 8:23 am
Durante años, el conflicto del Sáhara Occidental estuvo en un rincón del debate internacional: presente, pero silenciado. Sin embargo, ha vuelto con fuerza al escenario global. El motivo no es solo diplomático, sino económico. Detrás del renovado respaldo del presidente estadounidense Donald Trump a Marruecos hay un recurso clave que mueve intereses y fronteras: el fosfato.
Más que una declaración. El respaldo de Estados Unidos no es nuevo. Durante su primer mandato, Donald Trump ya reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, a cambio de que Marruecos estableciera relaciones diplomáticas con Israel como parte de los Acuerdos de Abraham. Según Reuters, el presidente ha reiterado recientemente su posición en una carta dirigida al rey Mohammed VI, reafirmando el reconocimiento de Washington sobre el territorio.
Bajo la arena. Hay razones tangibles detrás de este apoyo creciente y está bajo el suelo: el fosfato. Marruecos es el segundo productor mundial de fosfatos, después de China, y controla el 70% de las reservas mundiales. Alrededor del 8% de la producción nacional proviene del Sáhara Occidental, en concreto de la mina de Phosboucraa, según datos recogidos por SwissInfo.
Este mineral es esencial para la producción de fertilizantes, clave para la agricultura moderna. No se puede fabricar artificialmente, y su escasez lo convierte en un recurso estratégico. Como ha advertido la BBC, la seguridad alimentaria mundial depende en gran parte del fósforo. Tras la guerra en Ucrania y la crisis en las cadenas de suministro, su valor se ha disparado. En ese contexto, Marruecos ha ganado influencia internacional.
Un comercio bajo escrutinio. Pero hay un problema: el Sáhara Occidental es considerado por la ONU un territorio no autónomo pendiente de descolonización. Y según el derecho internacional, cualquier explotación de sus recursos debe contar con el consentimiento del pueblo saharaui, representado por el Frente Polisario. Ese consentimiento, hasta ahora, no ha llegado.
Por ello, el Polisario ha optado por una ofensiva legal. En los últimos años, ha conseguido bloquear barcos con fosfato saharaui en puertos de Sudáfrica, Panamá o Nueva Zelanda. Al menos quince empresas internacionales han dejado de comprarlo, temiendo litigios o daños reputacionales, según BBC.
Un auge económico que redibuja el mapa. Más allá del fosfato, Marruecos apuesta fuerte por una transformación económica del Sáhara Occidental. De acuerdo con Bloomberg, el país ha lanzado una estrategia de inversiones por más de 10.000 millones de dólares. Uno de los proyectos estrella es el Puerto Atlántico de Dakhla, valorado en 1.200 millones, que busca posicionarse como eje logístico entre África, Europa y América Latina.
Eso no es todo, pues se suman otros proyectos como una autopista de mil millones hacia Tánger, parques eólicos, complejos turísticos y plantas de hidrógeno verde. Según Mounir Houari, director de la agencia regional de inversiones, entrevistado en Bloomberg, el objetivo es que la región pase del 1% al 6% del PIB nacional en los próximos 15 años.
¿Y los saharauis? Mientras Marruecos transforma el Sáhara Occidental con inversiones millonarias, el pueblo sigue esperando una solución política. Desde hace años, decenas de miles viven en campamentos de refugiados en Argelia, en condiciones precarias, lejos de las decisiones que se toman sobre su territorio.
En paralelo, organizaciones internacionales denuncian que los saharauis no pueden participar libremente en las decisiones que afectan a su territorio. Mientras no se garantice ese derecho, la legalidad internacional sigue cuestionando la legitimidad de la explotación de los recursos en la región.
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Una herida aún abierta. Mientras el mundo observa el fosfato como un recurso estratégico para alimentar al planeta, quienes viven en la tierra que lo produce esperan algo más simple: ser escuchados. Porque el mismo mineral que hace crecer los campos también alimenta un conflicto que, a pesar del paso del tiempo, sigue sin cicatrizar.
Imagen | Unsplash
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La noticia
El renovado interés de Estados Unidos en reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara tiene nombre: fosfato
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alba Otero
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