Publicado: abril 27, 2025, 12:23 pm


Al igual que numerosos mandatarios, la figura del papa también ha sido objeto de ataques y atentados. Pese al enorme contingente de seguridad que los acompaña, a veces los agresores encuentran recovecos por los que actuar. Por odio, por desorden mental o incluso motivados por ideologías políticas, alrededor de una quincena de papas han sufrido algún tipo de altercado a lo largo de la historia. Estos son los atentados que marcaron el papado de los últimos tres pontífices.
Los dos atentados a Juan Pablo II
Pocos años después de asumir el cargo, el papa Juan Pablo II sufrió un atentado que casi acaba con su vida. Como de costumbre, la plaza de San Pedro, en plena Ciudad del Vaticano, estaba abarrotada. Los fieles clamaban la llegada de su santidad en su característico papamóvil. Era el 13 de mayo de 1981. Entre los asistentes al acto se escondía Mehmet Ali Ağca, un turco de apenas 23 años que no dudó en apretar el gatillo, ante el estupor de la muchedumbre, y disparó frenéticamente.
Cuatro balas golpearon el cuerpo del papa. Dos en el abdomen, una en el brazo y otra en la mano. Fue operado de urgencia, durante más de cinco horas. Tras una larga recuperación, sobrevivió. El atacante era un extremista turco, presuntamente vinculado al grupo ultranacionalista Lobos Grises. El joven confirmó no haber actuado solo, pero las verdaderas razones de su acción aún causan teorías, algunas de las más alternativas, aseguran una relación con los servicios secretos búlgaros o con la KGB. Pero el momento icónico de este suceso ocurriría años más tarde. En 1983, Juan Pablo II visitó en la cárcel a Ağca y, en virtud de su fe cristiana, lo perdonó.
La casualidad quiso que solo un año después del altercado, el mismo 12 de mayo, pero de 1982, el papa Juan Pablo II volviera a esquivar la muerte. El pontífice se encontraba en Fátima, Portugal. Entre los visitantes se alzó Juan Fernández Krohn, un sacerdote integrista español —posteriormente excomulgado—, que intentó apuñalarlo, aunque sin conseguirlo. Según él, el papa era un agente secreto vinculado al comunismo soviético que buscaba la corrupción del Vaticano.
El incidente de Benedicto XVI
Era la noche del 24 de diciembre de 2009, se celebraba la Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Como es tradición, el papa Benedicto XVI, de 82 años, iba camino del altar mayor para celebrar la ceremonia más solemne del año. En ese momento, una mujer joven vestida de rojo —más tarde identificada como Susanna Maiolo, una suiza-italiana con problemas psiquiátricos conocidos— saltó la barrera de seguridad.
De forma repentina, se abalanzó sobre el papa, lo agarró por la ropa y lo hizo caer al suelo. La caída fue aparatosa, en pleno pasillo central, ante decenas de ojos y cámaras. Benedicto XVI quedó en el suelo, pero se levantó rápidamente con ayuda. Él no resultó herido, pero un cardenal, Roger Etchegaray, de 87 años, que iba junto al papa en la procesión, sí sufrió una fractura de cadera al caer.
La agresora fue inmediatamente reducida y detenida por el servicio de seguridad vaticana. No llevaba armas. Su intención no habría sido la de matarlo, sino acercarse físicamente al pontífice. Ella le pidió perdón. Y él, cómo no, la perdonó.
Los intentos de atentado al Papa Francisco
La comunidad religiosa no recomendó el viaje, pero el compromiso del papa Francisco fue mayor que el miedo, y emprendió su camino hacia Irak, en 2021. Nada más aterrizar, tal como se cuenta en su autobiografía recientemente publicada Esperanza, sería informado de los dos intentos frustrados.
El servicio de inteligencia británico habría logrado detener un atentado en su contra, orquestado por una mujer, una terrorista lista para inmolarse ante él. En paralelo, una furgoneta salía a toda velocidad hacia Mosul, también para atacarlo. Pero no era la primera vez que se frustraban ataques contra su persona. El papa Francisco enfrentó amenazas directas desde el Estado Islámico (ISIS). En 2024, las autoridades de Indonesia consiguieron desmantelar un plan terrorista que pretendía atacarlo en su viaje a Yakarta.
Desde el martirio de San Pedro del en el siglo I d.C. ante el emperador Nerón, momento que Caravaggio plasmó, con su habitual fervor, en un icónico cuadro, numerosos papados sufrieron intentos de menoscabo. La máxima representación de la Iglesia Católica se convierte en cargo de riesgo por el simbolismo de su figura. Muchos ataques frustrados, otros nos serán por siempre desconocidos, lo que queda de ellos es la misericordia y el perdón que todos ellos profesaron, como no podía ser de otra manera, en virtud de su mandato. El perdón vence al castigo, y gana al enemigo.