Publicado: septiembre 3, 2025, 6:23 pm
Casi cuatro décadas después de desprenderse de la Antártida, el colosal iceberg conocido como A23a, un gigante de un billón de toneladas, está librando su batalla final contra el océano. Tras un viaje épico y décadas varado en el fondo del mar, el que fuera el iceberg más grande del mundo se está rompiendo en pedazos, y los científicos predicen que podría desaparecer por completo en las próximas semanas.
La historia del icerberg. El A23a se desprendió de la plataforma de hielo Filchner-Ronne de la Antártida en 1986 y quedó encallado en el fondo del mar de Weddell durante más de 30 años. Una gran formación que sin duda importa al superar en dos veces la superficie de la Comunidad de Madrid o duplicando el área metropolitana de Londres.
Pero no fue hasta el año 2020 cuando comenzó su épico viaje, siendo arrastrado por la ‘autopista de los icerbergs’ hasta el Atlántico Sur. Y aunque quedó varado durante un tiempo, volvió a arrancar su recorrido en 2024.
Un tamaño amenazante. Tras su andadura, a principios de este año su inmenso tamaño llegó a amenazar las zonas de alimentación de los pingüinos en una remota isla del Atlántico Sur, pero el iceberg siguió su camino. Ahora, según un análisis de la Agence France-Presse y tomando como fuente las imágenes del satélite del programa europeo Copernicus, el A23a tiene menos de la mitad de su tamaño original, aunque sigue siendo una gran masa de 1.770 kilómetros cuadrados.
Una desintegración dramática. En las últimas semanas, enormes trozos de hielo, algunos de hasta 400 kilómetros cuadrados, se han desprendido del A23a. Además, el mar a su alrededor está plagado de fragmentos más pequeños, muchos de los cuales son lo suficientemente grandes como para suponer un riesgo para la navegación.
Andrew Meijers, oceanógrafo físico del British Antarctic Survey (BAS), ha declarado a la AFP que el iceberg se está «desintegrando de forma bastante dramática» a medida que se desplaza hacia el norte. «Yo diría que está en vías de desaparición… básicamente se está pudriendo por debajo. El agua es demasiado cálida para que se mantenga. Se está derritiendo constantemente», afirma Meijers. El científico espera que el A23a no sea «identificable en unas pocas semanas».
Ha llegado demasiado lejos. El recorrido que ha tenido este iceberg, la verdad es que ha sorprendido a la comunidad científica. «La mayoría de los icebergs no llegan tan lejos. Este es muy grande, por lo que ha durado más y ha llegado más lejos que otros», añade Meijers.
El cambio climático como telón de fondo. Aunque el desprendimiento de los icebergs es un proceso natural que hemos documentado, los científicos afirman que el ritmo al que se están perdiendo es un problema. Y detrás de esta aceleración en el desprendimiento está el hombre y el cambio climático.
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Esto es algo que hemos visto ya como un grave problema en el ‘callejón de los icerbergs’ donde cada vez hay una mayor cantidad de estas formaciones, alterando aún más los ecosistemas a su paso.
Otros icebergs han tenido la misma suerte. En el pasado, otros ejemplares, como por ejemplo A-68A, con una extensión similar al área de la provincia de Alicante, se desgajó de la plataforma de hielo Larsen C en julio de 2017 y comenzó una ruta de 2.500 km que lo llevó hacia el norte. Tras cuatro años de viaje acabó desintegrándose en la isla de San Pedro, habiendo generado antes una gran expectación por parte de los científicos.
En este caso los científicos pudieron ver como la forma en la que las capas de agua oceánica se estratifican quedaba alterada. De esta manera, se producía un efecto de desplazamiento hacia las profundidades de materia en particular y fitoplancton, lo que altera la redistribución de los nutrientes en el agua.
El fitoplancton es la base de la alimentación de decenas de especies, y ahora mismo se encuentra en grandes concentraciones en Groenlandia por los icebergs derretidos. Y aunque puede ser positivo para la vida marina y captura CO₂ atmosférico, hay una pega: los cambios en temperatura, composición química y salinidad pueden alterar los ecosistemas.
Efectos del A23a. La desintegración de A23a pueden tener efectos beneficiosos, según los investigadores. Y es que el hecho de liberar nutrientes al océano puede favorecer la productividad biológica. Pero sobre todo destacan los efectos negativos, ya que la fragmentación también plantea desafíos para la navegación y la pesca en el Atlántico Sur, ya que los fragmentos más pequeños son más difíciles de rastrear que el bloque principal.
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La noticia
El iceberg más grande del mundo estaba a punto de cumplir 40 años. Estaba ya durando demasiado para los expertos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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