Publicado: octubre 10, 2025, 3:23 am
El Premio Nobel de la Paz habrá de entregarse «a la persona que más o mejor haya contribuido a fomentar la hermandad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes, y el establecimiento y la promoción de congresos de paz». Es el claro precepto que Alfred Nobel, padre de los cinco premios más famosos del mundo, dejó por escrito a la hora de valorar el ganador del galardón, que se da a conocer a este viernes.
El Comité Noruego del Nobel lo anunciará en Oslo apenas dos días después de que Israel y Hamás hayan acordado la primera fase del plan de paz en Gaza propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Que la influencia del mandatario ha sido clave para llegar a esta situación resulta evidente; que, como ha reclamado en varias ocasiones, merezca el Nobel de la Paz, una idea que ha cogido mucha fuerza ahora, puede ser más cuestionable teniendo en cuenta la descripción de Alfred Nobel sobre el ganador ideal.
La lista de nominados al premio no se hace nunca pública, aunque las filtraciones siempre son inevitables. El Comité Nobel ha recibido este año 334 nominaciones (244 individuos y 94 organizaciones) al Nobel de la Paz, y Donald Trump está entre los nombres propios. No es que sea precisamente una novedad, puesto que ya ha sido nominado en más ocasiones a propuesta de líderes internacionales ‘amigos’, como el propio primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, o el primer ministro camboyano, Hun Manet.
No obstante, que el propio Trump haya reclamado con más descaro que nunca el premio y los recientes avances en el conflicto en Oriente Medio que coinciden con el final de las deliberaciones de el Comité Nobel han provocado que más que nunca se extienda la sensación de que puede recibirlo. Ello, a pesar de su retirada de los acuerdos globales, el inicio de una guerra arancelaria mundial o su política hostil con Groenlandia y, por consiguiente, con Dinamarca. Por no mencionar las redadas impulsadas en Estados Unidos contra inmigrantes, utilizando incluso a la Guardia Nacional.
Trump tendrá que competir, eso sí, con algunas figuras como la opositora venezolana María Corina Machado, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, o Yulia Navalnaya, la viuda del opositor ruso Alexéi Navalni, que murió en circunstancias sospechosas mientras cumplía una condena de 19 años de prisión en una cárcel de Siberia.
También con organizaciones como Médicos Sin Fronteras, las Salas de Respuesta de Emergencia de Sudán, la principal red comunitaria de la respuesta humanitaria del país en medio de la guerra, o incluso el Comité para la Protección de los Periodistas o Reporteros sin Fronteras tras dos años terribles para el gremio en Gaza, que se ha convertido en el lugar más peligroso desde el que informar tras la muerte de más de 240 profesionales, según la ONU.
En un artículo del Financial Times, la directora del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo, Nina Græger, denuncia que las presiones que supuestamente está recibiendo el comité por parte de la Casa Blanca para que Trump gane el premio «no parece muy pacífico«.
«A estas alturas, el galardonado ya habrá sido elegido y los discursos estarán preparados para el anuncio del viernes. Sin embargo, si el plan de 20 puntos de Trump conduce a una paz duradera y sostenible en Gaza, el Comité tendrá que tenerlo muy en cuenta en las deliberaciones del año que viene. Por supuesto, también tendrán que sopesar ese logro con el historial más amplio de sus esfuerzos por promover la paz, tanto dentro de Estados Unidos como a nivel internacional, de acuerdo con el testamento de Alfred Nobel», señala.
«Lo merezco, pero nunca me lo darán»
La primera vez que Donald Trump manifestó claramente que merecía el Nobel de la Paz fue en febrero, durante un reunión con Benjamín Netanyahu en la Casa Blanca, nada más convertirse en presidente de Estados Unidos por segunda vez.
«Nunca me darán un premio Nobel de la Paz. Es una pena. Lo merezco, pero nunca me lo darán»
«Nunca me darán un premio Nobel de la Paz. Es una pena. Lo merezco, pero nunca me lo darán», señaló junto al mandatario israelí en el Despacho Oval. Hace apenas dos semanas, durante su discurso en la 80.ª Asamblea General de la ONU, presumió de haber «acabado con siete guerras» y afeó a los líderes internacionales que no se lo hubieran agradecido. Sin muchos remilgos, lanzó: «Creo haber hecho méritos para que me den el premio Nobel de la Paz«.
Horas después, la Casa Blanca publicaba un listado de las siete guerras con los que decía haber acabado, una foto del magnate y un encabezado en el que lo llamaba «El presidente de la paz«. La lista incluía los conflictos Armenia y Azerbaiyán, Kosovo y Serbia, Tailandia y Camboya, República Democrática del Congo y Ruanda, India y Pakistán, Egipto y Etiopía e Israel e Irán. Muchos de ellos son conflictos históricos que permanecen enconados y que registran picos de hostilidades.
Con todo, queda claro que Trump quiere pasar a la historia del galardón al convertirse en el quinto presidente de Estados Unidos en obtenerlo, después de Theodore Roosevelt (1906), Woodrow Wilson (1919), Jimmy Carter (2002) y Barack Obama (2009).
Precisamente, el actual mandatario estadounidense criticó duramente que Obama, uno de sus grandes rivales, se hiciese con el premio: «Si yo me llamara Obama, me lo habrían dado en diez segundos. Ni él mismo tenía idea de por qué se lo dieron», dijo del demócrata, que recibió el Nobel unos meses después de llegar a la Casa Blanca.