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El cuidado del talento se convierte en un elemento esencial de competitividad

Publicado: diciembre 21, 2025, 7:22 am

En España, hablar de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) ya no remite únicamente a la huella ambiental, la gobernanza o a la acción social externa. En los últimos años, el foco se ha desplazado de forma progresiva hacia el interior de las organizaciones, donde el bienestar de los empleados se ha convertido en un eje estratégico de primer orden. La pregunta que se hacen hoy muchas compañías ya no es si deben ocuparse del bienestar de sus equipos, sino cómo hacerlo de forma eficaz, sostenible y alineada con los objetivos del negocio. Este cambio de enfoque no responde solo a una mayor sensibilidad social. Retener talento, reducir el absentismo , contener la rotación y sostener la productividad dependen en buena medida de cómo se gestione la experiencia del empleado. En un contexto marcado por la incertidumbre económica, la transformación digital y la escasez de perfiles cualificados, el bienestar ha dejado de ser un ‘extra’ para convertirse en un factor competitivo. Y lo es especialmente entre los más jóvenes. Como resaltan desde Infoempleo, «las nuevas generaciones conciben el trabajo desde una perspectiva más integral: flexibilidad, salud mental , conciliación, propósito y cultura corporativa son ahora factores clave para atraer y retener talento. En 2026, la capacidad de las empresas para ofrecer modelos laborales más humanos, inclusivos y sostenibles será determinante para garantizar la competitividad y el desarrollo del mercado laboral». Los datos más recientes de InfoJobs relacionados con Salud Mental «muestran un incremento de los problemas relacionados con este ámbito entre los trabajadores, sobre todo por la sobrecarga laboral, y subrayan la importancia de que las organizaciones desarrollen iniciativas concretas –como programas de sensibilización, espacios saludables y formación en detección temprana de estrés o burnout – para cuidar el bienestar de su plantilla y asegurar la retención del talento», apuntan desde esa consultora. Los informes más recientes advierten de una brecha significativa entre las expectativas de los trabajadores y la realidad que viven en su día a día. Diversos estudios sobre bienestar corporativo en España en 2025 sitúan el nivel medio de bienestar del empleado en valores moderados , con una parte relevante de la plantilla que percibe carencias claras, especialmente en lo relativo a la salud mental, la compensación y la calidad del entorno de trabajo. La proliferación de iniciativas aisladas -apps, talleres puntuales o campañas internas- no siempre se traduce en una mejora real si no están integradas en la estrategia de personas y alineadas con la organización del trabajo. «La salud mental no recae sobre un solo departamento, sino que es un elemento clave de la cultura de cuidado de la organización que los envuelve a todos», señala Christophe Launay, ¡CEO y cofundador de yees!, firma española especializada en bienestar emocional corporativo. En su opinión, uno de los errores más habituales es delegar el bienestar en acciones desconectadas del funcionamiento real de la empresa. «El bienestar emocional solo puede gestionarse de forma eficaz si se entiende como un sistema en el que participan todos los actores implicados: prevención de riesgos laborales, recursos humanos, mandos intermedios y los propios trabajadores». Esta visión sistémica marca la diferencia entre las compañías que abordan el bienestar como un gesto puntual y aquellas que lo convierten en una palanca estratégica de salud organizacional. Para Launay, el bienestar emocional debe formar parte de la cultura y de la toma de decisiones, no limitarse a un catálogo de beneficios. «No trabajamos con soluciones cerradas ni productos enlatados. Cada intervención debe construirse a medida, escuchando de verdad las necesidades de cada organización». La urgencia de este enfoque se refleja con claridad en los indicadores de salud mental. El informe Salud Mental y Trabajo 2025 de UGT cifra en 671.618 las situaciones de incapacidad temporal por trastornos mentales y del comportamiento registradas en 2024, el dato más alto desde 2016, con una tendencia que continúa en 2025. Para las empresas, estas cifras se traducen en absentismo, rotación y pérdida de productividad . Para las personas, suponen sufrimiento, desgaste emocional y, en muchos casos, trayectorias laborales interrumpidas. Según Launay, el cambio de mentalidad empresarial ya está en marcha. «Muchas organizaciones han entendido que no basta con cumplir el mínimo legal. Quieren saber qué les está ocurriendo realmente a sus equipos, prevenir el malestar antes de que se cronifique y construir entornos de trabajo más saludables y sostenibles». La pandemia actuó como un acelerador, pero no fue el único factor. «A ella se han sumado la presión por la inmediatez, la incertidumbre económica y social, el aumento de la exigencia laboral y los cambios constantes en la organización del trabajo». La sensibilidad social acompaña a los datos. Estudios recientes sobre bienestar y riesgos psicosociales elaborados por universidades, como el Observatorio de Riesgos Psicosociales de la Universidad de Barcelona, muestran que una amplia mayoría de los trabajadores percibe que su trabajo impacta directamente en su salud mental . La expectativa hacia la empresa es clara: no se esperan gestos simbólicos, sino políticas concretas, sostenidas en el tiempo y evaluables. En este contexto, el papel de los mandos intermedios resulta determinante. «Son el eslabón clave entre la estrategia y el día a día», explica Elena Sánchez, cofundadora y directora clínica y de Operaciones de yees!. «Los mandos sienten a menudo la carga de sostener emocionalmente a sus equipos, y eso tiene un impacto directo sobre ellos mismos». Según relata, muchas de las consultas que reciben proceden precisamente de responsables de equipo que se enfrentan a conflictos internos, tensiones constantes y una elevada carga mental. Entre los equipos, las consultas más habituales están relacionadas con síntomas de estrés, ansiedad, desbordamiento emocional y fatiga. A ello se suman, cada vez con mayor peso, las dificultades de conciliación , la sensación de no llegar a todo y el impacto que la organización del trabajo tiene en la vida personal y familiar. «El esfuerzo de sostener el malestar y seguir funcionando tiene un coste emocional muy alto», subraya Sánchez. Por este motivo, las organizaciones demandan cada vez más programas de apoyo emocional estructurados, junto con formación y acompañamiento a mandos. Se trata de atención psicológica individual, confidencial y disponible 24/7, prestada por equipos clínicos propios y diseñada específicamente para cada organización. «La clave es atender no solo cuando aparece el problema, sino de prevenir, acompañar y dar herramientas», explica Sánchez. Las nuevas formas de trabajo, la digitalización y la incorporación de la inteligencia artificial están añadiendo nuevas capas de complejidad. «Cada vez es más habitual sentir la presión de responder de manera inmediata, incluso fuera del tiempo de trabajo», advierte Launay. Esta inmediatez erosiona los límites, incrementa la carga mental y refuerza la sensación de estar permanentemente disponibles. «La tecnología y la IA no son el problema en sí mismas; el riesgo aparece cuando se integran sin reflexión ni acompañamiento emocional», afirma. Desde su experiencia, integrar la tecnología desde una perspectiva humana es uno de los grandes retos actuales. «Las personas necesitan tiempo, apoyo y espacios seguros para adaptarse a los cambios. Si no se atiende al impacto emocional, las herramientas que deberían facilitar el trabajo acaban convirtiéndose en una fuente adicional de estrés», asevera. «La clave no está solo en adoptar la tecnología, sino en desarrollar y acompañar el talento que sepa convivir con ella. Para lograrlo, es fundamental fortalecer la formación. «La clave ya no es solo la adopción de la inteligencia artificial, sino evitar que la brecha de competencias deje fuera del mercado al talento sénior o bloquee la entrada de los jóvenes. El salto cualitativo de España no vendrá solo por el software, sino por una cultura empresarial que apueste por la formación continua como único antídoto contra la obsolescencia laboral», afirma Mónica Pérez, directora de Comunicación y Estudios de InfoJobs. Las empresas buscan ahora no solo cuidar, sino también medir el impacto de esa inversión en bienestar. «La salud emocional se puede evaluar con indicadores cuantitativos como la reducción del absentismo, la duración de las bajas, la rotación o el nivel de conflicto», explica Sánchez. Pero hay una dimensión menos visible y especialmente relevante: la resiliencia organizativa. «Las empresas que cuidan de la salud mental de sus equipos son más fuertes, más sostenibles y están mejor preparadas para afrontar contextos de crisis». En yees!, la medición es un pilar central del enfoque. «Evaluamos lo que hacemos para poder impulsar, corregir y crear. Solo desde la evaluación continua es posible mejorar y generar impacto real», afirma Sánchez. Esta lógica permite traducir el bienestar a un lenguaje comprensible para la dirección y vincularlo con la estrategia empresarial. Medición y estrategia integral y alineada. Son factores esenciales para poner el foco en un bienestar del trabajador esencial para que las empresas también tengan una competitividad de hierro.

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