Publicado: octubre 26, 2025, 7:23 pm
A miles de kilómetros de Japón, en un edificio de oficinas del distrito financiero de Manila, un grupo de jóvenes vigila el interior de tiendas donde nunca ha estado. Frente a ellos, los monitores muestran los movimientos de brazos robóticos que colocan bebidas en estantes refrigerados. Son los mismos robots que muchos clientes japoneses creen totalmente autónomos. En realidad, su aparente independencia depende de estos operadores filipinos que, conectados por Internet, corrigen errores de estas máquinas. Cuando una lata cae, son ellos quienes devuelven el control.
Los autómatas que abastecen las estanterías de las tiendas japonesas funcionan de manera independiente casi todo el tiempo. Aun así, hay momentos en que fallan. Cuando una bebida se desliza o un envase queda mal colocado, desde Manila un operador se coloca un visor de realidad virtual y recupera el control. En pocos minutos, mueve el brazo robótico con precisión hasta corregir el error. Estas intervenciones son puntuales, alrededor del 4% de las operaciones, pero garantizan que todo siga en marcha sin que nadie lo note desde el otro lado del mostrador.
Cuando los robots se equivocan, son los humanos quienes los salvan
El funcionamiento de este sistema depende de una alianza peculiar entre empresas de dos países. Telexistence, con sede en Tokio, diseña y gestiona los robots que operan en las tiendas japonesas, apoyándose en plataformas de Microsoft y Nvidia. Desde Manila, Astro Robotics dirige la sala de control donde los técnicos monitorizan y asisten a las máquinas. Es un ejemplo de cómo las cadenas mantienen en marcha sus operaciones en Tokio gracias a una mezcla de robótica, conectividad y mano de obra remota.
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Situado en el corazón de esta operación, el modelo TX SCARA es un brazo robótico compacto y veloz creado para manipular bebidas en los estrechos almacenes de las tiendas japonesas. El sistema analiza los datos de ventas para decidir qué productos reponer en cada momento. Si se produce un error, como decimos, cambia al modo de teleoperación.
El despliegue de estos robots comenzó en 2022 y desde entonces su presencia se ha multiplicado en los comercios japoneses. Lo que empezó como una prueba controlada es hoy un sistema operativo estable que mantiene las neveras abastecidas sin pausas. La adopción responde a una necesidad clara: Japón se enfrenta a una escasez crónica de trabajadores en el sector minorista, agravada por el envejecimiento de la población. En ese escenario, la automatización se ha convertido en una estrategia para sostener el servicio sin ampliar la plantilla humana.

Ahora bien, mientras Japón presume de automatización avanzada, una parte de su “eficiencia” se apoya en trabajadores filipinos que cobran entre 250 y 315 dólares al mes, según Rest of World. Es la misma cifra que gana un agente de un centro de llamadas, pero con tareas mucho más técnicas y exigentes. Para las empresas japonesas, el modelo resulta ideal: robots que no piden descansos y operadores remotos que cuestan una fracción del salario mínimo local. La innovación, en este caso, también externaliza la desigualdad.
El trabajo de los operadores en Manila puede parecer sencillo, pero tiene su complejidad. Cada uno supervisa decenas de robots de forma simultánea y debe reaccionar con rapidez cuando algo se tuerce. La presión por mantener el flujo constante es alta, y los turnos se alargan frente a varias pantallas. Además, el uso del casco virtual puede provocar mareos y desorientación tras varios minutos de uso. Todo esto, según un empleado que habló con el mencionado medio.

Cada movimiento que hacen los operadores desde Manila no solo mantiene el sistema en marcha: también enseña a los robots a ser más autónomos. Telexistence recopila esos datos de teleoperación para perfeccionar los modelos de inteligencia artificial que controlan el TX SCARA. La información se utiliza para mejorar la coordinación, el agarre y la capacidad de respuesta de las máquinas. En junio, la empresa anunció una colaboración con la startup estadounidense Physical Intelligence para desarrollar modelos fundacionales que doten a los robots de una “inteligencia física” más parecida a la humana.
El auge de la automatización no se limita a Japón. A escala global, la industria avanza con una velocidad inédita. El mercado de los llamados “agentes de inteligencia artificial” —programas capaces de actuar de forma autónoma— podría multiplicarse por ocho y alcanzar casi 43.000 millones de dólares en 2030, proyecta la consultora MarkNtel Advisors.
Lo que podemos ver es que la demanda global de mano de obra tecnológica parece estar situando a Filipinas en una posición estratégica. Un informe de Penbrothers señala que compañías extranjeras buscan allí talento técnico a bajo coste para proyectos de inteligencia artificial, automatización y robótica. Los profesionales locales acceden a trabajos más cualificados, pero siguen cobrando menos que sus homólogos en Estados Unidos o Europa.
El siguiente paso será ver hasta dónde llega esta colaboración entre humanos y máquinas. Telexistence planea ampliar el número de tiendas conectadas y mejorar la autonomía de sus robots, mientras experimenta con nuevos sistemas de agarre y manipulación. También habrá que observar cómo evoluciona el porcentaje de intervención humana, hoy todavía necesario en una parte de las operaciones. Otro punto clave será el tratamiento de los datos generados en Manila, que alimentan los modelos de inteligencia artificial y plantean preguntas sobre privacidad y propiedad de la información.
Imágenes | Telexistence
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La noticia
El brillo de la automatización de muchas tiendas en Tokio tiene un secreto: manos humanas conectadas desde Filipinas
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Marquez
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