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El Atlético cierra el año abrazado a la solidez

Publicado: diciembre 21, 2025, 2:06 pm

El Atlético despidió 2025 con una gran actuación en Gerona, sólidos los pupilos de Simeone en todas las parcelas del juego, maniatados los locales por su bajo estado anímico y por una tormenta de goles. Koke , Gallagher y Griezmann , los dos últimos suplentes, cuantificaron la superioridad de los rojiblancos, que dominaron el encuentro sin fisuras y solo se vieron ligeramente superados en los últimos 10 minutos. Sin embargo, el Girona acabó desquiciado ante su propio fútbol, pobre y pequeño en comparación con el del Atlético, que se va de vacaciones con la moral al alza. De poco sirvió el muro construido por Míchel, cinco jugadores en la medular y cuatro en la defensa. El Atlético desembarcó en Girona con decisión, como un afilado machete abriéndose paso en la espesura. Los catalanes buscaban el armisticio a base de posesión, mucho toque en campo propio que, sin embargo, no amansaba a los rojiblancos, voraces a la carrera, rápidos a la hora alcanzar la portería defendida por Gazzaniga. Fue Koke, con un misil, el que hizo justicia a lo visto en lo primeros 13 minutos. Una larguísima posesión de los de Simeone acabó en un pésimo despeje de la defensa del Girona, que fue derecho a los pies del capitán, bello y potente su disparo desde la frontal, inalcanzable para cualquier humano. El balón fue a la escuadra y el Atlético rodeó con cariño a su líder en el campo. El tanto en contra no cambió lo planes locales, empeñados en arriesgarse con el balón en los pies, en llegar al territorio de Oblak a base de mucho toque. De hecho, el portero esloveno tuvo que firmar una parada extraordinaria, casi inhumana, después de un disparo a bocajarro de su excompañero Witsel, muy oportunista el belga tras una embarrullada jugada en el área. Un zarpazo que fue seguido de otro contratiempo en clave atlética, lesionado Nico González en la parte trasera del muslo cuando perseguía al esférico. Gallagher, su sustituto habitual en las últimas semanas, saltó al campo para ocupar la banda izquierda. El Girona, más preciso y sutil, había estabilizado el ritmo del encuentro, escribía el guion aunque no dañaba la estructura atlética, fiable en el repliegue y a la hora de cerrar los caminos hacia su portería, muy compenetrados Pubill y Hancko, una pareja de centrales a que será difícil de romper. Y en medio de esa tensa calma, los rojiblancos aumentaron la brecha. Gallagher encaró desde la izquierda y golpeó con rosca, con intención, aupado por la fortuna porque la pierna de Blind convirtió su trayectoria en diabólica. A Gazzaniga solo le quedó observar cómo el 0-2 se establecía en el marcador de Montilivi, mientras que los visitantes se fueron al vestuario con una sonrisa, sabedores que habían rozado la perfección en los primeros 45 minutos. El descanso no no volvió complaciente al Atlético, muy ambicioso, capaz de enlazar llegadas ante la débil defensa gerundense. En ataque, al menos, sí se estiraban los locales, más incisivos gracias a la salida de Asprilla y a la sustancial mejoría de Tsygankov en el costado izquierdo. Míchel subió la apuesta al sacar a Bryan Gil, pero los visitantes eran inamovibles, gestionaban la pelota con mucha inteligencia y cortaban a tiempo cualquier amago de peligrosidad. Barrios personificaba a la perfección todas las virtudes ejecutadas por su equipo, sembrado el centrocampista esta campaña, mientras que Sorloth y Julián coqueteaban con un tercer gol que dejaría casi sellada la victoria. La titularidad de Llorente, que volvía al once tras estar lesionado desde el pasado 23 de noviembre, también daba mucha seguridad al Atlético. Con Nahuel el equipo había sufrido, preocupado Simeone cuando su compatriota subía en ataque y descuidaba su espalda. En cambio, el madrileño es superioridad pura, físico aplastante, y en tierras catalanas volvió a lucirse. Más preocupante era la actuación del Girona, apático y desconectado de su propia afición, incapaz de mejorar aun con el descenso pisándole los talones cada fin de semana. Una gran ocasión de Moreno, de nuevo detenida por un Oblak infranqueable, sí encendió la mecha, enseñó a los de Míchel un camino por el que conseguir dañar a sus rivales. A base de centros, de un bombardeo sistemático, y gracias a las diabluras de Asprilla en la banda derecha, los gerundenses soñaban con un tanto esperanzador. Simeone templó la situación y dio entrada a Griezmann, Almada y Le Normand, pausa y técnica para retener el balón en plena escalada de tensión, pese a que Gallagher, uno de los sustituidos, evidenció su enfado por el plan de su entrenador. Sin embargo, el Atlético no consiguió el resultado esperado, obligado a la supervivencia en unos últimos cinco minutos en el que el Girona ejercía un potente dominio, aunque futbolísticamente se le notaba muy justo. Fue entonces cuando Griezmann prolongó su fantástica racha de cara a puerta tras una genial pared con Raspadori, un control orientado delicioso y una definición al palo largo inalcanzable. La acción del galo supuso el fin de las hostilidades, orgulloso el Atlético por cerrar el año con una nueva victoria y pesimista el Girona, necesitado de refuerzos invernales y una renovada mentalidad para frontar una segunda parte de la temporada que se le puede hacer muy larga.

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