Publicado: septiembre 27, 2025, 3:06 pm
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, vuelve a estar en el centro de la polémica por sus comentarios sobre salud pública. Esta semana, el mandatario redobló su llamado a que las mujeres embarazadas eviten el uso de paracetamol, conocido en Estados Unidos como Tylenol, y a retrasar la aplicación de varias vacunas infantiles, incluidas la hepatitis B y la triple viral (sarampión, paperas y rubéola), pese a la falta de respaldo científico a sus afirmaciones.
Consejos sin aval científico
En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump relacionó el consumo de paracetamol durante el embarazo con un supuesto aumento en el riesgo de autismo en los niños. Aunque reconoció que no es médico, insistió en que «más vale evitarlo», y pidió dividir la vacuna triple viral en tres dosis separadas y posponer la vacuna contra la hepatitis B hasta después de los 12 años.
«Mujeres embarazadas, no usen Tylenol a menos que sea absolutamente necesario, no le den Tylenol a sus hijos pequeños por ningún motivo», escribió después en su red social Truth Social.
La postura del presidente va en contra de lo que recomiendan organismos internacionales como la OMS y la Agencia Europea de Medicamentos, que han reiterado que no hay pruebas concluyentes que vinculen el uso de paracetamol con el autismo. Estas instituciones recomiendan mantener su uso en las dosis más bajas y solo cuando sea necesario, pero sin desaconsejarlo.

En una conferencia de prensa en la Casa Blanca el lunes, Trump había vinculado el autismo con las vacunas infantiles y la ingesta de Tylenol durante el embarazo.
Trump aseguró también que no es necesario vacunar a los recién nacidos contra la hepatitis B, una enfermedad incurable y altamente contagiosa.
«La hepatitis B se transmite por vía sexual. No hay ninguna razón para vacunar contra la hepatitis B a un bebé que acaba de nacer. Yo diría que se debería esperar hasta que el bebé tenga 12 años», afirmó.
Sin embargo, la hepatitis B puede ser transmitida de la madre al hijo durante el embarazo o el parto.
Críticas de la comunidad científica
Decenas de asociaciones médicas, investigadores y grupos de defensa de personas con autismo criticaron las declaraciones del presidente por considerarlas desinformación peligrosa. Arthur Caplan, director de ética médica de la Universidad de Nueva York, advirtió que estas afirmaciones pueden generar miedo innecesario en las mujeres embarazadas.
«Podrían sentirse culpables por tratar de bajar la fiebre durante el embarazo, y eso no es justo», señaló. Otros especialistas apuntaron que los estudios que han sugerido una posible relación son observacionales y no demuestran causalidad.
Vieja historia: Trump y la salud pública
Las recientes declaraciones traen a la memoria las conferencias de prensa de Trump en los primeros meses de la pandemia de COVID-19, cuando minimizó el riesgo del virus, sugirió desacelerar las pruebas de detección y llegó a mencionar la posibilidad de “inyectar desinfectante” como una idea sarcástica, según aclaró después, para eliminar el virus.
Durante su primer mandato, también puso en duda el uso de mascarillas y promovió tratamientos no comprobados como la hidroxicloroquina para el COVID-19. Estos dichos alimentaron un clima de confusión en plena crisis sanitaria.
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El impacto político y social
La insistencia de Trump en vincular vacunas y medicamentos con el autismo ocurre mientras su secretario de Salud, Robert Kennedy Jr., impulsa una revisión de la política de vacunación infantil en Estados Unidos y promete investigar lo que llama una “epidemia de autismo”.
Expertos advierten que este tipo de mensajes puede afectar la confianza en programas de vacunación, considerados esenciales para prevenir brotes de enfermedades como sarampión o hepatitis B, que pueden transmitirse incluso de madre a hijo durante el parto.