Publicado: septiembre 20, 2025, 12:58 am
Vallisoletano, de pueblo, pero defiende que sus hijos son catalanes. Un central ágil y con un juego de pies fluido. Fue una de las promesas del fútbol español allá por 2018, y llegó al Espanyol por ocho millones de euros. Las lesiones han hecho intermitente su protagonismo en el club periquito. Pero, pese a sus 30 años, mantiene la ilusión en que este será su mejor año en Primera. A juzgar por el inicio de temporada de su equipo, puede estar en lo correcto. El sábado, visitan el Bernabéu: primero contra tercero y disputa por el liderato. —Usted es natural de Boecillo, un pueblo de menos de 5.000 habitantes en Valladolid. ¿Vuelve a menudo? —Bueno, en las vacaciones un poco más largas que tenemos sí suelo ir allí porque tengo a la familia y me gusta siempre visitarlos, tanto a mi padre como a mi madre, que son de allí. Voy en cuanto puedo, pero con los dos niños es un poco complicado. —Tiene usted las llaves del campo del pueblo para ir cuando quiera, ¿no? —Sí, sí, me hicieron un homenaje muy bonito hace dos años, pusieron mi nombre al campo y se lo agradeceré siempre. —¿Le gusta vivir en Barcelona? —Sí, sí, sí. Al principio es verdad que fue un poco complicado, un poco duro. Pero llevo ya aquí siete años y mis dos hijos han nacido aquí, son catalanes. Estamos supercómodos, a gusto y son parte ya de la afición. —¿Cómo lo hace un joven que se va de casa tan temprano para no torcerse? —A mí personalmente salir de casa no me costó porque ya a los quince años me fui a Málaga cinco años yo solo. Yo digo que es lo mejor que me ha pasado en mi vida: haber tenido la suerte de haberme ido pronto de casa. Porque maduras a pasos agigantados, y en tu casa, rodeado siempre de tu gente querida, te puedes llegar a torcer más fácil. —Ha sido titular en tres de los cuatros que llevamos de Liga. ¿Cree que este puede ser su año con más protagonismo con el Espanyol en Primera? —Ojalá sea así, me gustaría lograr esa continuidad que igual estos años atrás no he conseguido. Con esa continuidad ganas confianza, y en esta línea está ahora mismo todo el equipo. No te diría que ni nosotros nos creemos la dinámica que llevamos, porque el trabajo tanto del año pasado como en pretemporada ha sido espectacular. Ojalá dure mucho. —Su etapa en el Espanyol claramente ha estado marcada por las lesiones. ¿Cómo llevó pasar por tantas recaídas y problemas físicos? —Para los futbolistas las lesiones son la etapa más complicada. A veces son cortas, pero ya te hacen salir del once titular y luego te cuesta volver. A veces te preguntas ‘¿por qué me está pasando esto?’, y vas a unos médicos, a otros… De todo se sale y tienes que pensar que eso te va a hacer más fuerte. —¿Se ha frustrado en este tiempo? ¿Llegó a pesar que iba a estar recayendo constantemente y no iba a poder progresar? —No, no, para nada. A ver, he tenido bastantes lesiones, pero ninguna ha sido de larga duración. Otros compañeros míos han estado casi una temporada fuera y les veo que aun así están animados, así que yo por lesiones más pequeñas, entre comillas, no me podía venir abajo. —Llegó al Espanyol siendo una promesa del Valladolid y por ocho millones de euros. ¿Le pesaron en algún momento las expectativas que generó su fichaje? —Ahora mismo, ya con 30 años, le diría que no. A lo mejor al principio… Pero luego piensas que has hecho un trabajo y es el club o el mercado el que ha puesto ese precio. Luego unas veces cumples el rendimiento esperado y otras no, eso es el fútbol y pasa con muchísimos futbolistas. —No sigue usted mucho las redes sociales, ¿no? —No, no, para nada. Las redes sociales, cero. Estoy en un momento personal y moral en el que no creo que me afectasen mucho, de verdad. Pero creo que hacen mucho más mal que bien y mejor estar aislado para que no te afecten ni cuando las cosas son positivas, que duran un telediario, ni cuando sean negativas. —¿Cómo gestiona este asunto con sus hijos? —Mis hijos tienen cuatro y dos años y todavía están alejados de ese mundillo. Pero hay que saber gestionarlo; creo que darle el móvil a un niño -aunque las personas mayores somos peores- sin identidad, cara ni nada y que pueda comentar y poner lo que quiera es algo que no debería ser así. Porque a cualquier persona si le vieras en su trabajo no irías directamente a recriminarle cosas. —¿Cómo ha cambiado su manera de ser futbolista el hecho de ser padre? —Esto lo he hablado con compañeros, y sí que he notado un cambio de chip en mí mismo totalmente. Yo salía de un partido, hubiera estado mejor o peor, y estaba como enfadado. Ahora, aunque me duele perder y quiero ganar siempre, llego a casa y veo a mis hijos y eso pasa a un segundo plano. —¿Saben que papá juega ante el Madrid esta semana? No [ríe]. Saben que me voy de viaje a Madrid porque me ha dicho mi hijo que me despida antes de irme. Encima no me ha salido muy futbolero, así que no se entera mucho del asunto. —El Espanyol no gana en el Bernabéu desde 1996. ¿Cree que, por la dinámica, si hay un año para romper esa estadística es este? —El Bernabéu al final es un campo muy complicado, el de uno de los mejores equipos del mundo, y normalmente te ganan. Pero no sé, yo soy optimista. Las dos últimas visitas nos pusimos por delante y el año pasado hasta el 75 íbamos empate. —¿Le impone el Bernabéu? —Para nada. He jugado varias veces en el Bernabéu, que es un estadio bonito, pero no. Le comento lo mismo a mis amigos que me preguntan ‘¿joder, impone?’. Yo es que cuando estoy en el campo le juro que solo miro la primera grada, lo que abarca la vista, y ni me entero si hay dos, tres o cuatro anfiteatros. —¿Tampoco le impone tener que defender a Mbappé, Vinicius, Belligham…? —No. Son jugadores top mundial y de un nivel increíble. Incluso a veces, y no sabes por qué, haces las cosas perfectas e igualmente te hacen gol. En Primera tienes que estar al cien por cien siempre. —¿Es de mirar fútbol tomando notas? —Ya llevo bastantes temporadas en Primera y Segunda y conozco a los rivales. Tenemos un par de analistas que ellos mismos te hacen un estudio según tu posición. Cuando veo fútbol por mi cuenta intento disfrutar del partido, no me ando fijando en si me gusta más este o el otro. —Hay quien dice que el Espanyol es el filial del Madrid… —Son cometarios típicos de barra de bar, como quien dice. De gente forofa, más que de gente que sabe de fútbol. A los futbolistas ni nos va ni nos viene. El año pasado ganamos al Madrid en nuestro campo e intentamos darlo todo ante cualquier rival. —Cada vez hay más herramientas en el fútbol, pero también cada año hay más quejas por los arbitrajes. —Creo que hay que llevar al fútbol a una forma más natural, ver más naturalidad en ciertas jugadas. El VAR nos tiene que ayudar en jugadas que sean muy claras. En las grises no tiene por qué entrar ni para un lado ni para el otro. —Cuando hay polémica en un partido del Barça y el Madrid y los siguientes en enfrentarse a ellos son ustedes, ¿teme que puedan pagar los platos rotos? —No. Simplemente pienso que cuando pasa en estos partidos tiene más repercusión y se habla muchas más horas en programas televisivos. Y si pasa en un Espanyol-Mallorca, como el del otro día, pues se habla una vez y se deja pasar. Los medios televisivos dan más bombo y por eso se habla más de la jugada. Pero son jugadas que pasan, no te digo todas las jornadas, pero casi. —¿Qué se disfruta más: una permanencia ‘in extremis’ o un ascenso? —La permanencia ‘in extremis’. Porque un ascenso es como que la temporada ha ido más o menos bien… Pero al no descender te quitas de encima y un sufrimiento que llevabas detrás, lo cual significa que has estado abajo prácticamente siempre. —¿Es Manolo González con ustedes igual que en la sala de prensa? —Sí. El día a día con Manolo es gracioso, es divertido, pero no te despistes un momento que se caga en toda tu familia. Es un tío que va con nosotros a muerte y si te pasa algo puedes hablar con él sin problemas. Creo que ese carácter tiene que ver con que viene del fútbol de barro, aunque mucha gente lo dice menospreciando, pero es al revés. Tiene un carácter competitivo a muerte, es lo que nos está inculcando y eso se está viendo en el campo. —¿En qué le está marcando más? —En la confianza, en el trato personal. Un entrenador debe saber lidiar con los jugadores y es muy difícil saber lidiar con 25 personalidades diferentes. Y yo a Manolo le noto que se compromete, que está cerca de todos los jugadores. A mí eso me gusta de los entrenadores, que vayan de cara. —Ha tenido nueve entrenadores en seis años en el Espanyol. ¿No cree que a veces a las direcciones deportivas les tiembla demasiado rápido el pulso? ¿Ha sido esta apuesta firme por Manolo lo que ha hecho que el Espanyol crezca? —Completamente. Creo que la estabilidad en un club es importantísima. A veces estás haciendo partidos increíbles pero las cosas no salen y te cargas a un entrenador, entonces viene otro y las cosas siguen igual o incluso peor. Hay momentos en los que tienes que dar un cambio de rumbo porque ves que no vas a ningún lado, pero otras veces la paciencia es la clave, como se ha visto en este club y en otros actualmente. Dar confianza a un entrenador hace que la gente se involucre más, tanto los jugadores como la afición. —¿A quién admira? —Ahora mismo no tengo ningún referente. Intento sacar lo máximo de mí. Creo que ya tengo bastantes años para estar fijándome. —Pero de pequeño tendría posters en su habitación. —Siempre me ha gustado mucho Zinedine Zidane. Jugaba de delantero cuando era más pequeño, pero llevaba el ‘5’ siempre puesto. Es el único jugador que le puedo decir que ha sido mi ídolo. —¿Ha conocido ya a Alan Pace y a JJ Watt (nuevos propietarios estadounidenses del RCD Espanyol)? —Pues los he visto de pasada, pero no he tenido ninguna reunión con ellos. Tampoco hablo inglés así que no nos entenderíamos [ríe]. Pero que bienvenidos y que ojalá logremos una estabilidad en el club, que creo que es lo más necesario. —Veo que lleva muchos tatuajes. —Es un hobby, un vicio. Tengo muchísimos, algunos son con significado y otros meramente estéticos. —¿Cuál es el más importante para usted? —Uno que tengo por un primo mío que falleció a temprana edad de un paro cardiaco. Ese sería el más significativo porque estábamos muy unidos y lo recuerdo siempre. Estéticamente me hice hace poco toda la espalda y la verdad que estoy encantado con ella. —¿Qué les diría a sus hijos si se quisieran tatuar? —Que tengan 18 años, que se lo paguen ellos, como he hecho yo toda mi vida, porque esto es una inversión. Pero si lo quieren hacer por algún motivo… Lo importante es que no sean unos cafres. Todos tenemos nuestros hobbies y mientras no hagan daño a nadie que hagan lo que quieran.