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De lo líquido a lo híbrido

Publicado: octubre 1, 2025, 7:23 am

El sociólogo y ensayista polaco Zygmunt Bauman (1925-2017), Premio Príncipe de Asturias en 2010, globalizó la expresión “Modernidad líquida” en su libro del mismo título, publicado el año 2000, y esa frase sirve para definir la época de la globalización, la liberalización y el individualismo en la que todo parece diluirse y el responsable es cada cual.

La sociedad líquida es incertidumbre, inseguridad y precariedad y, en palabras de Bauman, “desaparece la confianza en uno mismo, en los otros y en la comunidad”.

El ensayo, publicado en el año 2000, mantiene su vigencia, aunque estos 25 años ha sido intensos y habría que inyectarle la digitalización universal y sus delirios; las plataformas omnipotentes, redes sociales, poderío chino, guerras y ahora la IA. El referente de Bauman para la élite mundial, que según el ensayo ha vencido al tiempo y se ha liberado del espacio es Bill Gates.

El mismo Bauman publicó un nuevo ensayo en 2005 titulado “Vida líquida” que no he podido leer todavía (pero estoy en ello, y el libro es más ágil que su antecesor, aunque viene a decir lo mismo.

“Modernidad líquida” se abre con una cita de Paul Valery (1871-1945) que ya justifica el libro y parece escrita hoy: “La interrupción, la incoherencia, la sorpresa son las condiciones habituales de nuestra vida. Se han convertido incluso en necesidades reales para muchas personas, cuyas mentes sólo se alimentan […] de cambios súbitos y de estímulos permanentemente renovados […] Ya no toleramos nada que dure. Ya no sabemos cómo hacer para lograr que el aburrimiento dé fruto. Entonces, todo el tema se reduce a esta pregunta: ¿la mente humana puede dominar lo que la mente humana ha creado?”

La idea de este artículo era nombrar algunos aspectos de este enloquecido siglo XXI que tal vez puedan ilustrar el salto de la tan citada y tan popular sociedad líquida a la sociedad híbrida. O mejor: de lo líquido a lo híbrido. Es un empeño prematuro porque he pillado las palabras por los pelos y me faltan ejemplos pero tal vez podría servir para que personas más doctas lo argumenten o lo refuten.

Cosas híbridas de hoy: la propia humanidad, con sus injertos, vacunas de ARN (que ya nos parece lo más natural), marcapasos, órganos trasplantados de cerdos y toda clase de artilugios –híbridos a su vez–, sin contar con los chips, experimentales, tanto de Musk (Neuralink) como de sus rivales chinos. La computación cuántica, aún en pruebas, es lo más híbrido que hay.

“Modernidad líquida” es un ensayo formidable, lleno de citas pertinentes y reflexiones que justifican su impacto, pero leerlo en 2025, tanta es la velocidad lleva este hipermundo que nos espolea, tiene algo de arqueológico. Todo sigue vigente, y muy bien explicado, y a la vez todo ha sido desbordado por los mismos fenómenos que Bauman describió a principios de siglo.

Lo híbrido está hoy por todas partes: la guerra híbrida de Putin –definida en este medio como “una estrategia que combina métodos de guerra convencionales con otras acciones como ciberataques, desinformación, injerencias, etc.”–, o los coches híbridos, por citar los dos ejemplos más persistentes.

La RAE da estos sinónimos para “híbrido”: cruzado, mestizo, mixto, heterogéneo. Las definiciones de su diccionario podrían caracterizar nuestra época: “Procreado por dos individuos de distinta especie”, “Que es producto de elementos de distinta naturaleza”, “Dicho de un individuo: De padres genéticamente distintos con respecto a un mismo carácter.”

También se usa “híbrida” en relación con otro gran asunto como es la identidad: identidades híbridas.

Curiosamente estos dos libros mencionados de Bauman incluyen esta palabra en distintos contextos: para ilustrar una característica de la élite global, los que entienden el laberinto, paradigma de esa liquidez inaprensible, que ha abolido el tiempo.

“Las mayores posibilidades de victoria corresponden a las personas que circulan en las proximidades de la cumbre de la pirámide de poder global, individuos para quienes el espacio importa poco y la distancia no supone molestia alguna; son personas que se sienten como en casa en muchos sitios, pero en ninguno en particular. Son tan ligeras, ágiles y volátiles como el comercio y las finanzas cada vez más globalizadas que las ayudaron a nacer y que sostienen su existencia nómada. Tal y como Jacques Attali las describió, «no poseen fábricas ni tierras, ni ocupan puestos administrativos. Su riqueza proviene de un activo portátil: su conocimiento de las leyes del laberinto».”

La modernidad anterior la define como “pesada”, el fordismo, la seguridad, la certeza de entrar de aprendiz en un trabajo y jubilarse allí, etc. El libro, muy interesante, incluye una inesperada “Breve historia de la procrastinación”.

Seguro que hay más ejemplos del paso de esta modernidad líquida en la que aún estamos hasta el cuello a la posmodernidad híbrida. Esta columna es obra abierta.

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