Publicado: mayo 14, 2025, 10:55 am
Le piden respetar el legado que dejó no solo para sus allegados, también para todo el mundo que la conoció o que se sentía representado por ella, antes de que aquel accidente de coche acabase con su vida. Y en ese legado también entra su infancia, sus recuerdos de la niñez, aquello que la motivó a ser quien fue. Porque ha salido a la luz, en el diario británico The Mirror, las quejas que multitud de vecinos tienen contra Carlos III por el estado en el que se encuentra la casa en la que Diana de Gales nació en 1961 y se crio en los primeros compases de su vida, hasta que fue una adolescente de 14 años.
Todo ese tiempo vivió en Park House, una mansión en la finca que tiene la familia real británica en Norfolk, un condado de Inglaterra al noreste de Londres, que ahora, según multitud de vecinos de la zona, se encuentra en una situación deplorable.
Todo el encanto del pasado desaparecido por, lo que consideran, un abandono institucional creciente en los últimos años, sin uso, dando como resultado un césped descuidado donde crecen las malas hierbas, ladrillos y paredes con manchas, sin lustre y con la pintura descascarada, ventanas rotas, obsoletas o en clara dejadez, un cobertizo exterior que se puede declarar en ruinas dado que tiene el tejado derrumbado y hay cristales rotos allí donde Lady Di y sus hermanos jugaron de pequeños y hasta una piscina a la que han tenido que poner una valla metálica para impedir el acceso, a pesar de su destartalado estado, a curiosos, intrusos y visitantes.
Y todo ello, para más inri, estando, como especifica el periódico, «a un tiro de piedra de la impecable Sandringham House» del monarca Carlos, quien a su juicio no hace absolutamente nada por no dejar que el olvido y la carcoma se lleven por delante la casa natal de la madre de sus hijos, siendo además uno de ellos el príncipe heredero al trono, Guillermo de Inglaterra. De hecho, se levanta a solo 500 metros de la susodicha residencia del monarca, amén de también estar muy cerca de la iglesia de Santa María Magdalena, donde la monarquía británica asiste a un servicio religioso por Navidad cada año.
Por ello, los vecinos y residentes de la zona, furiosos, están responsabilizando al soberano del caos en el que está sumido el lugar. «Te rompe el corazón ver u oír hablar sobre cómo ha quedado la casa. No se ve desde la carretera, así que muy pocos saben de verdad el estado en el que está. Porque si la gente lo supiera, se quedarían sin palabras. Es que muy, muy triste», ha declarado Selina Raines, de 38 años, que reside en el cercano pueblo de Snettisham. Una camarera, que prefiere mantener el anonimato, es aún más beligerante con sus comentarios sobre la gestión de Park House.
«¡Es una falta de respeto! Esta casa debería restaurarse para que volviese a su como era originalmente», ha afirmado, añadiendo que es algo que no solo ocurre con la mansión en la que pasó su infancia Lady Di, sino que también viven algo parecido «las otras casas de la finca que están ocultas» y que el público no puede llegar a ver, dado que ninguna de ellas, en su opinión, «recibe lo que necesita».
De residencia de ancianos al abandono
Y es que Park House, en la que los padres de Diana de Gales vivieron, tras alquilárselo a la difunta Isabel II, hasta 1975 —cuando se mudaron a otra mansión familiar, Althorp House, en Northamptonshire, entre Londres y Birmingham— consta de 16 camas, motivo por el que donado a la organización benéfica Leonard Cheshire, siendo utilizado por esta como un hotel de descanso para personas mayores con discapacidad durante más de 30 años.
Sin embargo, el aumento de los costes de mantenimiento durante la pandemia por el coronavirus hizo que la fundación se la devolviese a la comunidad en mayo de 2021, permaneciendo vacía y sin utilidad alguna desde entonces. Varios vecinos, de hecho, verían con buenos ojos que se le volviese a dar ese uso, como ha explicado al medio un terapeuta ocupacional retirado que ya trabajó con aquellos residentes discapacitados.
«Era maravilloso, por eso es aún más triste [que se haya permitido su deterioro]. Todo era precioso, con el equipamiento nuevo. Había incluso lista de espera. Me gustaría que volviera a ser como era entonces, aunque no creo que con el sistema sanitario actual vaya a pasar», ha afirmado. Asimismo, hay otra queja importante de los vecinos de la finca, quienes no entienden cómo el monarca sí tiene dinero para invertir en otros proyectos dentro de la propia comunidad.
Sin ir más lejos, mencionan cómo el pasado junio, Carlos III, de 76 años, dio luz verde a un proyecto para abrir un glamping de lujo —un conjunto de apartamentos en plena naturaleza, con todas las comodidades de un hotel— que ocupa 10 hectáreas y que tiene 15 tiendas safari, amén de un camping para caravanas y roulottes, lo que se conoce como Motorhome Club. «El rey Carlos tiene dinero para invertir en su camping, pero no en la casa donde Diana creció», ha declarado un vecino, para el que no es suficiente que, en noviembre, el monarca instalase 2.000 paneles solares en un intento por reducir la huella climática de la finca.