Publicado: abril 16, 2025, 12:23 pm
Ya puedes leer aquí la nueva entrega del consultorio de Psicología con el que 20minutos pretende ayudar a resolver las dudas y dificultades que puedan tener los lectores (con los amigos, la pareja, la familia, en el trabajo…).
Aquí tienes las respuestas que ha dado a las cuestiones de esta semana nuestra experta, Mª Jesús Álava Reyes.
Problemas de anorexia
PREGUNTA ¿Qué síntomas me pueden avisar de que mi hija tiene problemas de anorexia? La semana pasada se levantó dos veces de la mesa aludiendo que no tiene hambre y tras comer muy poco. No lo ha vuelto a hacer, pero me he quedado preocupada. Ella tiene 20 años y, es verdad, algo de sobrepeso, pero no es una cosa exagerada.
¿Debo llevarla a un especialista? ¿Y debo obligarla a comer o prohibirla que se levante hasta que acabe el plato? Gracias por sus consejos. Aurora.
RESPUESTA DE LA EXPERTA Es importante determinar el estado emocional de su hija, ver si realmente está preocupada por su sobrepeso… La psicóloga Leo Álvarez es una de las grandes especialistas en TCA (trastornos de la conducta alimentaria), le transcribo de forma resumida algunos conceptos sobre la Anorexia y el tratamiento, para que pueda valorar la situación actual que atraviesa su hija.
La anorexia es un trastorno más común en las mujeres que en los hombres, con un porcentaje del 80% – 20% aproximadamente. Es de aparición temprana, en la preadolescencia y adolescencia, aunque puede aparecer en casos muy aislados en la edad adulta.
El principal síntoma primario es la obsesión por bajar peso, de todas las maneras posibles: restringiendo muchos alimentos, eliminando otros, realizando conductas purgativas (vómitos, laxantes, diuréticos), realizando conductas obsesivas/compulsivas (ejercicio físico de cualquier tipo, como puede ser el subir y bajar escaleras de su propia vivienda, incluso realizar continuamente movimientos con las piernas, cuando permanecen sentadas o acostadas).
En este momento la paciente nunca tiene conciencia de enfermedad, por el contrario, ella se siente muy bien, y piensa que el resto de la familia le quiere amargar la vida. La disminución desmesurada de su peso va desencadenando síntomas psíquicos de la enfermedad como: cambio de carácter, se vuelven muy irritables, sufren subidas y bajadas de estado anímico muy intensas y sin razón aparente, llegando incluso a estar deprimidas, con ideas de autolisis (suicido), aislamiento social y familiar (pierden sus amistades y evitan relacionarse con la familia)…
Les aparece una distorsión de su esquema corporal, se ven gordísimas, cuando en realidad están esqueléticas. Siempre creen tener alguna parte de su cuerpo muy desproporcionada. Se suelen refugiar en los estudios o en el trabajo y tienen su autoestima por los suelos.
Las familias estarán especialmente alertas a conductas como:
– Evitan el mayor número de comidas familiares, con excusas como: ya he comido en la calle o antes de que vinierais, estoy empachada con la comida anterior y prefiero esperar a la siguiente, esto me sienta fatal…
– Eliminan ciertos alimentos de sus comidas, como, pan, dulces… Y los que aún mantiene, es todo un espectáculo verla comerlos: los deshace en multitud de trozos, los pasea mil veces por el plato antes de comérselos, siempre deja algún resto de los mismos con mil excusas…
– Se encarga ella a menudo de hacer y servir la comida familiar, incluso de hacer la compra, revisando las etiquetas de los productos que caen en sus manos.
– Se vuelven en ocasiones muy colaboradora con las tareas del hogar, y hasta se pelea por hacer ella las que más esfuerzo físico suponen.
– Se encierran en el baño y/o en su habitación después de las comidas, como algo novedoso.
– Comienzan a vestirse con distinto estilo de ropa, más suelta, más desarreglada, con colores oscuros… Además, se la ve muy tapada incluso en el verano, aunque niegue tener frío.
– Se queja de estar hinchada y estreñida, y solicita que le compren laxantes.
– Ocultan que les ha desaparecido la menstruación algún mes.
– Disminuye las horas de sueño y se la oye deambular por la casa durante la noche.
Si después de analizar esta información piensa que su hija puede tener algún trastorno de la conducta alimentaria, lo más recomendable es que se pongan en contacto con un especialista, pues son tratamientos largos, complejos, que requieren la ayuda de la familia y que, cuanto antes de inicien, mejor será el pronóstico.
Más tiempo en casa juntos
PREGUNTA: Soy una mujer de 65 años. Me acabo de jubilar y me encuentro con mi marido en casa. Te explico. Mi marido ya se había jubilado hace 3 años y él no tiene aficiones definidas. Cuando yo me iba a trabajar, él se quedaba en casa y hacía lo que fuese pero yo llegaba y tenía la comida lista.
Ahora, al jubilarme, coincidimos más tiempo en casa y me encuentro con un extraño que me gruñe por todo lo que le altere «su orden» y que me pregunta a dónde voy cuando quedo a tomar café con las amigas o me voy al gimnasio. Dame algún consejo para gestionar nuestra vejez juntos. L.
RESPUESTA DE LA EXPERTA Esta es una situación que se repite con mucha frecuencia. En general, las mujeres llenamos con facilitad nuestro tiempo, y rápidamente nos programamos muchas actividades, disfrutamos con las charlas entre amigas…, pero algunos hombres se sienten solos cuando se jubilan, sin aficiones, sin hábitos que llenen sus jornadas y vuelcan toda su atención en casa, en lo que hace su pareja, su familia…, y, lo que es peor, lo hacen en modo “supervisor”, como si tuvieran la potestad de dar el “visto bueno”.
Es importante que cuanto antes “firméis” una especie de Acuerdo de Convivencia. En ese acuerdo figurarán las actividades que haréis juntos, el reparto de tareas, pero también la libertad para hacer con “vuestro tiempo” lo que queráis, y lo haréis sin necesitar la aprobación de la otra persona.
En definitiva, ambos podéis dejar, por ejemplo 3 horas para las actividades de la familia: casa, compra, comidas, limpieza…, y el resto, cada uno llenará su jornada como quiera.
Comenta con tu marido que la situación que tenéis ahora mismo es delicada, que no tiene sentido que él afronte sus jornadas sin actividades que le estimulen, que resulta crucial cultivar buenos hábitos de salud: ejercicio, alimentación sana…, pero también relaciones sociales. En el libro ‘Amar sin sufrir’ detallo cómo llevar a efecto este tipo de acuerdos. Lo fundamental es que vuestra presencia sea agradable para la otra persona y no un hándicap o un peso a vuestras espaldas.