Publicado: septiembre 17, 2025, 10:23 am
La gastritis y el intestino irritable son enfermedades diferentes, pero relacionadas ambas con una serie de problemas digestivos que, con el ‘descontrol’ de las vacaciones de verano se pueden ver agravados en muchos casos. Con la vuelta a la rutina en España, es importante, y más en aquellos pacientes que ya tienen problemas de este tipo, recuperar los hábitos saludables.
Una dieta rica en fibra (soluble o insoluble, según el problema concreto a tratar), recuperar la hidratación suficiente, regresar a los probióticos, aparcar el consumo de alcohol, volver a las cantidades razonables en cada comida sin terminar ‘llenos’, establecer horarios y calmar el estrés con técnicas de relajación son algunas de las medidas que van a ayudar al organismo a recuperar su normalidad saludable, para no ‘protestar’ con molestias digestivas importantes.
El verano y la salud digestiva descompensada
No es un secreto para nadie que en verano, con las vacaciones, el tiempo de ocio, pasar mucho más tiempo en la calle, las reuniones sociales constantes… hay más problemas digestivos debido a los cambios en las rutinas, el orden y también los alimentos. Lo que durante el año son excepciones, en verano se convierte en habitual, y eso tiene consecuencias. Más aún, en personas que padecen problemas digestivos como gastritis o intestino irritable.
La hinchazón, acidez, estreñimiento, diarrea… son síntomas comunes cuando se han cometido excesos. Ahora, con la vuelta a la oficina y a las rutinas, el organismo debe recuperar la normalidad que va a mantener sus funciones estables y saludables. No se trata de algo radical, sino de medidas que debemos ir adoptando en el día a día, para que las molestias vayan desapareciendo.
Porque cuando se sufre de algún trastorno digestivo crónico como intestino irritable, estreñimiento, retraso en el vaciamiento del contenido del estómago, enfermedad celiaca o digestiones pesadas (dispepsia) es posible que la hinchazón y los gases den más problemas, igual que sucede cuando hay una gastritis de base. La buena noticia es que podemos recuperar ciertas medidas dietéticas, y también algunos ejercicios de relajación que nos vuelvan a meter en vereda para afrontar el resto del año con energía y sin dolores.
¿Es lo mismo el síndrome del intestino irritable que la gastritis?
Según explica el doctor Santiago Marcelo, gastroenterólogo, «el síndrome de intestino irritable (colon irritable) y la gastritis frecuentemente se pueden confundir sobre todo en pacientes que tienen problemas digestivos desde hace mucho tiempo. En realidad, se trata de dos problemas digestivos distintos. Mientras la gastritis se caracteriza por la inflamación de las paredes del estómago, con sensación extrema de saciedad y náuseas, el intestino irritable es un trastorno de interacción eje cerebro-estómago que provoca igualmente molestias evidentes.
La dieta recomendada para los pacientes con síndrome de intestino irritable se denomina FODMAP y la lleva a cabo un nutricionista. En este caso, es necesario saber manejar la parte emocional con meditación, actividad física o incluso en ocasiones es necesaria la evaluación por psicología.
Algunos consejos básicos para mejorar los síntomas molestos tras los excesos del verano
Cuando los expertos hablan de recuperar la calma y el control sobre nuestra alimentación y nuestros hábitos, se refieren en general a recuperar una dieta rica en fibra, algo que suele abandonarse en vacaciones. Es importante que busquemos fibra soluble (frutos secos, salvado, semillas, legumbres, frutas) cuando nuestro problema es el estreñimiento, y fibra insoluble en abundancia (granos integrales, verduras) cuando las molestias se manifiestan en forma de flatulencias.
En el caso de la hidratación, fundamental para la salud, es un gesto necesario en ambos casos, el intestino irritable y la gastritis, teniendo cuidado de beber suficiente agua. Además, algo que probablemente se haya dejado aparcado en vacaciones y que es muy necesario es el consumo de probióticos en la dieta, con cepas de ‘bichitos vivos’ que reducen la inflamación, equilibran la microbiota intestinal y disminuyen los efectos adversos de los antibióticos, en caso de estar tomándolos.
Alimentos como el yogur o el kéfir aportan cepas beneficiosas para recuperar el equilibrio intestinal. Otros consejos a considerar para frenar las molestias digestivas tras los excesos del verano pasan por evitar a toda costa el consumo de alcohol, especialmente dañino en las paredes del estomago, huir de las comidas copiosas y de las especias picantes. El ejercicio físico regular va a mejorar ambas dolencias, lo mismo que un horario de comidas estable y la práctica de técnicas de relajación para esquivar el estrés, responsable del agravamiento de los síntomas.