Cecilia Bizzotto, sexóloga: "El problema del sexo son las expectativas inasumibles; no hay que 'cumplir’, sino disfrutar" - Estados Unidos (ES)
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Cecilia Bizzotto, sexóloga: «El problema del sexo son las expectativas inasumibles; no hay que 'cumplir’, sino disfrutar»

Publicado: octubre 16, 2025, 6:23 am

Durante muchos años, el sexo ha formado parte de esa faceta del ser humano en la que había que ‘dar la talla’, y de la que muchos presumían. Afortunadamente, los clichés están cambiando en busca del bienestar y el equilibrio emocional, en el que las relaciones íntimas juegan su papel, pero no son la única opción posible ni tampoco deben cumplir unos estándares concretos. Y es que la salud no se limita al cuerpo: la mente necesita atención, escucha y espacios de cuidado para una salud sexual satisfactoria.

Vivimos en una sociedad que eleva el rendimiento a la categoría de ideal, también en la intimidad. La presión por ‘cumplir’, alcanzar el orgasmo o responder a las expectativas ajenas puede modificar algo que debería ser fuente de placer, y convertirlo en una frustración constante. Comparaciones, complejos físicos, autoexigencia…son factores que erosionan la autoestima y deterioran la salud mental. En este contexto, hablamos con la sexóloga, socióloga y portavoz de JOYclub Cecilia Bizzotto para saber cómo revertir esta espiral nociva, este afán por ‘cumplir’ en vez de dejarnos llevar y disfrutar.

¿Sabemos disfrutar del sexo de una manera sana?

Bizzotto comienza quejándose de que «la gran mayoría de problemas y dificultades en sexualidad vienen derivadas por las expectativas inasumibles que tenemos, por lo que creemos que debería ser el sexo. Pensamos que debemos ‘rendir’, ‘demostrar’, ‘alcanzar’, ‘cumplir’… cuando el encuentro sexual debería ser un juego de disfrute en el que podamos ser nosotros mismos».

La sexóloga, aún así, considera que «hemos avanzado muchísimo en deconstrucción de la sexualidad normativa, la del ‘sota-caballo-rey’. Cada vez hay más personas que saben que hay sexo más allá de la penetración, que para que haya deseo es necesaria una buena conexión en pareja, y que para saber qué necesitan en la cama, primero, tienen que conocerse y darse disfrute a ellas mismas».

Y añade: «Hoy hay más información y más accesible, mayor visibilidad y más apertura que nunca, pero al mismo tiempo nos enfrentamos a una enorme presión por hacerlo ‘bien’, por rendir, por cumplir con un ideal erótico que a veces parece más de redes sociales que de cuerpos reales. El verdadero disfrute sexual no tiene que ver con la performance, nuestras prácticas sexuales no tienen por qué asemejarse a lo que vemos en el porno, ni nuestra comunicación debería ser tan limitada como en el cine de Hollywood».

«Hoy en día hay más libertad, pero menos espontaneidad»

En cuanto a las nuevas generaciones, esas a las que se presupone mayor diversidad y mentes más abiertas, Cecilia Bizzoto expone su opinión. «En muchos aspectos, los jóvenes se han despojado de los corsés. Hay mayor diversidad, lenguaje y conciencia del consentimiento. Las nuevas generaciones han crecido hablando de orientación del deseo, identidades más allá de lo binario, placer femenino, respeto de los límites, prácticas… algo impensable hace 40 años».

Sin embargo, no todo es avanzar: «Nuestros jóvenes también cargan con otras presiones: la de la imagen perfecta, la pornografía como referencia, o la validación en redes. Antes, la represión era el problema; hoy, la sobreexposición puede serlo».

Los jóvenes de antes quizá tenían menos herramientas, «pero también podían vivir la intimidad con más misterio y menos autoobservación. Hoy, en cambio, hay más libertad, pero a veces menos espontaneidad y más presión por cumplir con unos cánones inalcanzables».

«Seguimos viendo el sexo como una meta, y no como una experiencia»

Según nos explica la sexóloga, la cama no es un lugar ajeno a nuestras emociones: llevamos allí el estrés, el cansancio, la falta de tiempo y la autoexigencia. «Queremos resultados inmediatos, también en el placer. Pero el cuerpo tiene sus propios ritmos, y la sexualidad requiere pausa, atención, juego. Si no bajamos el ritmo, el deseo se apaga o se mecaniza».

Desafortunadamente, Bizzotto se lamenta de que «nos han enseñado a medir el sexo, lo seguimos viendo como una meta: cuántas veces, cuánto dura, si se llega al orgasmo, si fue ‘bueno’, si aguanté tanto tiempo la erección… El problema es que cuando ponemos el foco en el resultado, nos desconectamos del proceso. La naturalidad se pierde entre el ‘tengo que’ y el ‘debería’. Yo siempre les digo a mis pacientes en consulta sexológica: ‘Cuanto más nos obsesionamos con un objetivo (tener un orgasmo rápido, aguantar mucho, tener una erección…) más se nos aleja la posibilidad de cumplirlo’”.

«El sexo no es el único pilar de la salud emocional, pero sí un lenguaje más dentro de la relación. Hay vínculos duraderos sin sexo, y hay encuentros fugaces profundamente significativos. Lo importante no es cuánto sexo se tiene, sino qué lugar ocupa en la historia emocional compartida y propia».

La experta, para finalizar, añade que «para muchas personas, tener encuentros sexuales no es solo algo para el desfogue, sino también es una forma de comunicación, conexión, de sentirse vivas y desear. Cuando trabajamos la sexualidad, trabajamos nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno. Cuidar la salud sexual es, en gran medida, cuidar nuestra salud mental«.

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