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Beneficios (y algunos riesgos) de incorporar las algas en nuestra dieta

Publicado: abril 20, 2025, 2:00 am

Cuando se habla de algas (macroalgas) marinas en el ámbito de la alimentación es inevitable no asociarlo a la cocina asiática, donde su uso está profundamente arraigado en la tradición culinaria desde hace siglos.

En países como China, Corea o Japón, las algas forman parte habitual de la dieta diaria, utilizadas tanto como condimento como ingrediente principal en una amplia variedad de platos.

Sin embargo, en los últimos años estos vegetales están ganando gran popularidad en la sociedad occidental. Así, cada vez es más común que se utilicen como base en las ensaladas, sopas o sushi, tanto en restaurantes como en los hogares.

Entre las especies más conocidas y consumidas destacan las algas nori (utilizadas comúnmente para envolver el sushi), wakame (popular en ensaladas) y kombu (empleada para preparar guisos y caldos).

Ricas en macro y micronutrientes

Si, por un lado, las algas están perfectamente integradas en la gastronomía – especialmente en la asiática–, desde el punto de vista nutricional también despiertan un notable y creciente interés. No faltan razones para ello, ya que se trata de alimentos ricos en nutrientes.

Concretamente, las algas contienen una interesante cantidad de micronutrientes, por ejemplo, varias vitaminas del grupo B y minerales como el yodo y el hierro.

Además, poseen proteínas, y aunque su presencia varía entre las distintas variedades, algunas especies de algas rojas presentan un alto valor proteico.

Algas rojas del género Asparagopsis.Enlace imagen

Algas rojas del género Asparagopsis.Foto: Shutterstock

Por otro lado, las macroalgas incorporan ácidos grasos poliinsaturados esenciales como los omega 3, destacando el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). A esto se suma su aporte de fibra y su bajo contenido calórico, características que contribuyen positivamente a la salud.

Y por último, contienen algunos antioxidantes como los polifenoles. Se trata de moléculas capaces de contrarrestar el estrés oxidativo, un proceso que daña las células del organismo, acelera el envejecimiento y favorece la aparición de diversas enfermedades.

Su salud y la del planeta

Además de sus bondades nutricionales, también es importante apuntar que las macroalgas marinas destacan por su valor en términos de sostenibilidad ambiental.

No solo presentan una huella de carbono baja, al liberar poco CO₂ (dióxido de carbono), sino que también contribuyen a mitigar la acidificación de mares y océanos, un fenómeno que amenaza gravemente a los ecosistemas marinos y a la diversidad de organismos que albergan.

A esto hay que añadir que, a diferencia de otras formas de producción agrícola o ganadera, las macroalgas no requieren de tierra cultivable, fertilizantes ni de agua dulce, lo que reduce notablemente su impacto ecológico.

Todo ello ha motivado a la Unión Europea a impulsar la investigación en torno a las algas marinas, aumentando el conocimiento científico sobre sus propiedades y fomentando su aceptación entre la población.

¿Cuáles sí y cuáles mejor no?

A pesar de beneficios para la salud que proporcionan las algas, debemos ser cautos, ya que muchas especies, como el alga parda kombu, pueden tener exceso de yodo, lo que hace que su consumo no sea apto para todos.

Los niveles altos de este mineral en el organismo pueden afectar a la función de la glándula tiroidea, por lo que aquellas personas con alteración de la tiroides o que ingieran medicamentos que contengan yodo deben evitar su consumo.

Tampoco se aconseja en la población infantil, embarazadas y mujeres en periodo de lactancia, dado que todavía no se conocen bien los efectos que podría tener el exceso de yodo en estos colectivos.

Además, es importante señalar que las algas marinas tienen la capacidad de acumular metales pesados presentes en el medio marino, como el mercurio, el arsénico, el cadmio o el plomo, lo que podría representar un riesgo potencial para la salud del consumidor.

En este sentido, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) desaconseja el consumo de la variedad hiziki, fácilmente identificable por su color negro y aspecto filamentoso, debido a su elevado contenido en arsénico.

Aun así, conviene destacar que esta situación no afecta por igual a todas las especies de algas, y que los niveles de metales pesados pueden variar significativamente en función del origen geográfico y las condiciones del entorno marino del que se recolectan.

Una opción con pros y algunos contras

En definitiva, las macroalgas marinas se están consolidando como un alimento valioso, tanto por su aporte nutricional como por su potencial en términos de sostenibilidad.

Sin embargo, no debemos olvidar que, aunque resulten una elección interesante, su consumo no está exento de riesgos. Por ello, no se recomienda tomarlas en exceso ni por parte de toda la población.

Además, todavía es necesario realizar más investigaciones para establecer con rigor en qué medida, qué especies concretas de algas y de qué procedencias pueden incorporarse de manera completamente segura a la alimentación humana.

También se requiere seguir avanzando en el desarrollo de estrategias eficaces que permitan minimizar o eliminar la presencia de compuestos que resulten tóxicos, garantizando así la inocuidad del consumo de estos alimentos.

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