Publicado: mayo 9, 2025, 7:23 am
El estadounidense, pero también con nacionalidad peruana, Robert Francis Prevost se ha convertido en el pontífice 267 de la historia, tras ser elegido por los 133 cardenales reunidos en el segundo día de cónclave, que se han decantado por un perfil muy cercano a su predecesor, el papa Francisco. La elección de Prevost llegó después de cuatro votaciones, tres celebradas este jueves en la Capilla Sixtina y la del miércoles al inicio del cónclave, y lo anunciaron al mundo con la tradicional humareda o fumata blanca desde la chimenea, con el humo que salió a las 18.07 hora local.
Dentro de la Capilla Sixtina se vivieron momentos de gran emoción, como se aprecia en el vídeo de esta información, que recoge los instantes posteriores a la elección del cardenal estadounidense como nuevo pontífice y obispo de Roma. Tras obtener un mínimo de 89 votos (al menos dos tercios del total, 133 esta vez), el nuevo papa pasó de la Capilla Sixtina a la llamada Sala de las Lágrimas, con objeto de vestirse para presentarse al mundo en el balcón de la basílica de la Plaza de San Pedro.
La Sala de las Lágrimas es una estancia conocida con ese nombre porque históricamente es el lugar donde el elegido podía permanecer tranquilo un momento y, eventualmente, rezar y llorar para desahogar la tensión acumulada.
En esa cámara hay tres hábitos largos o sotanas de color blanco de distinto tamaño en función de la altura del elegido, así como cuatro vestimentas cortas tipo sobrepelliz, una muceta o esclavina de color morado y una estola púrpura con decoración dorada. También, si lo desea, puede escoger entre zapatos de distintos números, fajines, un cordón y una cruz dorada, todo allí dispuesto.
A continuación, recibió el homenaje del resto de cardenales, que le dedicaron un sentido aplauso. Tras su elección como nuevo pontífice, el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost aceptó el encargo y comunicó el nombre con el que quiere ser llamado.
Con 69 años, el primer papa estadounidense de la historia fue recibido con júbilo y lágrimas por las más de 150.000 personas que se reunieron en algo más de una hora en la plaza de San Pedro para verlo. Emocionado, con lágrimas en los ojos, León XIV pronunció un largo discurso desde el balcón de la basílica vaticana, en el que llamó a la paz y a una Iglesia abierta a todos, sobre todo a los que sufren.