Publicado: diciembre 19, 2025, 11:24 pm
Hablar hoy de gafas inteligentes ya no es hablar de un experimento. Es hablar de un nuevo formato de wearable que, poco a poco, va encontrando su sitio. Y si hay una compañía que ha empujado ese camino en Occidente, esa es Meta.
Primero lo hizo junto a Ray-Ban, con unas gafas inteligentes de aspecto casi convencional que han ido ganando funciones, madurez y, sobre todo, usuarios. Después amplió la apuesta con modelos más lifestyle, como las Oakley Meta HSTN. Y ahora da un paso más con las Oakley Meta Vanguard, un producto claramente distinto, pensado no para el día a día, sino para el deporte de alta intensidad.
Porque sí: en China hay fabricantes que llevan años desarrollando gafas inteligentes, pero en Europa y Estados Unidos el mercado real, el que se vende y se usa, lo está construyendo Meta. Y con estas Vanguard, la compañía deja claro que cree que las gafas inteligentes no solo son un complemento, sino un posible futuro del wearable: siempre puestas, manos libres, discretas… y cada vez más capaces.
Un producto de nicho (y eso no es algo malo)
Lo primero que hay que dejar claro es que las Oakley Meta Vanguard no son unas gafas inteligentes para todo el mundo. Basta verlas para entenderlo. Son grandes, envolventes, con una estética claramente deportiva. No intentan pasar desapercibidas ni ser un accesorio de moda urbana.
Este es un producto pensado para quien corre de forma habitual, hace trail, ciclismo, mountain bike, esquí o deportes de resistencia. Si sales a correr de vez en cuando, vas al gimnasio o buscas unas gafas ‘para todo’, probablemente no tengan mucho sentido. Pero si entrenas en serio, si haces sesiones largas o actividades en exterior exigentes, entonces sí encajan.
Dicho de otra forma: son un producto de alto rendimiento, muy bien ejecutado, pero con un enfoque clarísimo. Si no eres ese usuario, Meta tiene alternativas mucho más lógicas en su catálogo.
Diseño: grandes, deportivas… y sorprendentemente ligeras
A pesar de su tamaño y de la cantidad de cristal que cubre buena parte del rostro, las Oakley Meta Vanguard sorprenden por una cosa: pesan solo 66 gramos. Apenas unos 13 gramos más que las Oakley Meta HSTN, y bastante poco para todo lo que llevan dentro.
La montura es envolvente, fabricada en O Matter, y está pensada para proteger bien los ojos del viento, el polvo o los insectos cuando corres o vas en bici a buena velocidad. Y aquí Oakley demuestra su experiencia: el peso está muy bien repartido entre orejas y nariz, sin puntos de presión molestos.
Un detalle importante es la almohadilla nasal de goma, extraíble y reemplazable. En la caja vienen varias opciones (puente alto y bajo), algo que se agradece mucho, porque permite ajustar las gafas como si fueran unos auriculares deportivos. Además, al ser desmontable, se puede limpiar fácilmente tras entrenar con sudor.
En uso real, en mis sesiones de unos 40 minutos, se llevan como si no las llevaras. No se mueven, no bailan y no da la sensación de llevar un gadget frágil en la cara. Son gafas deportivas, y se comportan como tal.
Controles físicos bien pensados
Las Vanguard combinan controles físicos y táctiles:
- Botón de encendido (patilla izquierda)
- Botón dedicado de captura (patilla derecha)
- Botón de acción programable
- Panel táctil para volumen, música y llamadas
- Control por voz con Meta AI
El panel táctil responde muy bien, quizá incluso demasiado bien: en alguna ocasión puede resultar excesivamente sensible. No es grave, pero conviene tenerlo en cuenta si rozas mucho la patilla.
El botón programable es uno de los grandes aciertos. En mi caso, lo configuré para enviar mensajes de voz por WhatsApp: algo tan simple como avisar de que vuelvo de correr o preguntar si hace falta comprar algo antes de subir a casa. Es un ejemplo perfecto de cómo estas gafas pueden ser prácticas de verdad, no solo tecnológicas.
Cámara: grabar sin pensar (y sin sacar el móvil)
La cámara es uno de los elementos clave de estas gafas. Está situada en la parte frontal, algo que tiene todo el sentido en un producto deportivo: lo que grabas es exactamente lo que ves.
Hablamos de un sensor de 12 megapíxeles, lente ultra gran angular de 122º y grabación de vídeo en 1080p a 30 y 60 fps y en 3K a 30 fps.
Incluye modos estándar, cámara lenta e hyperlapse. La calidad es buena, más que suficiente para capturar entrenamientos, rutas, paisajes o momentos puntuales sin tener que sacar el móvil o llevar una action cam encima.
Además, cuando la cámara está activa se enciende un LED visible, un detalle importante en términos de privacidad.
Audio y micrófonos: uno de sus puntos fuertes
Meta afirma que los altavoces son hasta un 60 % más potentes que en modelos anteriores. Y la sensación es muy buena. El sonido es claro, con volumen suficiente incluso al correr o ir en bici, y sin aislarte del entorno.
Si alguien se acerca mucho puede percibir un leve murmullo, pero no es algo molesto ni evidente. Es una experiencia similar a la de unos auriculares de conducción ósea o abiertos.
Los cinco micrófonos funcionan bien para llamadas y comandos de voz. En mi uso no he notado latencia ni problemas, aunque no las he probado a velocidades muy altas. En cualquier caso, están claramente pensadas para funcionar en movimiento y con viento.
Meta AI, apps y ecosistema: práctico, aunque dependiente del móvil
La configuración es sencilla desde la app de Meta. La experiencia está en español y permite enlazar servicios como WhatsApp, Spotify, Apple Music, Audible, Strava, Garmin, Apple Salud y otros.
Aquí Meta juega con ventaja: su ecosistema de apps es enorme y eso se nota. La integración con Garmin —yo las he probado con un modelo Garmin FENIX 8 de 43 mm— funciona especialmente bien y convierte a las gafas en un buen complemento para entrenar.
Eso sí, hay que asumir dos cosas: necesitas el móvil para configurarlas y para parte del uso y la integración más profunda está pensada para Garmin, con otros relojes o plataformas es más limitada.
La IA no es revolucionaria, pero sí funcional y práctica. Te acompaña, te informa y te permite hacer cosas sin tocar el teléfono. Y en un producto deportivo, eso suma.
El estuche y la batería: donde empiezan los sacrificios
Aquí llegan las concesiones. El estuche de carga es grande y aparatoso. Si quieres llevarlo ‘por si acaso’, necesitas mochila o bolso. No es algo que te metas fácilmente en un bolsillo y se echa de menos una solución más compacta. Como hacen las nuevas Meta Ray-Ban Display, que tienen una funda plegable.
Además, no se incluye ni cargador ni cable USB-C. Es un detalle pequeño, pero difícil de justificar en un producto de este precio.
La batería ofrece hasta 9 horas de uso, ampliables a 36 con el estuche. No es la mejor del mercado, pero es suficiente para entrenamientos normales. Si haces sesiones muy largas o usas mucho la cámara, tendrás que vigilarla.
La opinión de un deportista profesional: la pega que importa
Para completar el análisis, he pedido al deportista profesional Sergio Serrano que las pruebe. Su conclusión es clara: le parecen una buena opción para bici y montaña, pero detectó un problema importante.
En su caso, las gafas se empañaban ocasionalmente. No de forma constante, pero sí lo suficiente como para generar inseguridad en bajadas de trail, donde no ver el terreno con nitidez puede ser un problema serio.
En subida no le resultó grave, pero en descensos sí. Cuando no se empañaban, la visibilidad era buena y la conexión con el reloj le pareció sencilla.
Es un matiz importante: en deportes de alta intensidad, la visibilidad no es negociable.
Conclusión
Las Oakley Meta Vanguard son un producto muy bien diseñado, muy bien construido y con un objetivo clarísimo: acompañar a quienes practican deporte de forma intensa y habitual. No intentan ser unas gafas inteligentes para todo, ni disimular lo que son. Son grandes, deportivas y técnicas, y funcionan mejor cuanto más exigente es el uso que se les da.
En el día a día pueden resultar excesivas, pero cuando sales a correr, haces trail, te subes a la bici o entrenas al aire libre, su propuesta cobra sentido: cámara manos libres, audio potente sin aislarte, controles físicos bien pensados y una integración con servicios deportivos que suma valor, especialmente si usas Garmin. La experiencia es sólida, cómoda y, en muchos aspectos, sorprendentemente madura para un formato que todavía está encontrando su sitio.
Eso sí, no hay que obviar sus límites. El precio es alto (549 euros), el estuche es voluminoso, dependen del móvil y no son reparables si les ocurre algo, lo que podría ser habitual si las usamos para deportes extremos. Además, en usos muy concretos, como el trail en bajada, pueden aparecer problemas como el empañado, algo que conviene tener en cuenta si practicas este tipo de deporte.
En definitiva, las Oakley Meta Vanguard son como un vehículo de alta competición: no están pensadas para todos ni para todo, pero si encajas en su perfil y sabes para qué las quieres, ofrecen una experiencia diferencial que hoy pocas gafas inteligentes pueden igualar.
