Publicado: diciembre 17, 2025, 9:23 am
Día de celebración para unos. De indignación para otros. La del viernes 21 de noviembre fue una noche de sentimientos enfrentados en Toledo. Mientras el Ayuntamiento festejaba el encendido oficial de sus luces de Navidad (las más madrugadoras de su historia) un grupo de vecinos se concentraba en el centro histórico para protestar por la ‘factura’ del turismo navideño de masas.
Para ellos arrancaban unas largas fiestas de 49 días (hasta el 8 de enero) marcadas por las aglomeraciones y las dificultades para seguir con sus vidas.
Las (mega)Navidades. No llegan a la altura de Vigo, que encendió sus luces el 15 de noviembre y probablemente no las apague hasta bien avanzado enero, pero las Navidades de Toledo serán este año mucho más largas de lo habitual.
El Ayuntamiento decidió adelantar una semana la puesta en marcha de su alumbrado y redoblar su apuesta para captar turistas: si en 2024 el botón rojo se pulsó el 29 de noviembre, en 2025 se activó el 21, cuando empezaron a brillar 1,1 millones de leds, 100.000 más que hace un año. El resultado: las Navidades más luminosas y extensas que se recuerdan en la localidad castellanomanchega.

Un porcentaje: 94,25%. La apuesta parece haberle salido bien al Consistorio, que hace unos días sacaba pecho por la marea de turistas que recibió durante el puente de la Constitución y la Inmaculada. Según los datos desgranados por su concejal de Turismo, la ciudad logró una ocupación hotelera del 94,25%, lo que, recalca, la consolidan como «uno de los destinos preferidos» por los visitantes. Como referencia, el aumento interanual de visitas ha superado el 47%.
A Toledo llegaron visitantes de Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla, otras localidades de la provincia de Toledo e incluso viajeros procedentes de Francia, Italia, Argentina y EEUU. El boom turístico no se limitó solo al fin de semana del puente. Aunque la Navidad aún no ha empezado como tal, El Español publicó la semana pasada una serie de fotos que demuestran que el casco histórico de la ciudad volvió a abarrotarse el fin de semana del 13 y 14 de diciembre.
Una misma moneda, dos caras. Mayor afluencia de visitantes suele traducirse (no siempre) en más negocio para los restaurante, más huéspedes en los hoteles y mayor número de clientes potenciales para el comercio. En Toledo sin embargo hay quien ha alzado la voz para advertir que todo eso no le sale gratis a la ciudad. Y no solo por el coste de la decoración navideña.
El mismo viernes que el alcalde presidía la ceremonia de encendido de las luces un grupo de vecinos del centro histórico se concentraron para denunciar el impacto que las aglomeraciones y el turismo masivo tiene en sus vidas.
¿Es algo nuevo? No. El debate sobre la turistificación (y su impacto) no es nuevo en Toledo. De hecho hace unos meses el Consistorio dio luz verde a una ordenanza que busca precisamente «fomentar una convivencia equilibrada entre visitantes y vecinos» y pone límites al uso de megáfonos o los grupos de turistas.
Estas Navidades sin embargo la paciencia de los vecinos parece haberse colmado. Primero por el fenómeno del turismo navideño, que trasciende a otras zonas de España. Segundo, porque este año Toledo ha decidido estirar sus fiestas.
«Calles peligrosas». Los vecinos más críticos advierten de la saturación del casco histórico y cómo eso afecta a su día a día. Al fin y al cabo quienes viven en las zonas turísticas se ven obligados a seguir con sus rutinas (trabajar, hacer compras, pasear al perro…) con las calles atestadas de visitantes.
«Hay muchísima gente circulando. Entiendo que vienen a hacer turismo, a disfrutar, pero deberían ser conscientes de que vive gente que está desarrollando su día a día normal», explica a elDiario Natacha, una vecina del Casco Histórico que se queja de la «masificación» de los fines de semana. Una de sus vecinas, Carmen, va incluso más allá y advierte: «Las calles se vuelven peligrosas».
¿Y cuál es la solución? Hay quien plantea repartir la oferta turística por la localidad para descongestionar el centro histórico y buscar un modelo de ciudad «más habitable». Algo está claro: Toledo está obligada a lidiar con dos realidades que parecen colisionar entre sí. Una, el malestar de parte de sus habitantes con las aglomeraciones, algo que queda claro con sus protestas. La otra realidad es que el turismo es una fuente de riqueza fundamental (e irrenunciable) para la región. En 2023, por ejemplo, supuso el 7,3% del PIB de Castilla-La Mancha.
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Más allá de Toledo. Toledo no es la única ciudad que se ha encontrado con un dilema así. En Vigo también se han registrado protestas de vecinos y colectivos críticos con el fenómeno de las luces de Navidad, que según su Ayuntamiento atraen a varios millones de visitantes a la ciudad en cuestión de dos meses.
Quizás la voz más crítica es la de la Asociación de Vecinos Zona Centro de Vigo, que denuncia que las fiestas se convierten en «un período de caos circulatorio, problemas de movilidad, de seguridad, suciedad y de contaminación acústica y lumínica en el corazón de la ciudad». Sus quejas ya han llegado al juzgado.
Imágenes | Ayuntamiento de Toledo
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La noticia
Toledo ha estirado sus Navidades para que duren 49 días y captar más turistas. Algunos vecinos creen que es una pésima idea
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Carlos Prego
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