Publicado: diciembre 16, 2025, 10:14 am
Toñi Moreno es una de las presentadoras más conocidas y queridas de Canal Sur, la televisión pública de Andalucía. Aunque, no solo tiene éxito a nivel regional, como concursante y conductora de todo tipo de programas, la andaluza ha conseguido formar parte de la historia de la televisión. Pero su vida no siempre fue tan sencilla a pesar de contar con el apoyo de sus padres.
En el pódcast Tengo un plan, Toñi Moreno confesó cómo desde joven había sentido una gran conexión con el mundo de la comunicación, algo que fue movido no solo por la vocación sino también por la necesidad. «Empecé a trabajar en la tele local de mi pueblo, que era la primera que había en España«, confesó, «con 14 años, mi madre me dijo ‘no hay libros para septiembre’. Yo dije enseguida, tengo que trabajar».
Aunque lo cierto es que uno de sus primeros trabajos poco tuvo que ver con la televisión, si no en la vendimia para pagarse los estudios. Pero, tras un tiempo lo dejó debido a que era muy duro. Fue entonces cuando comenzó su carrera como periodista local. Aunque antes de seguir con su carrera tenía que cumplir con las responsabilidades de la casa: «Mi madre me decía: ‘No te puedes poner a ver la tele hasta que no limpies el piso’. Yo tenía 15 años, ya estaba en la tele local, y me levantaba a las 7, limpiaba, y me sentaba a las 9 a ver a Hermida. A mí siempre me han podido más los sueños».
A pesar de las necesidades, sus padres siempre fueron un gran apoyo pora ella. Por eso, como así confesó, nunca no fue «infeliz»: «He estado en una familia en la que nos hemos querido mucho, pero había poco para compartir. La necesidad, soñar con que mis padres tuvieran una vida mejor… Eso para mí fue un pedazo de motor. Mi padre era agricultor, mi madre ha tenido hasta tres trabajos para mantenernos. Limpiaba escaleras, cuidaba a un señor y por la noche se iba al hospital para cuidar a un enfermo. En mi casa siempre he visto gente muy trabajadora y honrada y muy buena gente», puso en valor la presentadora.
Pues, como quiso dejar claro, si ella nunca se rindió es porque siempre les tuvo como referentes. De ellos aprendió a esforzarse al máximo a pesar de las malas condiciones. Y es que, como así recordó, en ocasiones tenían que dejar a sus hijas solas para poder ganar más dinero y mantener a la familia. «Mis padres se fueron un tiempo a trabajar de caseros a un cortijo cuando no había móviles. Para hablar con ellos tenían que irse a una venta y llamarme», explicó.
Por eso, teniendo en cuenta todos los sacrificios que su familia hizo, para ella su mayor orgullo fue hacer felices a sus padres. «Pude darle a mi padre muchas satisfacciones. En vida de mi padre me dio tiempo de regalarle dos coches», destacó recordando a su progenitor, que falleció hace unos años.
