Publicado: diciembre 16, 2025, 3:04 am
Las luces de las ciudades españolas como Vigo, Madrid, Badalona, encendidas entre otras en este Adviento, permiten ilusionarnos con la Navidad y sus celebraciones: es época de encuentros en la que el ser humano muestra su faceta más amable y si se quiere festiva y solidaria, al mismo tiempo.
La realidad de la sociedad española, al menos en estas fechas, vive bastante alejada de la actual crisis política, cada día mas emponzoñada en latrocinios y detenciones ligadas a la corrupción de uno u otro signo, que permiten recordar aquella explicación de Julián Marías, cuando distinguía entre la España real y la España oficial.
La España oficial no va bien en lo político, aunque el presidente Sánchez cada día más demacrado pretenda salir al paso de los escándalos de estos últimos días y semanas con detenciones de gente de su entorno que no sabemos adónde nos llevará Sin presupuestos, sin una mayoría parlamentaria clara y suficiente en el horizonte, cualquier cosa puede pasar. El resistir es vencer de Negrín, no siempre se cumple.
La España real va bien según le vaya a cada uno y según sean los sectores y regiones económicas, si bien los indicadores económicos permiten sacar pecho a los gestores de la economía, al poder esgrimir las cifras de crecimiento económico sostenido -2,9% del PIB-, superior a las de otros Países europeos como Alemania o Francia.
Una inflación relativamente controlada, en torno al 3%, -aunque la cesta de la compra y el alza de precios de bienes y servicios-, no siempre se corresponda con las cifras oficiales, permiten cuadrar los indicadores económicos.
Cuestión distinta es la cifra del desempleo (10,5-12%, en torno a 2,5 millones de parados), pese al aumento de la afiliación de trabajadores a la Seguridad social, 21,8 millones en noviembre 2025, que mantienen en teoría junto con el mundo empresarial y la deuda del Estado a casi cincuenta millones de españoles.
Seguramente con una cifra tan alta de desempleados y con los parámetros tan bajos en productividad (el 64,6% de la alemana y el 67% de la francesa) y aumento del absentismo laboral (tasa del 7 al 7,4%), sólo el colchón del estado del bienestar con una deuda galopante (más del 102% del PIB) permiten mantener la calma chicha en la que parece vivir, con excepciones, la sociedad española.
Preocupan las cifras de una emigración creciente e ilegal (760.000 hasta 2024) en muchas ocasiones en materia de seguridad, donde el Estado no da los pasos adecuados para su formación y provecho en bien de la empleabilidad de tantos puestos de trabajo necesarios que en nuestro País, los españoles aunque estén sin trabajo, no quieren cubrir.
Existen otros problemas graves como el de la escasez de la vivienda o su precio desorbitado, el deterioro de los servicios sanitarios, debido entre otros factores al cambio de paradigma del sistema sanitario todavía no resuelto y a un número creciente de población, no correspondida desde el aumento de los servicios sanitarios.
Solo desde 1996 España ha aumentado en más de 10 millones de habitantes (emigración) y la progresión parece geométrica, cuando la demografía nacional ( tasa de fecundidad alrededor de 1,2 hijos por mujer) vive un invierno demográfico ya sostenido desde hace décadas.
¿Va España bien con estos indicadores económicos? Pues todo depende del color del cristal con el que se mire. Es evidente que son pinceladas que marcan una tendencia sobre el bienestar económico, normalmente de carácter macroeconómico, que sirven para pulsar o testar el grado de bienestar de una sociedad. Para precisar algo más lo expuesto, faltarían los indicadores de malestar: pobreza, los guetos de las ciudades, de tasa del fracaso educativo, aumento de la delincuencia etc. Es solo, por tanto, una pincelada.
Algunos analistas extranjeros se preguntan, cómo un País sin presupuestos (Estado central), y con tanta crispación política, no solo funciona, sino que crece en los términos expuestos
Es una buena pregunta que no permite una respuesta simplista o triunfalista, del tono de que el Gobierno lo está haciendo muy bien en el área económica, ¡miren la bolsa en máximos (IBEX 35 en 17000 puntos), o el creciente apetito inversor extranjero!, etc, aunque tampoco se pueda descartar hechos de gobierno positivos.
Lo cierto y verdad es que la España que salió malparada del COVID con grave daño en la empleabilidad y en su tejido industrial (-12% del PIB), pudo dar el salto hacia adelante gracias a la ayuda europea (140.000 millones entre ayudas a fondo perdido y créditos blandos), que reactivó la economía, mantuvo la paz social y permitió un aumento de los ingresos por turismo, debido al momento espectacular que vive España en este sector económico. Y reactivó la demanda interna.
Por dicha razón ha causado extrañeza y decepción que nuestro País, pueda renunciar a cerca de 60.000 millones de la ayuda europea, pretextando su innecesariedad, cuando ni se han explicado de forma clara y convincente las causas que la han motivado. Y mas aún si se debe a la negligencia en la gestión de la condicionalidad de los Fondos NG/UE, esto es, las reformas políticas y económicas, que brillan por su ausencia.
Las luces de la Navidad no debieran dejar pasar por alto este hecho, que puede conducir a que en poco tiempo en lo económico pueda decirse no solo que España no va bien, sino que vaya mal!.
