Publicado: diciembre 15, 2025, 6:24 pm
En su famoso viaje a bordo del Beagle, Darwin descubrió que los pinzones de las Islas Galápagos tenían un pico distinto según su fuente de alimentación: más grueso para los que comían semillas; más alargado si se alimentaban de flores. Estas observaciones llevarían a su famosa teoría de la evolución, que sigue vigente hoy en día. Lo que ahora han descubierto unas investigadoras estadounidenses le habría dejado fascinado. «Sí, se puede decir que hemos visto la evolución en directo», afirma a este periódico Ellie Diamant, del Bard College y coautora del estudio que este lunes publica la revista PNAS . Diamant y su colega Pamela Yeh, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), observaron cómo una pequeña ave muy común en las zonas urbanas de Los Ángeles, el junco de ojos oscuros, cambiaba la forma de su pico para parecerse más al de sus congéneres silvestres durante el año y medio que la ciudad ralentizó su actividad a causa de la pandemia de la Covid-19. Una vez la gente recuperó el ritmo de vida habitual, el junco urbano volvió a lucir su pico característico. Las autoras argumentan que este cambio se debió principalmente a una adaptación a la comida disponible, puesto que los desechos humanos disminuyeron. «Los juncos de ojos oscuros son una de las aves más comunes de América del Norte. Son bastante conspicuas, porque forrajean en el suelo y emiten un canto distintivo. En las ciudades del sur de California, han ocupado los campus universitarios y grandes parques urbanos por sus amplios espacios verdes, favorables para sus condiciones de cría. Pero también han llegado a áreas aún más urbanizadas de, por ejemplo, Hollywood, y ahora se están expandiendo hacia el centro de la ciudad», explica Yeh. Las aves que habitan el campus de UCLA, que son las que las autoras estudiaron, tienen el pico más corto y grueso que el de las poblaciones de los bosques, que es delgado y largo. Las primeras se alimentan principalmente de los desperdicios que las personas dejan caer al suelo o depositan en las papeleras y contenedores. Mientras, las silvestres comen semillas, insectos y otros recursos naturales. Durante la «antropausa» (el período de tiempo en que la actividad humana disminuyó drásticamente debido a la pandemia, que en Los Ángeles duró entre un año y medio y dos años), «los restaurantes estaban cerrados y los humanos ausentes, por lo que los pájaros que dependían de alimentos urbanos no podían comer tanto ni tan bien, a diferencia de aquellos que eran mejores explotando semillas», apunta Diamant. «Así que los pájaros con picos asociados a entornos urbanos probablemente no estaban en una buena condición para reproducirse y criar descendencia con éxito», continúa. En cambio, los pájaros con pico largo y delgado «podían explotar mejor las semillas y los insectos, y por lo tanto reproducirse de manera más efectiva». Después de la antropausa, estas presiones de selección volvieron a cambiar. Para Yeh, lo más sorprendente fue lo rápido que cambiaron los juncos -solo en dos generaciones, los pájaros nacidos en 2021 y 2022- y lo fuerte que fue ese cambio en su morfología. «Parece muy probable que podamos llamar a esto evolución», sostiene. «No podemos descartar la posibilidad de que la plasticidad, como que las aves se golpeen menos el pico en el hormigón durante la pandemia debido a la falta de comida humana en estas áreas del campus, u otros efectos no evolutivos hayan influido. Sin embargo, el patrón que vemos parece demostrar diferencias en la condición física de los padres más que en el ambiente en el que se crían los polluelos», agrega. Las investigadoras también registraron cambios en el comportamiento de los juncos. Por ejemplo, la respuesta de miedo hacia los humanos se redujo después de la antropausa, incluso dentro de los mismos individuos. También se volvieron menos agresivos durante el parón. A Yeh no le sorprendería que otras especies animales, incluidos mamíferos, hayan sufrido cambios similares antes y después de la pandemia. «No lo sabemos, pero creo que este estudio demuestra lo interconectados que estamos con nuestros vecinos no humanos, y cómo, en algunos casos, ellos pueden responder rápidamente a nuestro comportamiento colectivo», concluye. ¿Podemos hablar de una evolución de ida y vuelta? ¿Cambios que ocurren y luego se rechazan porque dejar de ser ventajosos? «Sí, es probable que eso haya sucedido», dice la investigadora. «Parece que lo que era ventajoso cambió rápidamente. Las aves que nacieron poco después de la pandemia predominantemente tenían el rasgo asociado a lo urbano. Esto se debe a que esos rasgos probablemente sean más exitosos en las condiciones urbanas típicas, pero no en condiciones sin actividad humana», indica. No es la primera vez que los científicos ven la evolución en directo. El matrimonio de biólogos compuesto por Rosemary y Peter Grant demostraron que una nueva especie puede aparecer en dos generaciones. «Los Grant y su equipo encontraron evolución rápida de ida y vuelta en las Galápagos hace décadas, cuando una sequía extrema y luego lluvias fuertes seleccionaron picos más grandes, y luego más pequeños», recuerda la científica. Diamant cree que el ‘padre’ de la evolución «se sorprendería y se alegraría» si viera a estas aves urbanas de Los Ángeles: «Darwin veía la evolución como un proceso lento y mayormente gradual. De hecho, toda la diversidad que vemos en el mundo tardó mucho tiempo en evolucionar -señala-. Tener ejemplos que nos muestren cómo funciona la evolución, y que podamos ver en tiempo real, puede ayudar a la gente a entender el proceso. Por eso, creemos que se sentiría encantado».
