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Estos son los productos de ahorro que compiten hoy por el 3% del rentabilidad sin riesgo

Publicado: diciembre 13, 2025, 5:30 am

El 3% de rentabilidad suena bien, pero cuesta. Durante meses ha sido el número fetiche del ahorro sin riesgo. Bancos, comparadores y plataformas los han puesto en escaparates, promociones y campañas. Depósitos, Letras del Tesoro, cuentas remuneradas. La cifra está ahí, brillante, pero cada vez menos accesible.

Y es que ese 3% no cae del cielo. A veces obliga a bloquear el dinero durante años. O exige domiciliar ingresos. O solo se aplica durante los primeros meses. Y ahora, con el año casi cerrado, empieza a quedar claro que esa rentabilidad ya no es tan fácil de conseguir como lo fue hace unos meses.

Hasta hace poco, bastaba con algo de atención para encontrar depósitos al 3% TAE. Hoy hay que rebuscar. Las ofertas siguen existiendo, pero muchas ya vienen con letra pequeña. Renault Bank, por ejemplo, mantiene un 2,63% TAE en su depósito a 36 meses, pero no admite cancelación anticipada. SME Bank, a través de Raisin, ofrece un 2,75% a 24 meses, aunque exige un mínimo de 10.000 euros y tampoco permite retirar el dinero antes de tiempo. Y los productos más flexibles, como el depósito a un mes de MyInvestor, apenas llegan al 2,5%.

Los depósitos que sí permiten romper el contrato, como el de Pibank a 12 meses, bajan la rentabilidad al 2,02%. La penalización por cancelación anticipada suele implicar perder los intereses acumulados. Es decir, liquidez o rentabilidad, pero no ambas.

Las cuentas remuneradas tampoco son lo que eran. Algunas, como la cuenta Health B100, siguen ofreciendo hasta un 3,2% TAE. Pero solo remunera los primeros 50.000 euros. Otras, como Trade Republic, ofrecen un 2,02% sin condiciones, pero sin superar esa barrera psicológica del 3% que hace unos meses parecía tan común.

En el radar de los ahorradores conservadores, las Letras del Tesoro siguen apareciendo como una alternativa sólida. Pero incluso aquí el 3% se ha desvanecido. En la última subasta del año, celebrada este mismo diciembre, el Tesoro colocó Letras a tres y nueve meses con rendimientos del 1,999% y del 2,016% respectivamente. Nada mal, pero insuficiente para batir a una inflación que se ha situado en noviembre en el 3%.

La diferencia no es solo de rentabilidad. Las Letras, a diferencia de un depósito, no aplican retención en el momento del cobro. Su fiscalidad se liquida más adelante, en la declaración de la renta. Pero a efectos prácticos, el rendimiento neto que dejan hoy ronda los 16 euros por cada 1.000 invertidos a un año, frente a los más de 20 euros que puede ofrecer un buen depósito sin comisiones.

Eso sí, hay otra diferencia que no se ve tan clara. Para invertir en Letras se necesitan 1.000 euros como mínimo. Y aunque se pueden comprar sin comisiones a través del Tesoro, la mayoría opta por hacerlo a través de su banco, donde entran en juego las comisiones por custodia o transferencia. Una pequeña erosión que, sumada a una rentabilidad ajustada, puede inclinar la balanza.

Los fondos monetarios siguen captando ahorro

Esa fricción explica por qué otra tercera vía, los fondos monetarios, siguen estando entre las preferencias favoritas de los ahorradores. Según los últimos datos de Inverco, a cierre de octubre acumulaban más de 23.500 millones de euros en patrimonio, y en noviembre lideraron las captaciones netas del sector, con entradas superiores a los 1.200 millones.

El atractivo de estos fondos no está tanto en el tipo que ofrecen como en la forma en que lo hacen. Invierten en deuda a muy corto plazo, letras, pagarés y activos monetarios de alta calidad crediticia. Su rentabilidad se mueve en una horquilla cercana al 2% anualizado, en línea con los tipos oficiales, pero con dos características que marcan la diferencia. Liquidez diaria y fiscalidad diferida. Mientras no se reembolsa el fondo, no se tributa. Y eso, en un entorno de tipos estables, empieza a contar.

El calendario vuelve a ser clave. Un depósito a dos o tres años fija hoy una rentabilidad conocida, pero obliga a asumir que el entorno de 2026 será parecido al actual. Las Letras permiten ir renovando el contrato cada pocos meses, pero exigen estar pendiente de subastas y precios. Los fondos monetarios, en cambio, funcionan como una especie de zona intermedia. El dinero no queda bloqueado y se adapta automáticamente a los cambios de tipos, por pequeños que sean.

Mientras tanto, las entidades financieras ajustan su oferta con precisión quirúrgica. Los grandes bancos han reducido el número de depósitos a largo plazo con tipos elevados, concentrando sus campañas en plazos cortos o en productos combinados.

Las cuentas remuneradas juegan aquí un papel distinto. No compiten por ser la solución definitiva, sino por captar flujos de corto plazo. Algunas entidades siguen ofreciendo tipos en torno al 3% durante los primeros meses, pero casi siempre con límites de saldo o condiciones de vinculación. En el mejor de los casos, funcionan como un aparcamiento temporal mientras se decide el siguiente movimiento. En el peor, como un reclamo que pierde atractivo una vez agotado el periodo promocional.

En ese contexto, los datos empiezan a anticipar cómo puede arrancar 2026. El mercado no espera grandes cambios en los tipos oficiales a corto plazo. Las rentabilidades del ahorro sin riesgo se mueven en bandas estrechas. Y el dinero, lejos de buscar un golpe de efecto, parece optar por estrategias fragmentadas, repartidas en varios productos, con distintos vencimientos y distintos grados de liquidez.

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