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'El bueno, el feo y el malo': los tres escenarios que afronta el S&P 500 en 2026

Publicado: noviembre 17, 2025, 3:02 am

El mercado entra en la recta final del año con una energía extraña que mezcla alivio con expectación. La reapertura del gobierno estadounidense ha devuelto el flujo normal de estadísticas y eso ha permitido que los inversores respiren después de semanas de incertidumbre. El regreso de los datos ha sido clave porque sus interrupciones habían obligado a la Reserva Federal (Fed) a calibrar las decisiones sobre los tipos con menos visibilidad de la habitual. Esa niebla se disipó justo cuando el S&P 500 retomaba el movimiento alcista que lo ha llevado a rozar la frontera de los 7.000 puntos. El índice avanza hacia ese nivel con movimientos que muchos analistas consideran el preludio de un debate mayor. Ese debate se llama 2026.

El cambio de enfoque no es casual. Las grandes firmas de inversión llevan semanas insistiendo en que el año próximo marcará un punto de inflexión dentro del ciclo. UBS prevé un S&P 500 avanzando hacia los 7.500 puntos. Según los estrategas del banco suizo más de la mitad del avance previsto para el próximo año estaría impulsado por las grandes tecnológicas. Esta idea conecta directamente con el análisis de Goldman Sachs que mantiene su previsión de crecimiento del beneficio del 6% para el conjunto del índice y recalca que la evolución de las compañías de megacapitalización será determinante para sostener la expansión.

Otra firma como BlackRock introduce un matiz importante. La gestora advierte que el mercado ha convivido durante meses con valoraciones que superan de forma consistente los promedios de largo plazo. El PER (relación precio-beneficios futuros) del S&P 500 se mueve en una banda de 22-24 veces beneficios y el CAPE de Shiller (compara el precio actual de un índice con los beneficios reales medios de los últimos diez años ajustados por inflación), permanece por encima de 33 veces.

Estas expectativas obligan a examinar 2026 con una mirada más fina. Bank of America comparte esa visión y recuerda que la concentración del peso tecnológico alcanza niveles similares a los de los años previos al estallido de la burbuja punto com. Las cuatro mayores compañías del índice ya superan el 25% de la capitalización total. En este contexto la pregunta no es quién liderará el mercado sino qué escenario dominará un año llamado a ordenar expectativas y realidad.

El bueno

El mejor escenario siempre llega con una historia que suena convincente. En este caso la historia se apoya en la expansión de la inteligencia artificial (IA) y en la resistencia del ciclo económico estadounidense. Las compañías del Nasdaq han aumentado sus inversiones en infraestructuras de computación en la nube y modelos avanzados durante todo el año y los analistas esperan que estas inversiones generen un retorno creciente a partir de 2026.

UBS señala que la productividad de las empresas que adoptan sistemas de automatización y análisis avanzados podría mejorar entre uno y cinco puntos porcentuales. Ese salto permitiría sostener los márgenes empresariales cerca del 12%, un nivel que ya se encuentra por encima de la media histórica.

Los datos macro acompañan este relato. La inflación subyacente se ha moderado hasta el 3% anual y los costes laborales crecen al ritmo más lento desde 2021. El mercado laboral se enfría sin perder estabilidad, lo que reduce el riesgo de una recesión brusca. La Fed podría ejecutar un recorte de tipos antes de acabar 2025 si la tendencia inflacionaria se mantiene y ese recorte serviría para aliviar las condiciones financieras en los primeros trimestres de 2026.

En este escenario el consumo se mantiene razonablemente firme y la inversión privada en tecnología continúa ganando tracción. El S&P 500 avanza con una mezcla de impulso tecnológico y mejora de expectativas macro. El resultado es un año sólido que prolonga un ciclo expansivo más resistente de lo que se esperaba hace solo unos meses.

El feo…

El feo no asusta tanto, pero rebaja mucho las expectativas de los últimos años. Este escenario parte de un reconocimiento claro. El crecimiento continuará, pero de forma más moderada. Los analistas que trabajan con este marco esperan que el beneficio por acción del S&P 500 avance entre un 5%-6%. Esa cifra coincide con las previsiones centrales de Goldman Sachs que sitúa el retorno anual esperado de la próxima década en torno al 6,5%.

Esta previsión descansa en tres factores. El primero es que los márgenes ya se encuentran en niveles elevados y es poco probable que vuelvan a ampliar su rango de forma sustancial. El segundo es que las valoraciones tenderán a moderarse mientras los tipos se estabilizan en un entorno más alto que el de la década pasada. El tercero es que la adopción de la IA aportará eficiencia, pero con un impacto más gradual y menos espectacular del que recogen los escenarios más optimistas.

En este camino el S&P 500 avanza, pero lo hace alternando fases de impulso con episodios de duda. El crecimiento del PIB estadounidense podría situarse cerca del 1,5%, una cifra que refleja la normalización del consumo y la cautela de la inversión empresarial después de un año de expansión acelerada. La inflación se mantendría estable alrededor del 3%, lo que permitiría a la Fed reducir tipos muy lentamente. El feo se mueve entre la resistencia del ciclo y el freno que imponen unas valoraciones tensas.

… y el malo

El más peligroso de los escenarios aparece cuando los desequilibrios que todos conocen empiezan a hacerse visibles al mismo tiempo. Este camino parte de una fotografía delicada. El CAPE supera ampliamente los 30 puntos, una cifra que históricamente se ha asociado con rendimientos más débiles a medio plazo. En la actualidad, los márgenes corporativos se encuentran cerca del 12,7%, un nivel que muchos economistas consideran difícil de sostener en un entorno de tipos estructuralmente más altos. El peligro no está en el margen actual sino en la probabilidad de caída. Además, la expansión de la IA podría no traducirse en un avance inmediato de la productividad, como advierte Oxford Economics.

Los riesgos geopolíticos refuerzan este escenario. Bank of America recuerda que el incremento de barreras comerciales y los nuevos aranceles sobre productos chinos podrían elevar los costes de importación durante el próximo año. BlackRock añade que los procesos de relocalización industrial y la fragmentación del comercio global crean una presión adicional sobre las cadenas de suministro.

Si la economía se enfría con rapidez o si los tipos permanecen altos durante más tiempo del previsto, las valoraciones actuales podrían volverse difíciles de justificar. En ese caso el S&P 500 podría cerrar 2026 con un ajuste significativo y obligar al mercado a replantear las proyecciones para los próximos años.

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